La Opinión de A Coruña

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Pepe Ribas Escritor y periodista, hoy en A Coruña

“La contracultura nunca quiso tomar el poder, sino cambiar la vida cotidiana”

“La Movida fue una rebeldía sin causa política, una rebeldía esteticista. Fue la era del yo, del triunfo, de las multinacionales, del marketing”

El escritor y periodista Pepe Ribas. | // LA OPINIÓN

El escritor y periodista Pepe Ribas, autor de Los 70 a destajo y uno de los impulsores del movimiento contracultural del último franquismo, conversará hoy sobre contracultura y memoria con el Gran Wyoming en un acto organizado por el Ateneo Republicano de Galicia que se desarrollará en Afundación de A Coruña a partir de las 20.00 horas.

¿Cuál fue el caldo de cultivo que propició que aquella Barcelona de los 70 diese a pie a ese movimiento contracultural tan improbable?

Fue un movimiento que surgió en distintas partes de Cataluña, por diferentes razones. Hay que tener en cuenta que en Cataluña, a partir del año 67, empezaron a ocurrir cosas un poco especiales. Por ejemplo, a través del mundo editorial hubo el boom de los sudamericanos, vinieron a vivir aquí Vargas Llosa, García Márquez o Pepe Donoso. Luego, por otro lado, estaba la recuperación de la cultura catalana con la nova cançó. Todo esto era debido un poco a que Cataluña tenía un tejido productivo poderoso, que necesitaba a Europa para pervivir. Esto creó muchas fisuras en el franquismo, porque perdió complicidades, y la gente interesada por la cultura empezó a desarrollar historias sin tener en cuenta la censura. Las autoridades, de alguna forma, lo permitieron. Surgió una nueva generación que no estaba de acuerdo con los postulados comunistas o marxistas, que era un tipo de autoritarismo distinto al del franquismo, pero que era jerarquía, te decía como te tenías que vestir, estaba en contra de la homosexualidad, del feminismo, tenían a las mujeres pasando a máquina las octavillas. Todo esto creó un caldo de cultivo en el que toda una generación empezó a revolverse, y empezó a crear sus propias pautas siguiendo un poco el modelo contracultural norteamericano, a crear un movimiento antisistema. Ya no solo era luchar contra el franquismo, sino contra todo tipo de autoritarismo. Empezó a haber no solo música y teatro, sino ecología, feminismo, la lucha de los homosexuales. Se crearon los movimientos sociales que transformaron nuestra vida cotidiana.

¿Sentaron esos movimientos nacientes de los 70 las bases y las conquistas sociales de la sociedad en la que vivimos? ¿Son esas conquistas antisistema nuestra normalidad de hoy?

Es evidente. Creo que la izquierda de entonces se equivocó, porque aparte de que pactó con el franquismo progresista, no entendió que los contraculturales, y la cultura underground, lo que provocamos es un cambio en la manera de vivir y en la manera de pensar, y esto ha quedado en la sociedad, porque fue un cambio civil. La izquierda no entendió que era más importante cambiar la mentalidad de las personas que tomar el poder. La contracultura jamás quiso tomar el poder, sino lo que pretendió fue cambiar la vida cotidiana. Por eso vivimos en comunas, era la era del nosotros, no del yo, del entre muchos lo haremos todo. Esto fue posible porque en Barcelona se crearon una serie de espacios muy amplios liberados del franquismo y del autoritarismo, como fueron las Ramblas, el barrio Chino, el Born, como fue un poco Sants, que eran barrios de artesanía. Todo esto provocó un cambio en la manera de comportarse ante la vida.

Los que fueron partícipes del movimiento no solo estaban rompiendo con el modelo de sociedad establecido, sino con el modo de vida que habían conocido hasta el momento y su forma de ver el mundo. ¿Cómo fue este proceso de ruptura a nivel psicológico?

