El derecho a una vida digna, pero, sobre todo, el derecho a una muerte digna. El coruñés Jesús Vázquez Conde, enfermo de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), dedicó los cinco años desde que recibió el diagnóstico a visibilizar la enfermedad y a reivindicar su derecho a dejar este mundo cuando así lo decidiese. El activista coruñés ha fallecido hoy de forma inesperada, dejando una pérdida irreparable para sus allegados y compañeros, pero también los posos de una importante labor por la visibilización del derecho a la eutanasia y para reclamar más medios para mejorar las condiciones de vida de los que padecen este tipo de dolencias.

Antes de fallecer, Jesús Vázquez, conocido en su entorno como Chus, pudo cumplir su anhelo de ver aprobada una Ley de Regulación de la Eutanasia, a la que esperaba recurrir si lo precisase llegado el momento. Un horizonte que muchos otros afectados por la enfermedad no pudieron contemplar, pero que él mantenía en sus planes si la enfermedad llegaba a imposibilitarle demasiado el día a día, y un derecho que defendió desde que, a los 53 años, una caída en la playa marcaba la antesala de un diagnóstico que cambió su vida y la de sus familiares. Descubrió entonces que la ELA no solo es dura y dolorosa, sino también muy difícil de costear si no se tienen los medios económicos suficientes. 

En su caso, el cambio de vida pasó por mudarse a una nueva vivienda, de alquiler y sin escaleras, y adquirir un buen arsenal de productos de apoyo como grúas, sillas de ruedas eléctricas y sillones articulados, pero, sobre todo, por saber adaptarse y aceptar su nueva realidad y la de su familia. Una tarea que consiguió gracias al apoyo de la asociación Galega de Afectados de Esclerose Lateral Amiotrófica, Agaela, que ofrece orientación sobre la enfermedad, apoyo logístico y atención psicológica a los afectados y sus cuidadores. Hoy Chus deja un hueco difícil de llenar, pero su legado, para quienes le escucharon y conocieron, sobrevive.