La Opinión de A Coruña

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Librerías de viejo de A Coruña, joyas que buscan nuevas vidas

La reapertura de O Moucho amplía el universo de esos pequeños rincones en los que lo mejor es perderse para encontrar

Librerías de viejo de A Coruña, joyas que buscan nuevas vidas

Incunable, códice, facsímil, libros raros, antiguos… El mundo de los libros de viejo es muy extenso y tiene su propio vocabulario. También está marcado por las sensaciones. Ese olor al entrar en una librería, el tacto de una tapa de un libro del siglo pasado —o del anterior— o esa alegría al encontrar una joya perdida. Los amantes de las letras, seguramente, puedan entender cada una de esas situaciones. Incluso revivirlas al leer estas líneas. Todos esos ejemplares viajeros que buscan nuevas vidas llegan a su destino gracias a las librerías de viejo y quienes están detrás de ellas. Desde el mostrador, recomiendan, debaten, opinan, buscan y escuchan. En A Coruña, hay varios rincones literarios donde buscar tesoros. Como O Moucho, que está a punto de abrir sus puertas en el Agra do Orzán. El sitio ya tiene una historia detrás, pero está a punto de escribir un nuevo capítulo. “Tenemos muchísimos libros, sobre 80.000 volúmenes. Es un poco locura”, comenta Chechu Alonso, el dueño, que se encarga de la librería junto con Juan Carlos San Miguel.

Ahora se encuentran en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, en los jardines de Méndez Núñez, el epicentro de este mundo de libros de segunda mano que buscan un hogar. Los lectores no fallan a su cita. Los hay que van con la lista en la mano con todas sus peticiones, los que se fían de las recomendaciones de los libreros y los que encuentran sorpresas entre montañas de ejemplares. “El atractivo de la feria es que puedes encontrar libros que buscabas desde hace un montón de tiempo”, resume la catalana Rosa Sardá, una habitual de este evento, a la que le atrae la idea de encontrar libros “que ni siquiera están a la venta ya”.

Hay mucha magia en las librerías de viejo. Y ya no solo por todas las historias que se encierran entre tapas a la espera de ser leídas. También por las personas que están detrás del mostrador. Como Fran Barcia, que abrió Fiandón hace cinco años para cumplir un sueño. “Pensaba que podía ser hermoso vivir entre libros”, se sincera. ¿Lo es? “Claro, es muy hermoso”, contesta. Cuando dijo a familiares y amigos que iba a abrir la librería, le tacharon “de loco”. “Pero las locuras hay que hacerlas. La monté y va muy bien. No me voy a enriquecer, pero no hay nada mejor que trabajar de lo que te gusta”, confiesa el librero que, como su compañero de profesión Rafael Díaz, de Incunable, forma parte del “mundo del libro antiguo, que es muy interesante”.

Chechu Alonso y Juan Carlos San Miguel ‘Sanmi’ posan dentro de O Moucho, en el Agra. | // VICTOR ECHAVE

Chechu Alonso, copropietario de la librería O Moucho: “No podíamos decir que no a O Moucho, sobre todo por la historia de la librería”

Chechu y su socio Sanmi reabren en el Agra do Orzán la mítica librería de viejo que desapareció de la Ciudad Vieja hace cuatro años E Tienen más de 80.000 volúmenes 

Hace más de cuatro años que la librería O Moucho se despidió de la Ciudad Vieja. Lo hizo por la puerta de atrás, casi sin avisar, pero dejó una huella imborrable. Muchos coruñeses han pasado horas y horas dentro de esas cuatro paredes repletas de libros. Esos mismos son los que echan de menos a Moncho, el que era su propietario, y sus conversaciones. Son también los que estos días, al visitar la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión en los jardines de Méndez Núñez, se han llevado una gran sorpresa. De las buenas. O Moucho vuelve. Esta vez, con Chechu Alonso y Juan Carlos San Miguel, más conocido como Sanmi, al mando.

