En la puerta del Muíño do Formigueiro, en el paseo fluvial larachés de Gabenlle, algún grafitero más culto que la media ha pintado hileras de fórmulas con tiza. La suma de los primeros N números consecutivos, cálculos de límites, la definición del número e, y otras cuestiones que sobrepasan a nuestras pobres mentes desgastadas por la muela de la actualidad. No es el primero que difunde conocimiento en paredes, pero sí rara avis: los divulgadores callejeros suelen ser politólogos y anatomistas (singularmente interesados estos en los órganos genésicos masculinos), y los numerólogos restringirse a teléfonos y códigos postales.