El sonido metálico de un dobro presentó a Texas en 1988. Con I don’t want a lover, que abría su disco de debut en aquel año, Southside, cualquiera diría que el arranque vibrante de aquella canción procedía de la aridez paisajística de Texas. Nada más lejos de la realidad: los chicos que descartaban “amantes” y preferían “amigos” tenían la piel pálida de la lluviosa Glasgow, pero se inspiraban en la música desértica de Ry Cooder compuesta para la película Paris, Texas (1984) para dar nombre a su banda.
I don’t want a lover ha abierto desde entonces un sinfín de conciertos, como lo hará esta noche en la plaza de María Pita, donde Sharleen Spiteri al frente del grupo celebra los más de treinta años de música y éxitos de Texas.
Solo Spiteri y el guitarrista Johnny McElhone resisten a bordo, un dúo compositor que llevó el barco por las aguas del rock alternativo de raíces americanas en los primeros tres álbumes, hasta 1993, y por rutas de efectivo y fresco pop comercial en los siete siguientes, hasta 2021.
El cambio estilístico, notorio con el reivindicable White on blonde (1997), lo adoptó con sutileza, probablemente sin conmocionar a los primeros fans (aunque sí apartando a algunos) y atrayendo a nuevo público, que mantuvo a Texas, cuando las ventas dejaron de medirse con el paso por caja en las tiendas de discos, en un confortable estatus de banda exitosa.
Su vocalista, guitarrista y compositora, de marcado acento escocés en el habla, es una entrañable front woman, rostro dominante del grupo que también probó producciones en solitario. Adora a su público y la audiencia le responde con el mismo cariño. Cae bien y sabe hacer que sus canciones caigan mejor o se celebren en comunión, como pasa con Halo, Once in a lifetime o Say what you want, que no faltarán en las fiestas de María Pita.
Cuando Texas se acomodó en su fórmula musical más eficaz, Sharleen Spiteri reforzó el encanto que ya desprendía antes con una actitud más retraída y su flequillo revoltoso, y la sonrisa aún juvenil le ha sentado bien siempre al grupo y a su imagen.
Con 54 años en la actualidad, sin despegarse de Johnny McElhone, desde las diez de la noche de hoy regresará un par de veces a aquel exitoso Southside que la dio a conocer cuando solo tenía 21 años, pero no a sus dos hermanos inmediatos. En el resto del repertorio habrá lugar para otro par de momentos para su disco más reciente, Hi, una muestra más de que Spiteri y su banda están lejos de agotarse.