La Opinión de A Coruña

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Rosa Arroyo nnficha personal | Vicesecretaria de la Organización Médica Colegial de España y coordinadora del Observatorio contra pseudociencias y pseudoterapias
Rosa Arroyo Vicesecretaria de la Organización Médica Colegial de España y coordinadora del Observatorio contra pseudociencias y pseudoterapias

“Debemos detener las cadenas de información no contrastada”

“Las pseudoterapias han proliferado mucho con la pandemia, con los movimientos negacionistas y antivacunas”

Rosa Arroyo, ayer, en la Domus. Carlos Pardellas

El Observatorio contra pseudociencias y pseudoterapias de la Organización Médica Colegial de España (OMC) tiene como objetivo “formar a los profesionales e informar a la población” sobre estas prácticas e intentar “detectar y denunciar el intrusismo”. Lo explica la coordinadora Rosa Arroyo, oftalmóloga, que este martes participó en una charla en la Domus en la que alertó de la proliferación de información no contrastada a raíz de la pandemia.

¿A qué se refiere con pseudociencias y pseudoterapias y qué peligros entrañan?

Las pseudociencias y pseudoterapias, referidas a la salud, son aquellas que no tienen el aval científico para esa patología que dicen curar o dicen tratar. No está demostrada su eficacia o no se ha valorado la seguridad. ¿Por qué hacemos tanto hincapié? Porque han proliferado mucho con la pandemia, con los movimientos negacionistas y antivacunas. A veces suponen una pérdida de oportunidad de un tratamiento que sí ha demostrado su eficiencia, porque lo hacen tarde o lo abandonan. Además, pueden tener un impacto desagradable en el entorno personal del paciente, sobre todo aquellos que ya tienen patologías graves.

No solo no son tratamientos fiables sino que pueden agravar la situación.

En algunas ocasiones, sí. Con la pandemia ha renacido la solución mineral milagrosa, conocida como MMS, que antes era como una panacea, que valía para todo. Entonces ahora también ha valido para el COVID. Esa solución utiliza lejía para limpiar superficies y dicen que puede curar o mejorar el COVID. En algunas situaciones, con patologías previas o no, dependiendo de la cantidad que se tome, puede producir intoxicaciones, graves efectos secundarios y hasta intoxicaciones. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios nos ha mandado una alerta para informar de la situación en la que puede estar un paciente que se somete a esta práctica.

¿Por qué un paciente opta por estos pseudotratamientos?

A veces porque tiene una personalidad determinada, con tendencia a ser sugestionable por ciertos movimientos. Otras veces porque tiene un problema grave y no todo el mundo tiene la capacidad de afrontar una enfermedad así. Además, los médicos tenemos una responsabilidad, pero a veces no tenemos el tiempo suficiente para dedicar a los pacientes o no tenemos capacidad de empatía y comunicación. También vivimos en una sociedad que es tremendamente impaciente. Lo queremos todo y lo queremos ya. Si nos pasa algo, queremos que se solucione ya. En patologías que evolucionan por brotes, como alergias, puede ser que en algún momento disminuya, y eso se atribuye a la pseudociencia, pero es por casualidad, no por causalidad. Si no es un medicamento, si no es un producto sanitario, y no tiene potenciales efectos secundarios, tampoco los tiene terapéuticos. Y eso es muy importante. Desde la infancia hay que educar en el pensamiento crítico, en plantearnos las cosas. ¿Quién no ha tenido la tentación de querer que la realidad sea como uno quiere y no como realmente es?

Además de la decisión del paciente, hay otra parte que impulsa esa pseudociencia. ¿Qué opina de ello?

Hay un dato escalofriante, que es que el 80% de las personas que hacen estas prácticas no tienen ninguna titulación sanitaria. Sí que pueden tener una capacidad de comunicación envolvente para ello. Sobre los sanitarios que la promulgan, recordar que los médicos tenemos un código de deontología médica por el que tenemos que dar una información veraz basada en la mejor evidencia científica disponible en ese momento y hablar de la calidad y la seguridad de lo que prescribimos. No podemos ofrecer falsas expectativas de curación. Si informamos al paciente de su tratamiento y, además, aportamos otro tipo de consuelo, por decirlo de alguna manera, eso no sería tan grave como permitir o inducir a que se abandone un tratamiento.

¿El incremento de estas prácticas a raíz de la pandemia se debe a los bulos en redes sociales?

Claro. Estuvimos en una situación de aislamiento, bombardeados por noticias. Nos llegaba mucho más por redes sociales que por los medios de comunicación tradicionales. A mí me sorprendía que mis propios compañeros sanitarios compartían remedios para el COVID y no venían de una fuente acreditada. Hay que detener esas cadenas de información que no es verídica ni está contrastada.

¿La sociedad tiene que aprender a detectar fake news?

Por supuesto, pero no solo en sanidad, también en educación, en política... Hay que saber manejar los verificadores que, cuando sale una noticia falsa, alertan de ello. Si queremos estar empoderados e informados, tenemos que evitar eso.

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