El compositor de bandas sonoras Sergio Moure de Oteyza será homenajeado en la inauguración del Sellier Film Festival este miércoles. Moure es coruñés y, aunque vivió durante veinte años lejos de Coruña, lleva ya una temporada asentado de vuelta en la ciudad. Antes del festival a colaborado con Ignacio Benedetti, impulsor del Sellier Film Festival, en algunas de las producciones que se proyectarán en fotoquímico hasta el sábado.

¿Cómo valora el galardón que vas a recibir el miércoles en el Sellier Film Festival?   

Es un honor muy grande porque es un festival hace mención al cine rodado en película, no en digital. Me hace mucha ilusión recibirlo porque también hace poco que recibí el premio del festival de Ourense, en mi carrera musical que llevo más de veinte años. Siempre es un placer recibir este tipo de galardones para poder continuar en la labor que ocupa todos los días.

¿Le añade emoción el hecho de recibirlo en casa?   

Por supuesto. Uno nunca es profeta en su tierra, pero en este momento parece que sí. Yo soy coruñés, aunque es verdad que he vivido muchos años fuera de Galicia, diez en Barcelona y diez en Madrid. Volví a Coruña hace ocho años y me encuentro muy a gusto trabajando en casa.

El Sellier es un festival único por proyectar sus películas exclusivamente en formato analógico. ¿Esto también hace todavía más especial la parte sonora?.   

Sí, desde luego. El cine se hacía con un alto nivel de exigencia y de precisión. Ahora también es así, pero también es mucho más apurado. La forma de trabajar es más industrial. Antes el cine se hacía con más tiempo y se le dedicaba más mimo. A la vista está. El cine de los años 60 y 70, que a mí me gusta muchísimo, en el que realmente se notaba el amor por la profesión.

¿Aun se conserva el romanticismo del cine clásico en este tipo de eventos y películas?   

Cuando me llamó Ignacio Benedetti me sorprendió este festival. Es cierto que hay grandes directores que siguen pidiendo trabajar en analógico, como son los casos de Tarantino o Scorsese, que siguen trabajando en película. Que haya festivales como este que se fijen en este tipo de cosas es increíble. Y también está la pasión de Ignacio por este tipo de cine que marca una diferencia. Hoy en día los costes son mucho más altos trabajando de esa manera. En el caso de las bandas sonoras, grabarlas en digital o grabarlas en analógico es muy diferente utilizar micrófonos de válvulas o los que hay ahora. Hay cosas buenas de unos y de otros, pero lo que está primando últimamente es un volumen de trabajo que antes no se podía hacer por la tecnología que había. Aun seguimos disfrutando del cine que se hacía en esa época en Estados Unidos y también en Europa.

Ignacio Benedetti presenta en este festival una producción sobre el Ártico en la que usted compuso la banda sonora. ¿Cómo fue trabajar en ese proyecto?.   

Fue una producción muy bonita. Me recordó muchísimo a cuando yo era niño y veía los documentales de Cousteau. la imagen y la estética de esos documentales siempre marcaron mucho, igual que los de Félix Rodríguez de la Fuente. Pero especialmente los de Cousteau me marcaron mucho, tanto la imagen como el sonido y la manera de componer la banda sonora. En mi caso fue siempre muy vocacional. Desde los ocho años siempre quería emular a Morricone o a Williams. Me hizo ilusión porque es como si volviésemos a esos tiempos en los que los documentales se grababan con orquesta. Fue una gozada trabajar con Ignacio y compartir el amor por el cine que tiene.