La Opinión de A Coruña

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Se buscan conductores de bus: un trabajo caro en salud y en exámenes

Las empresas buscan conductores en un sector envejecido, con salida laboral, pero en el que sacar el carnet cuesta 2.000 euros y las posturas corporales generan desgaste físico

Un autobús metropolitano en la parada de Entrejardines. | // VÍCTOR ECHAVE

La Cámara de Comercio de A Coruña y la empresa de autobuses Alsa estrenarán el próximo lunes un curso de formación de conductores de autobús para once jóvenes menores de 30 años, que ofrece la posibilidad de contratación posterior. No es el único programa en marcha, pues dentro del programa PICE, Alsa promueve otros en Gijón, Granada, León y Madrid. Y todos responden a lo mismo: la falta de profesionales. Según señalan tanto patronal como sindicatos, entre las barreras de entrada se encuentra la dificultad y alto coste de la formación, a lo que los trabajadores añaden la dureza física del trabajo.

Para ser conductor de autobús hay que tener un permiso de clase D y un Certificado de Aptitud Profesional (CAP). Según explica el presidente del comité de empresa de la Compañía de Tranvías, Alberto Couselo, sacar el carnet “es cada vez más caro, ahora está en 2.000 y pico euros”. Fuentes de Alsa señalan que con la entrada en vigor de la normativa europea que implantó el CAP, “los requisitos de acceso a la profesión se han endurecido”, tanto por los “contenidos” y la dificultad de la preparación como por el “esfuerzo económico”.

La edad media de los conductores es de 50 años, explica la empresa, y mientras que en 2008 se obtuvieron 26.400 permisos de la clase D, en 2020 fueron apenas 6.500. “En los próximos años las jubilaciones serán difíciles”, indica Alsa.

En cuanto a las condiciones de trabajo en el sector, señala Couselo, cambian dependiendo del tipo de empresa. “Nosotros tenemos un turno de ocho horas, mañana y tarde, y no tenemos tacógrafo, pero hay mucha diferencia con los transportes metropolitanos o discrecionales. Si haces excursiones o viaje internacional, es más complicado, te tiras cuatro días fuera”, señala.

Otro de los problemas es la dureza física. La conducción de bus está reconocida como “trabajo penoso”, explica Couselo, porque “afecta directamente a la salud del trabajador, hay estrés, las posturas y movimientos repetitivos tienen consecuencias músculo-esqueléticas”. El sector, explica, está ahora mismo luchando para que haya coeficientes reductores y los profesionales se puedan retirar antes que la norma general. En la Compañía de Tranvías hay prejubilaciones con 61 años. “Uno no tiene los mismos reflejos, y la responsabilidad es real, a veces llevamos a 60 personas”, explica.

Por otra parte, indica que “las condiciones están bien”, y que todos los años se incorporan diez o quince conductores jóvenes, de los que la empresa prefiere que tengan menos de 35 años. Desde Alsa, que actualmente tiene una flota de 85 autobuses en la comarca y quiere “seguir creciendo”, indican que las formaciones como la que están promoviendo en A Coruña pueden servir para disminuir las altas cifras de paro juvenil, y que es necesario “facilitar el acceso a la profesión, hacerla más visible y cambiar la imagen que la sociedad tenía del conductor”.

Actualmente, señala la compañía, la labor de un conductor no es solo la de guiar el vehículo, sino que el oficio requiere competencias que van desde la atención al cliente a las habilidades relacionadas con la digitalización, el “compromiso con la seguridad y la calidad y otras muchas que completan al profesional”.

“Es una profesión muy agradecida y de futuro”, asegura la empresa, que señala que las posibilidades de promoción son “múltiples: hay conductores que con el tiempo se convierten en técnico de servicio, planificadores, formadores de otros conductores”.

El conductor de bus y sindicalista Alberto Couselo. | VÍCTOR ECHAVE

"Está reconocido como trabajo penoso y el sector pide retirarse antes de la norma general"

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