La Opinión de A Coruña

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La Universidade da Coruña, mas allá de los rankings

Profesionales ligados reflexionan sobre las posibilidades de la institución tras su ausencia en el listado de las 1.000 mejores universidades que fija el ranking de Shanghái y ponen en perspectiva los criterios que contemplan estas clasificaciones

Una investigadora trabaja en un laboratorio de la Universidade da Coruña. | // CARLOS PARDELLAS

La publicación, hace pocas semanas, del ranking de Shanghái, que recopila y ordena las 1.000 mejores universidades del mundo, dejó sensaciones agridulces en el sistema universitario gallego: mientras que la Universidade de Santiago de Compostela y la de Vigo se mantenían en la horquilla 500-600, la Universidade da Coruña, similar en tamaño y nivel de financiación, se quedaba en el rango 1.000-1.100. Además de sensaciones, el puesto dejaba preguntas: ¿Es la UDC una institución menos competitiva que sus equivalentes inmediatas? ¿Qué criterios sigue el ranking para puntuar a las universidades? ¿Qué fortalezas tiene la UDC que los listados pasan por alto?

Investigadores, profesionales, y responsables de la institución académica coruñesa comparten opinión: si bien es importante vigilar la posición que se ocupa en las clasificaciones, es necesario desmitificar su relevancia a la hora de valorar la calidad de una universidad. El ranking de Shanghái, el más popular y encabezado, desde hace 20 años, por la universidad de Harvard, tiene claro su criterio: de marcado carácter científico, el listado valora indicadores como los premios Nobel, tanto de sus graduados como del personal académico; o los artículos y la publicación de investigaciones en prestigiosas revistas, como Nature y Science. Muchas instituciones afinan al máximo estos criterios para mejorar su posición, lo que, muchas veces, hace que adelanten posiciones de forma acelerada de un año a otro.

“Hay estrategias para ascender en estos rankings que a nosotros, personalmente, no nos interesan. Una de ellas es fichar a un premio Nobel, o buscar investigadores altamente citados y plantearles una oferta, como hacen, por ejemplo, en las universidades del Golfo Pérsico, donde hay interés por subir en estos rankings. ¿Quiero eso para la universidad de A Coruña? Sinceramente, no”, defiende el rector de la UDC, Julio Abalde, que no fija como prioridad adecuarse a los criterios que definen estos listados para adelantar posiciones a instituciones homólogas, sino avanzar en la verdadera misión de la Universidad: formar e investigar.

“Creemos que la función de una universidad no es esa, sino ofrecer a nuestros alumnos una formación competitiva y de calidad. Aún así, A Coruña ha ido mejorando progresivamente en los rankings, pero creo que determinar la calidad de una universidad en función de eso, es ofrecer una visión distorsionada”, reflexiona Abalde, que prefiere medir el potencial de la institución coruñesa en base a otros parámetros. “Nos interesan los rankings para saber las áreas en las que podemos mejorar, pero la idea es compararnos con nosotros mismos: si vamos mejorando año a año, hemos alcanzado el objetivo”.

Lo que las clasificaciones no muestran

Lo cierto es que, si se fragmentan sus ámbitos de conocimiento, la posición de la Universidad en los listados internacionales cambia. Si se valora la calidad de la docencia, la UDC se sitúa entre las 200 mejores, y, si se evalúa su impacto social, se coloca entre las 300. Es, además, la cuarta de las universidades españolas en materia de sostenibilidad. “A la hora de medir la utilidad social de las universidades, hay que ir más allá de las listas. La UDC, en aspectos muy relevantes, está por encima de lo que le correspondería por tamaño: en calidad de la docencia, en empleabilidad, en responsabilidad social corporativa. Son cosas que no miden los índices”, observa el exalcalde de A Coruña y actual Decano de la Facultad de Derecho, Xulio Ferreiro.

La universidad coruñesa se coloca también entre las 300 mejores del mundo en el ámbito de la Ingeniería Civil y gana posiciones de forma considerable cuando lo que se valora únicamente es la investigación. “En la UDC hay especialización en temas interesantes, destaca en sostenibilidad y en investigación, con iniciativas como el Campus Innova. Hay una línea coherente de investigación y docencia y titulaciones punteras”, enumera Ferreiro. La directora del Campus Innova, Susana Ladra, pone el foco en otros aspectos que hacen competitiva a la universidad coruñesa, aquellos en los que, de igual modo, insistía Abalde: la calidad de la formación que reciben los alumnos y sus posibilidades en el mercado laboral. “Si se midiese el potencial en función del número de CEOs que salen de las universidades, A Coruña saldría beneficiada. Los profesionales que formamos en el Campus Innova acaban trabajando en el exterior, en empresas tecnológicas europeas y en startups. Son valorados internacionalmente por los conocimientos y su capacidad de desarrollar su trabajo”, defiende.

