La Opinión de A Coruña

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Julia Rendón | Autora de ‘Lengua ajena’, que presenta hoy a las 19.00 horas en Moito Conto

“Las migraciones forzadas dejan un legado de dolor que se traspasa por generaciones”

“La maternidad de mi protagonista la conecta con su abuela, exiliada por el Holocausto”

La escritora ecuatoriana Julia Rendón, que presenta hoy ‘Lengua ajena’ en Moito Conto. | // LA OPINIÓN

Julia Rendón (Quito, 1978), autora de La casa está muy grande, La mano de Malena y Yeguas y terneros, cuenta en su última obra, Lengua ajena, la historia de una mujer ecuatoriana en Nueva York a la que el nacimiento de su hija lleva a recuperar la historia de las migraciones de su familia, empezando por el exilio de su abuela judía por la ocupación nazi de Austria. Lo presenta hoy a las 19.00 horas en la librería coruñesa Moito Conto (San Andrés, 35).

Construye una historia sobre la migración. ¿Por qué le interesaba, y cuál es su aproximación personal?

El libro habla mucho de la migración, pero trata muchísimos otros temas. Habla de migración con maternidad, con relaciones sexuales, de pareja, con otros migrantes… Y con las personas supuestamente locales, porque el libro cuestiona un poco quién es local y quién no. Me interesaba mucho el legado de la migración, por la conexión que tiene la protagonista con su madre y su abuela: mujeres desplazadas, sacadas de sus raíces. El libro también toma muchísimo el tema de la identidad judía, no tanto el tema religioso sino el sentir de un pueblo que no tiene tierra. El legado de esta migración, que se pasa de abuela a madre a hija a nieta, es un legado de dolor.

Pero hay vida, en estos viajes.

Nunca nada es negativo ni positivo, hay diversas maneras de aproximarse. Pero en las migraciones, sobre todo estas forzadas, que pasan a diario, existe un legado de dolor que se traspasa por generaciones. No tiene que ser negativo, está cargado de vida. En el libro se explora este legado a través de diferentes dispositivos que se tuvieron para traspasarlo: la comida, la música… La protagonista no solo va a legar a través de esta narración, sino mediante su propia vida, su conexión con la tierra, con su ex pareja, también migrante.

Un banquero español.

Exacto. El legado lo construyen las personas migrantes a diario. Creo que puedes tener ese legado y sentirte una persona migrante sin haberte movido de tu casa: tus padres o abuelos sí lo hicieron. La protagonista conecta con su abuela, su pasado, su pareja, su hija, a través de dar a luz.

El parto abre la narración.

Me interesaba la parte de las mujeres migrantes y su descendencia y ascendencia. En capítulos del libro la protagonista le habla a su hija, pero para hacerlo tiene que ir hacia atrás, y, al mismo tiempo que está conectando con su hija, conecta con su pasado. Y está la cuestión del dolor que le supone reconectarse con su abuela, a pesar de nunca haber pisado la tierra de Viena (ríe), de donde viene. La maternidad, para la protagonista, es una puerta de luz para nombrar el mundo, por eso el texto empieza con un parto: a partir de ahí, y de sus relaciones con los otros, accede a su legado. Ella tiene relaciones bastante eróticas con su alrededor, sus parejas, y con la tierra en sí.

La narración es un monólogo de la protagonista.

Nunca me planteo, antes de escribir, si voy a hacerlo en primera o tercera persona, me dejo llevar por el texto mismo. Este lo empecé a escribir en tercera persona (ríe), luego en segunda. Sentía que esta protagonista no podía ser narrada desde una tercera persona, sino desde su punto de vista. No necesariamente para hacerlo más íntimo, puede serlo un libro en tercera persona. Pero ella está accediendo a su propio cuerpo. El libro es bastante corporal.

¿En qué sentido?

No es un libro en la que la protagonista esté divagando y pensando todo el tiempo, está poniendo el cuerpo todo el día, a través de su relación sexual con su expareja, su amistad con su compañera de trabajo u otras personas migrantes, y sobre todo con su hija. Va a fiestas, camina en la calle, trabaja, no está sentada divagando sobre su pasado.

Galicia fue un país de emigrantes, y ahora lo es también Latinoamérica. ¿Reflexiona sobre el dolor que dejan en su tierra al marcharse?

De Latinoamérica se ha hablado mucho de la gente que se va, pero no sé si tanto de la migración que llegó. En el libro la migración es bastante particular: un familia judía que fue a Ecuador por el Holocausto; también existen estas diversidades en un país tan pequeño. La protagonista, porque su abuela no era de Ecuador, no siente un lugar de pertenencia. No sabe muy bien qué extrañar, conoce Ecuador pero conoce otras tierras a través de otras personas.

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