La presión de España y Alemania para que Francia ceda y acepte la construcción de un gasoducto por los Pirineos -el MidCat-, que atravesará parte de su territorio para proveer de gas a la Unión Europea, escala un peldaño más. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el canciller alemán, Olaf Scholz, han incluido esta reclamación en el plan de acción entre ambos países, suscrito en la cumbre hispano alemana celebrada este miércoles en A Coruña.

"Seguiremos presionando por una mayor capacidad de interconexión de la Península Ibérica para mejorar su contribución a la seguridad del suministro a toda la UE", asegura el documento, que también pone fecha para su construcción: el año 2025. "Es de suma importancia", sostienen, para lograr un mercado energético interno verdaderamente sólido, acelerar la transición verde y reforzar la autonomía estratégica de la UE". Además se aboga por abrir conversaciones y que en ellas se incluya a la Comisión Europea.

Sánchez y Scholz se conjuran de este modo para vencer la resistencia francesa que rechaza el gasoducto por distintas razones. Las principales son, según distintas fuentes políticas españolas, el impacto que esta infraestructura tiene en su territorio y el rechazo que produce en algunas población, pero también la tradicional negativa de Francia a ayudar a España. Aunque esta última razón puede quedar ahora totalmente desfasada, ya que no se trata solo de una petición española, que lleva décadas demandando mejorar la interconexión, sino de una obra que puede contribuir a paliar la dependencia de la UE y de Alemania del gas ruso. España podría así enviar gas a Europa, que llegaría previamente licuado a las regasificadoras que hay en nuestro país.

La implicación de Scholz, que ya ha pedido antes al impulso al MidCat, supone una gran ayuda para vencer la oposición francesa, anclada en los argumentos de que tardaría mucho en estar operativo y que va en contra de su objetivo de prescindir de los combustibles fósiles en 2050. La declaración hispano alemana de este miércoles persigue rebatir estos dos planteamientos, ya que asegura que puede estar en funcionamiento en 2025 y pone el acento en que transportaría también una energía limpia como el hidrógeno verde.

La cooperación entre ambos países para tratar de superar el rechazo de Emmanuel Macron se produce después de que París haya hecho algún pequeño gesto en las últimas semanas y se mostrara abierto a discutir sobre ello en la cumbre euromediterránea que debía celebrarse el pasado viernes en Alicante, y que fue pospuesta porque Pedro Sánchez se contagió de Covid, en la que los jefes de Estado y de Gobierno de los nueve países participantes iban a hablar, precisamente, de la crisis energética.