Mood es la carta de presentación de Anajú, esa joven para la que Operación Triunfo fue un trampolín que le permitió saltar de lleno al mundo de la música. No se elimina la etiqueta de triunfita. Trabaja duro y trata de demostrar en el escenario y en el estudio que tiene mucho que contar a partir de sus letras. Da un concierto este sábado en la sala Pantalán a las 22.00 horas con el ciclo Momentos Alhambra.

¿Qué cuenta en Mood y cómo es su directo?

Mood es una cosa muy chula que salió para el disco, hablar de canciones tristes y canciones alegres. Y vamos a A Coruña con un estado de ánimo bastante feliz. Es la primera vez que tocamos en el norte. Me hacía una ilusión tremenda. Lo que queremos hacer con la actuación es que todo aquel que comparta ese ratito con nosotros haga una inmersión en todo lo que fue hacer este trabajo. En cada concierto se crea un ambiente chulísimo.

El álbum está compuesto por temas movidos y otros más íntimos. ¿Esa mezcla le define o se siente más cómoda con uno de los dos estilos?

Toda mi vida es una montaña rusa. Este vaivén de canciones no deja de ser el día a día de todos. Yo suelo estar feliz, pero encuentro más inspiración en los momentos más calmados y tristes. Cuando uno está triste, entra más en contacto con sus emociones.

Ha cuidado mucho el formato físico con el lanzamiento del vinilo. ¿Es algo extraño en una generación como la suya, más próxima a lo digital?

Sí. Decimos sacar un vinilo que no es una versión del CD. El vinilo incluye dos cosas exclusivas. Y eso solo lo pueden escuchar las personas que hayan comprado el vinilo. Eso me parece muy bonito. Es cierto que mi generación acude más a los formatos digitales, pero hay algo muy bello cuando gente de mi edad acude a las tiendas y se compra el disco, el recuerdo. Una canción si está en la nube, ahí está. Pero el formato físico lo puedes tocar y guardar. Cuando lo escuchas, es un momento de parar. Si pones un vinilo, tienes que sentarte y estar pendiente de lo que está ocurriendo. Tienes que pasar la aguja o cambiar el vinilo de lado. Ahí también hay mucha belleza.

En algunos de esos temas cuenta con colaboraciones. ¿Desde el principio quiso compartir su música con otros artistas?

Por supuesto. Una de las colaboraciones que aparece en el vinilo es la canción de Carbón que hice con Zahara y Martí Perarnau, que juntos son el grupo Juno. Que en mi primer trabajo pueda trabajar con ellos me parece increíble. Y ya no hablo de cantantes. También artistas productores, como Raül Refree. Hicieron que el proceso fuese súper especial. Fue una ventanita a mucha sabiduría.

Ese Carbón lo compuso tras su paso por la academia de Operación Triunfo. ¿Antes ya componía o el programa le ayudó en ese aspecto?

Antes de entrar a Operación Triunfo no componía, yo escribía. Era como un proceso de entender mi cabeza y plasmar ideas. Eso no lo transformaba en un lenguaje musical. Compuse una canción dentro de la academia. Tuve mucho apoyo de los profesores y gente que venía a darnos instrucciones de cómo abordarlo. Después, al salir, hice Carbón de la mano de Zahara.

Esa es una de las puertas que le abrió Operación Triunfo. ¿Le cerró otras?

No lo sé y nunca lo voy a saber. Obviamente yo no venía del mundo de la música, sino del diseño gráfico y la publicidad. Nunca había tenido una oportunidad real en la música. Mi primer y único paso para entrar en esto fue Operación Triunfo. Supongo que hay gente que trata a la gente que sale de la academia de una forma negativa. Al fin y al cabo, Operación Triunfo no es solo un reality sino que es una academia donde te forman. Eso es lo que yo quería. Tal vez se cerraron puertas pero me da igual. Estoy bastante contenta con las decisiones que he tomado.