A Coruña y su entorno cuentan con auténtica joyas de la arquitectura moderna. Más de una veintena de edificios construidos entre 1925 y 1965, periodo en el que desarrollaron las obras de este estilo, forman parte del listado que la Fundación Docomomo (Documentation and Conservation of buildings, sites and neighbourhoods of the Modern Movement) elabora para documentar y promover la conservación de estos edificios por su papel innovador en el movimiento moderno de la arquitectura. Ante la insistencia de miembros de la sección ibérica de esta Fundación, como el arquitecto coruñés Fernando Agrasar, el documento ha sumado edificios que se construyeron antes de 1975. Una ampliación que rompe con los límites y pone el foco en otras joyas, cuatro coruñesas.

La Iglesia Nueva de Santa Cruz. | // VÍCTOR ECHAVE

  • Torre Galicia. Esta obra de Manuel Gallego Jorreto fue construida en 1968. Ubicada en Juan Flórez, puede pasar desapercibida para los viandantes por los edificios que la rodean, pero cuenta con elementos que la hacen única. “Esa tipología era escasísíma en Galicia”, reconoce Agrasar, que insiste en que el inmueble “tiene que hacer malabarismos para situarse en esa zona”. “Es una torre muy delicada y muy canónicamente moderna”, añade. Una de las primeras obras de Gallego Jorreto que presenta “una fachada ligera” y unos pilares, pintados de rojo, “que son los perfiles laminares tal cual salen de la fundición de los altos hornos”. “El elemento limpio, industrial, está ahí”, señala. Dentro, cuenta el arquitecto, la Torre Galicia “tiene una distribución muy interesante”. Lo especial, sin embargo, es que esté situada en pleno centro de A Coruña. “En otros sitios sería un ejemplo de buena arquitectura pero quizá no sería tan raro verla. Aquí en Galicia, sí, porque no es común ver torres así fuera de las grandes ciudades”, explica.

Apartamentos Tenis, de Meijide, en San Pedro de Nós. | // CARLOS PARDELLAS

  • Iglesia Nueva de Santa Cruz. “Merece la pena visitarla”, sentencia Fernando Agrasar. Este edificio de Miguel Fisac, levantado entre 1967 y 1969, se encuentra en Oleiros. “Es un espectáculo. Dentro, la luz natural crea efectos entre esos volúmenes curvos de hormigón. La luz entra por lugares insospechadas”, relata el miembro de la sección ibérica de la Fundación Docomomo, que destaca que “el campanario es pura poesía”. Sobre el arquitecto, Agrasar recuerda que Fisac “era el niño bonito en la segunda mitad de los años 50 con la recuperación de la modernidad”. “Un arquitecto joven que suscitaba todas las esperanzas, llamaba la atención por lo que hacía”, cuenta. Sus experimentos con el hormigón se ven reflejados en esta iglesia. “Fue una obra hecha con pocos recursos. Fisac puso mucho más cariño y atención que honorarios. Algo muy normal en aquel momento”, expone, y agrega “la iglesia está resuelta maravillosamente en hormigón”. Además, Agrasar detalla que Fisac tenía un “manejo del espacio y la luz formidable”. Desvela también que esta iglesia, en realidad, “son dos edificios, uno la iglesia y el otro un centro parroquial”. “Forman un conjunto de una altísima calidad”, resume el arquitecto, al que le entristece que sea “una pieza muy desconocida por la gente que vive ahí”.

Viviendas de Pescadores, de Fernández-Albalat, en Fontán. | // L. O.

  • Apartamentos Tenis. Situados en San Pedro de Nós desde 1972, estos adosados de Carlos Meijide Calvo adquieren protagonismo por “ser pioneros”. “Lo especial no es que sean adosados sino que se utilizaron toda una serie de referencias nórdicas muy interesantes”, dice Fernando Agrasar, que informa que en aquellos años “se estaban haciendo coas muy similares en Dinamarca, Suecia o Noruega”. Los inmuebles eran de una cooperativa formada por los socios del club de tenis que quisieron hacer “esta cosa tan nórdica y tan interesante”. El miembro de la Fundación Docomomo opina que “el conjunto está razonablemente conservado, pero los interiores se han destrozado con las reformas”. Prefiere mirar atrás: “las fotos de época de los interiores son maravillosas, con carpinterías negras, colores fuertes y elementos modernos”.
  • Viviendas de pescadores. El grupo de 50 viviendas de Fontán, en Sada, obra de Andrés Fernández-Albalat, es uno de los “proyectos favoritos” de Fernando Agrasar. “Es un mat-building en Sada. Es una pasada”, expresa. Esos edificios, que aparecieron en Holanda e Inglaterra, que eran como un “entretejido de casas que van dejando patios y espacios de respiración que se comunican entre sí”. En este caso, comenta el arquitecto, “las viviendas, individuales, cabalgan unas sobre otras, con espacios que se sitúan entre lo público y lo privado”. Lo más interesante es que Albalat “no hizo esto años después sino al mismo tiempo que ocurría en otras ciudades de Europa”. Agrasar recuerda que eran años de una “España muy cerrada, la información no fluía y los viajes eran difíciles”, pero estas viviendas surgieron en Fontán. Están “estupendamente conservadas”, señala, aunque el “entorno ha cambiado, antes era precioso”.