Nací en Perillo en la zona de A Canteira, donde viví con mis padres, Juan y Purificación, y mis hermanos Antonio, Carlos, María y Carmen. Mi primer colegio fue el de la iglesia de Perillo, en el que estuve hasta los once años, edad a la que me puse a trabajar en el bar Pacovi, situado en la calle Canuto Berea. A los trece años entré en la empresa Income, en O Martinete, como aprendiz de calderero, lo que me permitió luego entrar en la fábrica de Wonenburger.

Después de casarme pasé a Copenave, una empresa del muelle de San Diego dedicada a la reparación de barcos y posteriormente en Reimogasa hasta los años ochenta. Luego trabajé en Astilleros Valiña y más tarde en otras empresas de la ciudad hasta mi jubilación.

Mis amigos de la infancia fueron Antonio Doldán, Juan Miguel Vázquez, Jaime Sexto, Ignacio Maceiras y Silverio Taboada, todos ellos de la zona de A Canteira, donde también vivía la familia del actual alcalde de Oleiros, Ángel García Seoane. Allí jugábamos a las bolas, las chapas y la bujaina, pero también a la mariola con chicas como Amalita, Maridina y Maricarmen Taboada. También íbamos a jugar a la playa de Santa Cristina en la explanada que había frente al parque de berberechos y almejas de Joaquina Casal. Mis padres también tenían un pequeño criadero de estos mariscos frente al de Manuel Carnicero, el dueño de la casa que recientemente ardió junto al puente de A Pasaxe.

Otra forma de pasarlo bien era ir los domingos y festivos al cine que estaba detrás de la finca de Carnicero, al que llamábamos Cine Pasaje y en el que veíamos películas de vaqueros y romanos y que cuando llegaba el verano, lo convertían en la sala de baile que llamaban El Chaparrita. También íbamos al cine de O Portádego y al Sport de Vilaboa.

Cada año esperábamos con ilusión que empezaran las fiestas de verano para disfrutar de los carruseles y las barracas, como las de tiro al blanco, en las que metíamos los perdigones en la boca a pesar de que eran de plomo para quitarles la grasa y que salieran con más fuerza. Esos tiempos se acabaron cuando tuve que ponerme a trabajar para ayudar a mi familia, ya que en mi primer empleo tenía que trabajar hasta los domingos y solo me dejaban libre de cuatro a siete.

A partir de los quince años empecé a jugar al fútbol en el Unión Campestre de Montrove. Luego lo hice en la peña La Nevera, de O Burgo y también remé en las traineras del Club de Regatas de Perillo, en la Sociedad Deportiva As Xubias y el Club del Mar. Me casé con María del Carmen, a la que conocí en El Seijal, y tengo dos hijas, Begoña y Leticia, que nos dieron cuatro nieto: Ainhoa, Joel, Nicolás y Mauro. Me sigo viendo con mis amigos de la infancia, el fútbol y las regatas, como Vitolis, Ledó, Leiviña, Pucho y Gancho, con estos últimos en la sede del club Impérator.

Testimonio recogido por Luis Longueira