Entre las más de 80.000 personas que acudieron a Riazor entre la niebla para ver a Tanxugueiras, destacó una pequeña que, subida a hombros durante todo el concierto, acompañó a Olaia, Aida y Sabela con su pandereta. No fue la única que bajó el instrumento al arenal para poder tocar un poquito durante el concierto. Una muestra de que Tanxugueiras tendrá relevo y que la música tradicional está a salvo con ellas.