“Moncho se acaba de jubilar. En su día preparó la mudanza y ahora nos toca continuar la estirpe. No podíamos decir no, sobre todo por la historia de la librería”, comenta el nuevo dueño de la librería, Chechu, que informa que abrirán en el Agra do Orzán, en el número 19 de la calle Ramón María Aller. “Queremos inaugurar en septiembre, después de la feria”, avanza.

Tanto Chechu como Sanmi llevan años vinculados al universo de las librerías. Pero esta es diferente. Es de las que esconde joyas. “Vimos que había un nicho de mercado en el libro usado y no lo dudamos. Hay que darle una vuelta al mundo y reutilizar las cosas. Dar una segunda vida a todo, también a los libros”, comenta Alonso.

Su teléfono no para de sonar desde que anunció la reapertura de la tienda y la gente se acerca a su caseta de Méndez Núñez para preguntar por Moncho. “Él nunca puso un cartel en la tienda que anunciase ‘se traspasa’ o ‘me jubilo’. Nada. Las noticias eran que la tienda había desaparecido”, recuerda de aquel 2018. Por el medio, “una pandemia” y un negocio “totalmente analógico”. “Ni redes sociales, así que en la feria viene mucha gente a preguntarnos”, añade.

Es la primera ventana que se abre de O Moucho, pero ya queda muy poco para entrar por la puerta hacia su casa. Dentro, miles de historias. “Yo creo que puede haber 80.000 volúmenes”, calcula Chechu Alonso, que espera que la librería ayude “a dinamizar culturalmente” el Agra do Orzán, su nuevo hogar. Tienen muchos planes: “La idea es que no sea solo una librería sino que haya presentaciones de libros y clubes de lectura, incluso queremos ceder espacio a las asociaciones para que hagan reuniones o actos”.

Hace tiempo que los libros de O Moucho habitan en este espacio de la calle Ramón María Aller. Algunos han viajado hasta la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, pero la mayoría esperan pacientes el reencuentro con los lectores. “Es un poco locura todo lo que hay ahí dentro”, confiesa el propietario. El plan de Chechu y Sanmi es “digitalizarlo” todo. Tarea difícil, pero necesaria. “La gente pide cosas muy concretas. Si nos preguntan por un autor o un libro en concreto es muy complicado. A veces te acuerdas, pero hay demasiados libros”, explica. Es también una forma de atender demandas de lejos. “Hay gente de fuera que pasa estos días por la feria y nos pregunta si tenemos algún libro y si puede pedirlo por internet”, indica. Un nuevo camino para O Moucho que está a punto de empezar: “Queda un arduo trabajo de clasificación”.

Lo que quieren es abrir “lo antes posible” para que la librería se llene de gente. De nuevos dueños de libros. De consultas que no dejan a nadie indiferente. “Nos piden cosas muy raras. Estos días, libros de limpieza de chimeneas y libros de cerraduras”, apunta, todavía sorprendido. En la librería de viejo, los lectores “quieren lo raro, lo descatalogado”. “No buscan saldos”, reconoce. Buscan joyas. “Aquellas cosas que no pueden encontrar en otras tiendas”, dice Alonso, que todavía se ilusiona cuando ve los “rostros de felicidad de los coleccionistas” cuando encuentran lo que estaban buscando.

Dentro de la librería ahora se encuentran también “cómics, libros especializados en coleccionismo” e incluso “un poco de arte, con Sargadelos o cerámica celta”. “Hay que adaptarse”, asume Rafael Díaz, que también encuaderna, aunque “ya no hay tanto trabajo porque ahora está todo en PDF”. De todos modos, el librero, desde la calle Real, espera que estos “pequeños rincones sigan existiendo”. “Como la librería Shakespeare de París o la de King Cross en Londres”, cita el coruñés, feliz por la noticia del regreso de O Moucho. “Eso te da ánimos para continuar. Son buenas noticias. También hay librerías de libro nuevo que van abriendo”, concluye.