Profesionales de la institución señalan la importancia de fijarse, a la hora de valorar el potencial de una universidad, en esas fortalezas que los rankings no reflejan. En el caso de la coruñesa, su comunidad destaca un elemento fundamental: la capacidad que tiene para devolver a la sociedad lo que esta le brinda. “Falta una perspectiva que valore más esa cercanía a la sociedad, esa transferencia. La universidad no es solo publicar. Es contribuir a la comunidad local, en este caso, a A Coruña y a Galicia”, observa Thais Pousada, terapeuta ocupacional y doctora especializada en informática industrial, que juzga que, en su caso, la Universidade de A Coruña cumple con creces en este punto, pues contribuye con la sociedad en materia de conocimiento y el desarrollo de proyectos innovadores que repercutirán después positivamente. “La UDC tiene un programa amplio de becas que cubren transporte, comedor o residencia. Tiene atención a la diversidad, fomenta la inclusión del estudiantado con discapacidad, hay becas de cooperación al desarrollo, proyectos de aprendizaje y servicio, una parte importante de responsabilidad social...”, enumera Pousada.

La financiación, el talón de Aquiles

Más allá de la calidad de la docencia o el volumen de investigaciones que se desarrollen en los campus, lo que casi siempre determina la posición de las instituciones en los listados de las mejor valoradas son las posibilidades económicas que tienen; ya no solo para llevar a cabo investigaciones ambiciosas, sino para publicar sus resultados.

“La financiación es otra clave fundamental que no aparece en ningún ranking. Es un milagro que haya universidades españolas entre las 500 mejores, porque el nivel de financiación está 12 veces por debajo que las anglosajonas”, valora el rector. Hay quórum en la muestra consultada. “Publicar es lo que te posiciona. Hace poco, publicamos un artículo que nos costó 1.500 euros. Los esfuerzos e inversiones en investigación podrían ser mucho mayores en España. En general, el porcentaje de inversión a la investigación es mínimo”, señala Thais Pousada.

Coincide con su percepción Fernando Martínez Abella, quien presidió la candidatura rival al actual rector en las últimas elecciones y que a día de hoy dirige el Centro de Innovación Tecnolóxica en Edificación e Enxeñería Civil (Citeec) uno de los centros adscritos a la Universidade que cuenta con una infraestructura de investigación más puntera en todo el campus. Abella pone el ojo sobre otro de los indicadores que se suelen utilizar para medir el potencial de las instituciones, su volumen de publicación, que no siempre refleja la calidad de las investigaciones que se desarrollan en los campus.

“Las publicaciones siguen siendo un hito importante, pero se han desmadrado un poco. Hay una articulitis terrible en todo el mundo, que hoy en día es necesaria porque te acaban midiendo por eso. Antes encontrabas artículos más densos, y ahora la gente fracciona su investigación todo lo que puede para tener mas publicaciones. Eso ha desvirtuado un poco el mundo de la investigación”, observa Abella. La financiación, de nuevo, es el talón de aquiles de las universidades con menos recursos o tamaño a la hora de competir o publicar. “Un artículo científico es muy caro de hacer. Exige una investigación costosísima. Ahora mismo, en el Citeec, tenemos una investigación que se plasmará en uno o dos artículos buenos, citados, que puede haber costado 100.000 o 120.000 euros”, ejemplifica Abella.

En este punto, también influye la cartera de titulaciones que ofrezca cada institución, pues algunas son más proclives a la publicación que otras, como las integran la oferta de la UDC, entre las que se cuentan carreras que conforman el ciclo constructivo o las Ciencias Sociales. “Nosotros tenemos ingenierías, que no suelen publicar en esas revistas. Hay universidades que han eliminado titulaciones jurídicas y de ciencias sociales, que no cuentan para ese ranking, porque es bastante sesgado. No creo que ese sea el camino”, considera Susana Ladra.

Estrategia para el futuro

Si bien la mayoría de los expertos consultados coincide a la hora de situar la Universidade da Coruña como una institución puntera y con un envidiable nivel de docencia, investigación y transferencia, insisten en la importancia de seguir avanzando en materias que pueden hacer de la coruñesa una universidad todavía más competitiva. Para Abalde, esos avances son más una carrera de fondo que de velocidad, y pasan necesariamente por la atracción de talento joven, emergente y con una carrera por desarrollar. “Eso es un trabajo a largo plazo. Preferimos fútbol de cantera, no de galácticos. Queremos formar equipos que nos hagan relevantes desde el punto de vista de la investigación”, propone el rector.

Para Martínez Abella, las posibilidades que brinda esa captación de talento joven deben apoyarse sobre dos bases que suplan, también, esas carencias de financiación que arrastran las posiciones de los rankings: el proyecto europeo y la colaboración entre la institución y el mundo empresarial. “Cada proyecto europeo que llegue es una financiación sólida, potente, que no solo permite formar a gente, sino desarrollar publicaciones y colaboraciones. La colaboración con la empresa es fundamental. La empresa en sí no investiga mucho, tiene ideas y necesidades. Esa unión puede dar beneficio mutuo, y genera un volumen de recursos importantes. Cuando la financiación ha sido más potente, el número de publicaciones ha crecido de forma extraordinaria”, advierte.

Susana Ladra, por su parte, mira al futuro y ve más allá de nuestras fronteras. Otorga a los esfuerzos en avanzar en internacionalización la llave para colocar la Universidade da Coruña en la primera línea. “En la diversidad esta el enriquecimiento, el ser capaz de captar profesorado y alumnado de otras Universidades nos haría avanzar en muchos aspectos. Se debe trabajar en ello y, de hecho, se está haciendo”.

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