Fue muy duro. Por eso es importante recuperar esta memoria con la gente que la protagonizó o con los testigos que la vivieron. Es muy difícil de entender que, en pleno franquismo o en sus años finales, pudiera existir una libertad mental mayor incluso que la que hay ahora. Pasó algo fundamental en el mundo contracultural, que es el desclasamiento: no había apellidos, ni jerarquías, ni canon. Te tenías que inventar la vida cada día. Esto fue muy difícil. La lucha contra la culpa cristiana que nos habían metido a la cabeza, contra el miedo a la libertad, fue muy dura. Se habla de orgías, de sexualidad libre, pero todo eso fue un proceso lento. En eso las revistas como Ajoblanco tenían mucha importancia, porque la gente escribía como si fuesen personas, no revistas. Escribían: “Querido Ajo...” y te explicaban represiones, problemas con la familia, vidas sexuales. Mucha gente de 16 años se marchó a pisos comunitarios, y empezó a crear comunas, movimientos sociales, iniciativas de artesanía. Todas estas convivencias fueron muy duras, no consiguieron sus objetivos de crear una sociedad igualitaria y un comunismo libertario, pero transformaron las familias. La familia española, hasta este momento, ha sido mucho más tolerante con el aborto o la homosexualidad que otros países. Todo esto viene de los primeros 70. No de los finales, porque ahí se convirtió todo en una moda, un chotis. La utopía libertaria no tomó las calles, pero sí tomó muchas cabezas. Nos desclasamos, no sabíamos quién era quién, todo se empezó a mezclar y a iluminarse.

Alude al desclasamiento. Hay una crítica que surge cada vez que aparece un movimiento cultural que tacha a estas iniciativas de burguesas, porque los obreros están a las cosas de comer.

Se hizo esa crítica. Pero en Ajoblanco había de todo: el hijo de una estanquera, el de un obrero de la construcción, el de un burgués. No es verdad esa crítica. El tema era que, si te gustaba una música o una compañía de teatro, todo eso te concienciaba y rompías con el mundo anterior, fueses burgués, obrero o lo que fuese. Si tenías capacidad de lectura, de observar le mundo, dabas el salto, siendo de donde fueses. Quizás era peor ser burgués que ser obrero, porque el burgués tenía muchas más cosas que perder. El obrero lo tenía todo por ganar. Yo renuncié a una carrera muy clara, decidí no tener hijos para poder entregar mi vida a la causa de la libertad, que es lo que he hecho, y nunca me he rendido.

Hay cierto paternalismo en considerar que la clase obrera es menos proclive a participar de los movimientos culturales.

Y entonces, los obreros leían más. El dinero, hasta el 78, fue otra historia. Con el sueldo de un cartero de Correos podías pagar el alquiler de un piso en el centro de una ciudad, y, además, si lo alquilabas lo compartías con otros jóvenes, con lo cual, el alquiler era un 10% de tu sueldo. La gente que está en el poder no explica esto, que el valor del dinero, lo que el dinero representaba, cambió totalmente. Aparte, no teníamos tarjetas de crédito, no teníamos cuentas bancarias, ni teléfonos, pero lo poco que teníamos lo compartíamos. Grabábamos cassettes para tener la música que nos gustaba, porque el que tenía los discos los dejaba. Se critica si los obreros podían o no se qué... entonces los obreros tenían mucha más dignidad que ahora, porque tenían más cultura de lucha, de alcanzar la libertad.

En Galicia, el franquismo se vivió de otra manera, dando pie a un atraso casi absoluto. ¿Escaparon Cataluña a esas dinámicas?

La clase dirigente catalana rompió con el franquismo mucho antes que otras. Pero vamos, en Galicia hubo una comuna inmensa en la Ría de Arousa que fue muy importante. Hubo autores, no todo era una ciénaga, había resquicios. Manuel Rivas estaba estudiando en Madrid, y era de Ajoblanco, que llegó a todas partes. Nosotros matamos a la contracultura anglosajona cuando nos dimos cuenta de que se había vendido, había pasado a ser un negocio. Nos juntamos con los libertarios y montamos las Jornadas Libertarias en la búsqueda de una unión con el mundo obrero, y de poder transformar la sociedad desde abajo. La gente que pactó la transición fue contra ese tipo de movimientos, creó el Caso Scala, y aprovechó la heroína para diezmar todos estos brotes de rebeldía, y compró a toda la generación nueva, que sigue a la mía, para montar la Movida, que fue una rebeldía sin causa política, esteticista. Fue la era del yo, del triunfo, de las multinacionales, del marketing, pero ha quedado un poso muy importante que ahora hay que volver a poner en marcha. En Estados Unidos ahora se intenta prohibir el aborto. Está habiendo un retroceso en muchas cosas que se consiguieron en la cotidianidad de las personas. Hay que estar alerta, por eso es importante la memoria: gente muy joven revolucionó este país, con una revolución que se desvió, pero cuidado: el 15M fue otro revulsivo, y muchas de las prácticas de los 70 volvieron, pero ha degenerado en partidos de poder y jerárquicos.

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