La Opinión de A Coruña

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El patrimonio oculto que guardan los fondos del mar de A Coruña

Los ‘bautismos de mar’ en la bahía coruñesa permiten asomarse a secretos de las profundidades como la rica fauna y flora marinas o los pecios de los barcos naufragados frente a las costas

Buceadores. | // L. O.

Cuenta la leyenda que un día existió una ciudad llamada Atlántida, que fue engullida por los mares y perdida para siempre. Cierto o no, A Coruña dispone a su vez de una urbe sumergida abierta para todo aquel que quiera visitarla. Los fondos marinos de la ciudad guardan un patrimonio oculto a los ojos, pero increíblemente rico si se explora como se debe. El club de buceo coruñés Nauga es uno de los encargados de abrir las puertas del universo sumergido de la ciudad a través de los llamados bautismos de mar, nombre que reciben las primeras inmersiones de aquellos que se aventuran a observar la naturaleza desde otro prisma.

Dos personas bucean, ayer. | // NAUGA

En esta ocasión, el club bautizó a una representación de la prensa coruñesa de la mano del Consorcio de Turismo, con motivo de la celebración del aniversario de la declaración de la Torre de Hércules como Patrimonio de la Humanidad. Una efeméride que vendrá cargada de actividades conmemorativas, entre las que se cuentan representaciones teatrales, proyecciones, jornadas de puertas abiertas y hasta talleres de gladiadores y otros juegos romanos.

Fondo marino coruñés. | // NAUGA

Los periodistas que participaron en la actividad pudieron comprobar que el monumento más fotografiado de A Coruña puede observarse, a través del buceo, desde una perspectiva a la que pocos tienen acceso. En el entorno submarino del faro romano descansa el pecio del petrolero griego Mar Egeo, que explotó frente a las costas coruñesas hace ahora 30 años y ofrece una vista que impresiona hasta al buceador más experimentado. Todo un reclamo para los llamados “chatarreros del mar”, quienes, tal y como explicaron los instructores de Nauga, aprovecharon la indefensión de los restos para hacerse con partes de la chapa. El inmenso bloque motor del buque permanece casi incólume anclado al fondo, perlado por la biodiversidad que se fue instalando sobre los restos a lo largo de las décadas, y circundado por los peces, que han normalizado la presencia de la descomunal estructura.

La lancha, en la Torre | // L. O.

El Mar Egeo compite en popularidad con la boya del Chino, que marca el lugar en el que duerme el pecio del buque de bandera noruega Rytterholm, que naufragó en 1976 dejando 34 supervivientes y un solo muerto, el cocinero chino del barco que dio nombre a la boya que hoy señala su posición.

Cuando las condiciones lo permiten, el entorno de la Torre es uno de los puntos de inmersión escogidos para los bautismos. Cuando, por el contrario, el fuerte oleaje complica la gesta para los buceadores novatos, el enclave se dirige a la ensenada de San Amaro, mucho más tranquila para una primera inmersión. El bautizado, llegados a este punto, nunca baja solo. Le acompaña en todo momento el instructor del club, un guía indispensable en las profundidades marinas incluso cuando el que se inicia en la disciplina ya ha adquirido pericia. “Nunca se puede bucear solo. Puede pasar cualquier cosa. El compañero siempre es esencial”, insisten desde Nauga.

Un instructor asiste a un usuario. | // NAUGA

El buceador acude equipado con bombonas de oxígeno, aletas, gafas de buceo y un traje de neopreno prestado por el club y que multiplica su peso. Cuando se sumerge en el mar, la sensación cambia y el buceador se mueve liviano entre las algas, los peces, los pulpos y el resto de vecinos coruñeses que habitan en los fondos. Una sensación que no entiende de condición física y que puede brindar a personas con discapacidad la oportunidad de explorar movimientos. “A las personas con discapacidad, el buceo les abre un mundo nuevo, porque en el agua no se tienen las mismas limitaciones”, relataron los instructores. La experiencia tiene un coste de 75 euros y una duración de 40 minutos. Nauga facilita el equipo, la compañía del instructor y las nociones para la inmersión. El resto es competencia del buceador, para quien pesan dos normas: disfrutar y respirar.

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