La multinacional Arriva supedita su proyecto de dar una conexión de tren directa en dos horas y media entre A Coruña y Oporto, anunciada hace cuatro años y paralizada por la pandemia, a que se produzca una “recuperación de la demanda” que haga la línea económicamente viable, y también a que se “solventen los aspectos de infraestructuras”, según fuentes de la empresa, que actualmente busca socios para reactivar el plan. La compañía ha rehusado aclarar a este diario si con estos aspectos se refiere a la electrificación de la vía, que mencionó en anteriores ocasiones, o a la construcción de la vía de Alta Velocidad Oporto-Vigo.
En cuanto a la primera de estas alternativas, si bien no estaba completada cuando anunció el proyecto, el Eixo Atlántico informó el año pasado de que había finalizado la electrificación del tramo Oporto-Vigo, y Arriva no ha querido responder a este periódico si considera que hay otros tramos que precisen electrificación.
En cuanto a la línea de alta velocidad, que el pasado diciembre la Comisión Europea declaró prioritaria, coincide con los plazos previstos por Arriva, ya que se calcula que pondrá la segunda ciudad de Portugal a una hora de Vigo y dos y media de A Coruña; pero no estará en servicio, al menos, hasta 2030.
La obra requiere una inversión de 5.400 millones de euros, de los que 4.900 se corresponderían con la parte lusa; en esta todavía no hay definidas partes cruciales del proyecto, como la ubicación de la estación en Braga, aunque el Gobierno portugués promete acabar para 2030. En cuanto a la parte española, Adif tiene actualmente en redacción un estudio para determinar el recorrido.
El ministro de Infraestructuras luso, Pedro Nuno Costas, reclamó el mes pasado a España que acelere su parte de las obras, ante el riesgo “de que lleguemos con una línea a la frontera y no tengamos nada del otro lado”. Para enlazar las vías de los dos países habrá también que construir un puente.
Arriva, con sede en Reino Unido, propiedad de la alemana Deutsche Bahn y proveedora de múltiples líneas de autobús en Galicia, afirma que “hay una demanda social e interés en el proyecto” y que es “interesante” para la compañía. Pero añade una tercera condición para que se abra la línea: el “acceso a material rodante”, esto es, que la empresa pueda disponer de trenes con los que realizar la conexión, que tendrán que ser propios.
De acuerdo con la empresa, le será necesario comprar vehículos porque en España “no hay un mercado de alquiler de trenes tan maduro” como en otros países europeos. La disponibilidad de vehículos es “muy limitada”, por lo que será necesario adquirir maquinaria propia y “esto requiere unos plazos”.
Alternativa a los transbordos
En un principio, Arriva afirmó que sus trenes circularían en 2020. Consiguió una autorización para realizar la ruta en 2019, tras una resolución de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia que desestimó alegaciones de Renfe; la empresa pública consideraba que le causaría una importante pérdida de ingresos, ya que ahora, junto con la lusa Comboios de Portugal, tiene el monopolio del enlace con Oporto: de cuatro horas y media y con un transbordo en Vigo.
Y para que el tren directo sea viable habrá también que ofertar horarios competitivos, ya que los actuales dificultan la conexión entre A Coruña y la capital del norte portugués, y obligan a demorarse en Vigo o bien a realizar un trasvase en pocos minutos entre las dos estaciones de esta ciudad.
El Tren Celta, que une Vigo con Oporto, sale de la primera de las urbes a las 08.58, y, para cogerlo sin apuros, hay que salir de A Coruña en el tren de las 05.35 horas, que llega a la ciudad olívica a las 07.41 horas, y luego esperar más de una hora.
La alternativa es partir de A Coruña a las 07.00 horas, pero entonces se llega a las 08.33 a la estación viguesa de Urzaiz, con solo un cuarto de hora para dirigirse a la de Guixar, en la misma ciudad, y coger el tren a Oporto.
