La Opinión de A Coruña

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Alondra de la Parra: “En algunas cosas, el mundo de la música se comporta como en el siglo XIX, ni siquiera en el XX”

“La música no reconoce nada más que si quieres o no sentir. Ni siquiera te pregunta. Te agarra y te sacude”

Alondra de la Parra, en el escenario del Palacio de la Ópera. Casteleiro/Roller Agencia

La directora Alondra de la Parra se pondrá al frente de la Orquesta Sinfónica de Galicia esta noche para estrenar en Europa la obra Sinfonía Imposible, de Arturo Márquez, y la Sinfonía n. 3, en fa mayor, op. 90, de Brahms. El concierto será en el Palacio de la Ópera, a las 20.00 horas, y abre la temporada de la Sinfónica.

¿Cómo suena la orquesta?

Hermosa. Es un placer trabajar con ella. El primer ensayo ya fue extraordinario. El nivel, la disposición, el corazón, la habilidad técnica...

Lleva abriendo camino para las mujeres directoras desde el inicio de su carrera, ¿cómo es dirigir ahora, que ya lleva veinte años al frente de grandes orquestas?

Siempre que estoy delante de una orquesta siento que es un gran privilegio. Tener la atención de tantas personas talentosas, que han trabajado tanto para lograr algo juntos... Tener la confianza de ser quien pueda ir labrando y buscándole la forma a una obra es un privilegio. Todos los días que paso en el podio me sorprendo y me llena el aliento de honor y de gratitud.

¿Es igual de emocionante que al principio cuando era todo nuevo?

Es muy diferente y es mucho mejor. Cuando uno empieza está lleno de miedos, de signos de interrogación, es como un pajarillo que trata de volar y no tiene las alas bien formadas. Después de hacerlo durante veinte años ya puedo disfrutar mucho más porque no estoy preocupada por tener el comando o por la técnica. Puedo pensar en cosas más interesantes e importantes, como la poesía y la retórica, en cómo tomar decisiones colectivas con un grupo de adultos. Eso es muy interesante también, porque cada músico tiene su propia historia. La madurez es algo hermosísimo. Permite el sentido del humor, entender qué vale la pena y qué no. Mis maestros me decían que esta es una profesión que se hace mejor cuanta más edad tienes y es verdad.

Mujer, joven, latina... Tenía condiciones para poner nervioso al sistema, ¿es machista el mundo de la música o lo fue con usted?

Sí, sin duda. Todo para mí era más lento que para mis colegas hombres contemporáneos. Creo que las cosas están cambiando y eso me alegra muchísimo, pero sigue siendo un mundo que, en algunos aspectos, se comporta como si estuviésemos en el siglo XIX, ni siquiera en el XX. Yo nunca pensé en esas cosas, solo pensaba en la música y en cómo podía mejorar mi técnica, mi comunicación, mis ideas... Sigo con esa obsesión. Yo nunca me vi a mí misma como mujer o como latina. No veía eso, solo mi imaginación con la música.

Estrena en Europa una composición, la Sinfonía imposible, de Arturo Márquez, ¿a qué suena?

Es muy emocionante. Es una obra totalmente del día de hoy en todos los sentidos, porque se acaba de escribir y porque la hizo pensando en usar el arte para llamar la atención de la gente sobre temas importantes como el cambio climático, la igualdad de género, la empatía, la resiliencia, la emigración... Espero que toda la gente pueda vivirlos a través de la música y reflexionar sobre ellos.

Estos temas están muy relacionados con la pandemia, ¿tiene el público más ganas de ver música en directo, tras el confinamiento?

Creo que sí, que la gente está mucho más sensible y aprecia y valora más lo que es tener una orquesta de seres humanos sin cables, sin pantallas, sin teléfonos... regalándole una expresión de corazón a corazón.

¿Lo nota en el escenario?

Muchísimo. Es una energía. Cuando acaba el concierto ves a la gente realmente agradecida. El público es parte de la interpretación de una obra porque termina en el corazón del oyente y depende de la química de esa persona, de su estado anímico, de la experiencia, el sabor final.

Otra de sus facetas es la educativa, montó con 23 años la Orquesta Filarmónica de las Américas, ¿por qué ese interés en que los niños aprendan música?

Ahora estoy en un proyecto que se llama Armonía Social, que consiste en llevar a niños a la orquesta como parte del festival que acabo de fundar, PAAX GNP, en la Riviera Maya, donde los niños van a recibir durante todo el año formación musical para culminar en este festival, al que vienen músicos de todo el mundo y trabajan con ellos. La música no discrimina y no reconoce nada más que si quieres o no sentir. Ni siquiera te pregunta. Te agarra, te sacude. . Un niño que estudia música y que crece tocando en una orquesta es un niño que sabe contar, abstraerse, sentir, expresarse, cantar, decir algo, colaborar, ser parte de algo más grande que él, que la contribución al grupo es más fuerte que la individualidad y que el éxito propio es menor que el éxito compartido. Es un niño que sabe de empatía, de disciplina, de rigor, de esfuerzo. Si todos los niños del mundo tuvieran esos valores, estaríamos en otro mundo. Por eso es un proyecto gratuito y puede participar quien quiera. Mi idea es que se convierta en un proyecto, de entrada, nacional.

¿Cuándo la “agarró” la música?

No me acuerdo de un solo día en el que yo no estuviese enamorada de la música. Iba a conciertos y estaba siempre con la ansiedad de quererme subir al escenario. Me desesperaba estar en el público.

Empezó con el piano, ¿cómo lo eligió?

Primero piano, después chelo, estudié composición y dirección de orquesta. Me interesaba y me daba curiosidad. Nada para mí era fácil. Tenía que estudiar mucho y practicar. Nunca pensé que pudiese ser músico profesional, pensaba que no iba a poder, por eso trabajaba el triple que mis compañeros, porque me veía muchos handicaps, quizá fuese cierto, quizá no, pero el trabajar tanto, de pronto, me empezó a abrir camino.

¿Y cuándo notó que sí?

Un momento clave fue cuando fui a un curso con 19 años de dirección de orquesta, con el que ahora es mi maestro, Kenneth Kiesler. Estaba aterrada, quería dirigir, pero tenía una inseguridad tremenda. Él me dijo que, si quería hacer esto en serio, lo iba a poder hacer y que él me iba a ayudar. Él creyó en mí y eso fue muy importante.

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