Hace ahora diez años que el Conservatorio Profesional de Música de A Coruña puso en marcha lo que denominó Proyecto NEE (Necesidades Educativas Especiales), destinado a permitir que el alumnado con características personales que le impiden recibir la enseñanza convencional tenga acceso a una serie de medidas adaptadoras que hagan posible que adquiera los conocimientos necesarios.
La experiencia acumulada a lo largo de la década lleva ahora a los responsables de esta iniciativa a sustituir su nombre por el de Proyecto Inclusivo y a introducir una modificación en su desarrollo, que consiste en el establecimiento de contactos estables con los servicios de orientación de los centros educativos de los que proceden los alumnos.
“Necesitamos más información y conocerla con antelación nos orienta muchísimo a la hora de dar las clases”, explica Arantxa Vera, profesora del Conservatorio y coordinadora de este proyecto, quien señala que hasta ahora el centro recibía pocos datos sobre los nuevos alumnos con necesidades especiales y que incluso algunos padres son reacios a proporcionar informes en los que se detallen.
Con el cambio introducido, las familias tendrán que rellenar un formulario en el que se solicita saber si el alumno tiene una discapacidad intelectual, motora o sensorial, o si sufre trastornos graves de conducta o de la comunicación y el lenguaje. También se reclama conocer las medidas de atención a la diversidad que precisa el estudiante, tanto ordinarias como extraordinarias.
A partir de ahora, el Conservatorio Profesional se reunirá en junio y septiembre con los orientadores de los centros para recabar información sobre los nuevos alumnos y exigirá que los informes que se emitan correspondan a ese mismo año, ya que en algunos casos los que se proporcionaban no estaban actualizados. Arantxa Vera, quien además es madre de uno de estos alumnos, destaca que otra de las actuaciones novedosas es la preparación de la prueba de acceso a la que deben someterse quienes desean cursar estudios en este centro, ya que a los aspirantes con necesidades especiales se les da más tiempo para realizarla e incluso se les permite hacer descansos durante su ejecución.
Diez alumnos
El curso actual cuenta con diez alumnos de este tipo, de los que cinco son nuevos. Vera explica que en algunos casos siguen las clases en un aula ordinaria, pero que en general lo hacen en otras con un aforo reducido e incluso de forma individual, en función de sus necesidades. En cuanto a cómo se desarrolla su aprendizaje musical, indica que “depende muchísimo de su tipología”, ya que los que tienen autismo padecen problemas de concentración, aceptan con dificultad la frustración y no soportan el ruido.
La aceptación de estos alumnos por los profesores en general es buena, según Vera, y, aunque admite que en algunos casos “puede haber malentendidos”, asegura que “cada vez hay más deseosos de participar en el proyecto. Por parte del resto de estudiantes comenta que no hay problemas para la integración de los que tienen necesidades especiales porque ya han compartido clase con ellos en otros centros educativos y “la situación está mucho más normalizada de lo que pensamos”.
“Algunos lo dejan, pero por regla general acaban el cuarto grado elemental”, refiere sobre el nivel que llegan a alcanzar en el Conservatorio y añade que estos alumnos tienen más dificultades para cursar estos estudios debido a que también asisten a sesiones terapéuticas y a la educación convencional, por lo que en algunos casos se ven obligados a abandonar el aprendizaje musical por la carga que soportan. Vera destaca que uno de estos estudiantes, con un trastorno muy próximo al Asperger, logró incluso acceder al primer curso del nivel profesional.
