La Audiencia Provincial de A Coruña condenó recientemente a un ciudadano de los Países Bajos a once años y medio de cárcel, después de que este extorsionase a través de Internet una niña coruñesa para que le enviase fotografías y vídeos de contenido sexual. De acuerdo con la Policía Nacional, que realizó la investigación junto con Interpol, la joven solo tenía trece años cuando se detectó el delito, en 2019.

La investigación comenzó ese año por una denuncia de la madre de la chica, que se dirigió al 091 y, en concreto, al Grupo de Investigación Tecnológica de la Brigada Provincial de Policía Judicial en A Coruña. La mujer acudió a los agentes por que estaba “preocupada” por el comportamiento de su hija en relación al móvil y por su “actitud extraña”. Según señala la Policía, la niña pasaba de “estar permanentemente pendiente de él, a dejarlo apagado en una caja”.

Los agentes accedieron al contenido del terminal, y revisaron las conversaciones de la niña con sus contactos a través de la aplicación de mensajería WhatsApp. En los archivos de este programa de chat, los agentes pudieron comprobar que la menor había estado manteniendo conversaciones con una persona que no era de su círculo de conocidos personales y que la hacía objeto de “amenazas y coacciones”.

El historial de mensajes apuntaba a que estos tenían como objeto “extorsionar” a la menor para que enviase al contacto contenido gráfico de carácter sexual, y, según pudieron comprobar los agentes, la niña había llegado a transferirle “al menos” media docena de vídeos explícitos.

La investigación pudo determinar que ambos se habían puesto en contacto a través de una red social, Instagram. Allí, el acosador se había abierto una cuenta falsa, en la que se hacía pasar por un menor, con ánimo de poder contactar con personas de su supuesta edad. Ambos trabaron relación y la chica facilitó al hombre su número personal, con lo que pudieron empezar a enviarse mensajes empleando WhatsApp. Como parte de las conversaciones, la niña le envió al hombre una fotografía personal de contenido sexual, y empezó la extorsión.

La chica le envió la primera foto al creer que él era de su misma edad

Una vez que tuvo la imagen, el hombre le reveló a la chica que era un adulto. Como sabía la identidad real de la chica, empezó a decirle que le mostraría la fotografía a sus familiares y amigos, a menos que ella consintiese en seguirle enviando más contenido explícito. Para reforzar la petición, la engañó diciéndole que había metido un tipo de virus en su teléfono móvil que le permitiría acceder a todos los archivos que tuviese en él.

El hombre la obligó a remitirle vídeos sexuales “durante días”, enviándole previamente las descripciones de lo que quería que hiciese, señalándole cuánto debían durar y a qué horas debía enviarlos. Al tiempo, usaba un “lenguaje agresivo” para presionarla, con insultos, vejaciones y humillaciones.

La menor bloqueó los números con los que él se comunicaba con ella a través de WhatsApp, pero el condenado consiguió volver a contactar con ella a través de la aplicación. También la llamó y envió mensajes por SMS e Instagram.

Antecedentes en dos países

La operación fue “compleja y minuciosa”, pero, con la cooperación de Interpol, se identificó al hombre en 2020 como un varón de 28 años residente en los Países Bajos y que tenía antecedentes “por diversos delitos contra las personas” tanto en esta nación como en España, aunque, según fuentes policiales, era holandés. Fue detenido en 2021 a través de una orden europea, y se le trasladó a España para ser juzgado.

La Audiencia Provincial consideró que el hombre es responsable de un delito de captación y utilización de menores para elaborar material pornográfico infantil, así como de un delito continuado de agresión sexual a una persona menor de 16 años. Además de los once años y medio de prisión, se le ha inhabilitado para cualquier profesión que implique contacto regular con niños.

La Policía Nacional recomienda a los padres que estén alerta a los cambios de actitud en relación al móvil de sus hijos, y a retraimientos repentinos, pues pueden revelar situaciones de acoso.