La Opinión de A Coruña

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Un juez condena al Concello de A Coruña por un accidente en el paseo marítimo por mantener los raíles del tranvía

El mismo magistrado había eximido años antes al Ayuntamiento del pago de la compensación a la víctima, pero pasada una década desde que dejó de funcionar el vehículo, considera que las vías suponen un “riesgo innecesario”

El coche accidentado, en el paseo marítimo, a la altura de As Lagoas, en 2019. | // CEDIDA

El magistrado del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 2 ha condenado al Concello de A Coruña a pagar una compensación de 1.620 euros a un conductor que sufrió un accidente en 2019 en el paseo marítimo, al haber perdido el control de su vehículo tras haber resbalado en los raíles del tranvía. Este mismo juez había eximido del pago de una compensación al Ayuntamiento años atrás, en un pleito similar, al entender que los conductores tienen que adaptar la conducción a las condiciones de la vía. Su razonamiento es que ahora ese criterio debe actualizarse.

En la sentencia, el magistrado condena también al Concello a pagar las costas del procedimiento, con un máximo de 400 euros.

“En efecto, el tranvía dejó de funcionar en esta ciudad de A Coruña hace ya más de ocho años y lo que en su día podía ser un elemento necesario en la vía pública, en la calzada, los raíles del tranvía, cuando este funcionaba o incluso en los años inmediatamente posteriores, ante la posible reanudación del servicio de forma inmediata, ha dejado ya de ser justificable, el tiempo transcurrido ha convertido un elemento necesario en un elemento innecesario y además causante de un riesgo cierto e innecesario”, dicta el juez en la sentencia.

Tramo del paseo marítimo, ayer, con los raíles del tranvía. | // C. PARDELLAS

El abogado Pablo Ruiz Prieto, que fue el encargado de defender al accidentado —que además es su hermano—, explica que su intención no era “lucrarse” con el pleito sino que el Concello “se hiciera mínimamente responsable de su dejadez, y, sobre todo, hacerle ver que tenía que poner todo de su parte para evitar que se repitan accidentes” como el que provocó el destrozo del coche de su hermano el 19 de octubre de 2019.

A raíz de este suceso, el conductor sufrió daños físicos leves, sin embargo, su vehículo tuvo que ser dado de baja por los desperfectos sufridos.

La defensa del Concello argumentó que el juez había eximido de la responsabilidad a la Administración en una sentencia anterior, al entender que son los conductores los que tienen que adaptar su manera de circular a las condiciones de la vía.

En este caso, sin embargo, el magistrado considera que el Concello ha incumplido su obligación de mantener las vías públicas en las “condiciones adecuadas y necesarias para garantizar la seguridad de los vehículos en la circulación” al mantener “un elemento innecesario y de riesgo en la calzada”.

Pablo Ruiz Prieto explica también que una conductora, que circulaba en sentido contrario en el momento del accidente de su hermano, y se paró para comprobar si estaba bien, se prestó a declarar en calidad de testigo en el procedimiento, de modo que pudo acreditar que el hombre conducía a una velocidad normal para la vía por la que iba y en un día en el que el firme estaba mojado porque había llovido antes.

Cuando el conductor formuló una primera reclamación al Concello por el accidente, la respuesta fue, según recuerda el letrado Pablo Ruiz Prieto, una negativa, basándose en el argumento de que era de conocimiento público que los raíles del tranvía estaban en el carril derecho del paseo marítimo, a la altura de la Torre de Hércules.

El abogado indica que, efectivamente, muchos de los conductores lo saben y, por ello, solo circulan por el carril de la izquierda, para intentar evitarlos, por el peligro que conllevan, sobre todo en días de lluvia.

El tranvía turístico dejó de funcionar en 2011, tras el descarrilamiento de uno de los coches. A finales de 2020, con la pandemia y la necesidad de ganar espacio al coche para poder mantener la distancia de seguridad entre peatones, el Concello empezó a tapar los raíles entre la fuente de los Surfistas y el colegio de las Esclavas, con el objetivo de crear un carril exclusivo para la práctica deportiva que, después, se extendió hasta el acuario, en la parte más cercana al mar. Un poco después, también se cegaron los raíles a su paso por la zona del castillo de San Antón.

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