Fran Barcia posa en la Feria del Libro Antiguo. | // VÍCTOR ECHAVE

Fran Barcia, Fiandón: “Es hermoso vivir entre libros, encuentras cosas muy peregrinas”

Dice Fran Barcia que muchos amantes de la lectura “sueñan con abrir una librería”. Él hizo de su sueño una realidad al cumplir 50 años. “Yo tuve un bar durante 20 años y llegó un momento que dije ‘o monto ahora la librería o no lo hago nunca”, recuerda. Y así nació Fiandón. “Es hermoso vivir entre libros, encuentras cosas muy peregrinas”, declara. Barcia, que estos días se encuentra en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, intenta tener “de todo” en su tienda, “desde ensayos sobre Galicia a ciencia ficción”. Pero siempre aparecen lectores con un nuevo reto. “Entra gente a la librería y pregunta por cosas que no conozco. A veces pienso ‘¿pero existe ese libro”, bromea. Dentro de Fiandón hay “35.000 libros en la tienda y otros 50.000 en el almacén”. Quizá nunca es suficiente. “La cantidad de libros es inmensa, pero también es maravilloso”, reflexiona, aunque Fran Barcia es de los que piensa que “hay muy poco tiempo de vida para leer tantas cosas”. Entrar en Fiandón, en el número 11 la calle San Roque, es como adentrarse en otro mundo. Ese en el que reinan las letras. “Tenemos una librería muy bonita. Al entrar, impresiona”, revela el propietario, que todavía se sorprende cuando los clientes le preguntan si la disposición de los ejemplares sigue algún tipo de orden. “Si me preguntan por El Quijote, tengo que saber dónde está”, apunta. No obstante, sabe que su librería no es como otras. Aquí la magia está en “perderse”. “Ese es el espíritu. Que una persona entre preguntando por un libro, como Rayuela, y yo le acompañe a la estantería de Julio Cortázar, pero se le va la vista a otra parte”, relata. Así, navegando entre aventuras, el lector pasa “una hora” explorando y cuando llega a la caja, la historia cambia. “Te viene con seis libros y ninguno es Rayuela. Esa es la parte bonita de las librerías de viejo”, confiesa el dueño de Fiandón, que asegura que su profesión es como la de “un mozo de almacén”, pero en un “almacén muy bonito”.

Rafael Díaz, en su librería, Incunable. | // VÍCTOR ECHAVE

Rafael Díaz, Incunable: “Está bien que existan las librerías de viejo, aunque el mundo del libro ha cambiado”

Dentro de las galerías comerciales de la calle Real hay un pequeño establecimiento de apenas 20 metros cuadrados que, a su vez, es enorme por las mil historias que guarda. Es la librería Incunable, que permite al lector viajar a otra época sin necesidad de tener una máquina del tiempo. “Está bien que existan las librerías de viejo, aunque el mundo del libro ha cambiado, ya no compra tanta gente, hay mucha venta online y nuevos dispositivos para leer”, analiza el propietario, Rafael Díaz, quien entró en este mundo por herencia. “Mi madre fundó la librería y yo empecé a llevarla en el año 98. Hasta ahora”, recuerda. A Díaz le da “pena” que, en algunos casos, al cliente le pueda “compensa más comprar online” porque así se pierde ese contacto con el librero y las sensaciones de tocar un ejemplar, olerlo e incluso encontrar joyas inesperadas. “El mundo del libro antiguo es muy interesante”, sentencia, a la vez que celebra que “haya varias librerías de viejo en la ciudad”. “Aunque muchas son más de libros nuevos, no tanto coleccionismo. Libros del siglo XXI. Aquí no, aquí hay incunables. Y somos los únicos”, presume. El incunable, para el que esté un poco perdido con el término, era el tipo de libro impreso durante el siglo XV, en el inicio de la imprenta europea.

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