• Crónica musical del concierto de la Sinfónica de Galicia el viernes 25 de noviembre de 2022 en el Palacio de la Ópera
  • El carnaval romano, H. Berlioz; Fantasía escocesa, M. Bruch; y tercera sinfonía de F. Mendelssohn
  • Javier Comesaña, violín; y Frans-Aert Burghgraef, director. 

Acudir por estas fechas a un concierto de la Orquesta Sinfónica de Galicia es una buena manera de testar cómo vienen los resfriados este invierno tras los dos mil tipos de toses que pudimos escuchar esta noche y entre ellas, y con ellas, algo de música. De la primera parte, lo destacable fue, sin duda, la Fantasía Escocesa con el bravo violinista español Javier Comesaña, ganador en el 2021 del Jascha Heifetz , violinista legendario que curiosamente es una referencia en la obra que esta noche interpretó. Al igual que en Berlioz, aunque un poco más contenidos, el maestro Burghgraef fue incapaz de controlar el sonido, o hacer coincidir a los soli de la orquesta con el violinista en un par de ocasiones, que ya desde el inicio se vio desbordado por tal chorro de sonido detrás. La observación no es baladí, pues es Comesaña un violinista de técnica infinita, pero de sonido mesurado, íntimo y nostálgico, y, ante eso hay que doblegarse, adaptarse y ponérselo cómodo.

Versión muy tradicional de Bruch por parte de Comesaña, que a pesar de su juventud no tiene presión de escenario, de sonido claro y bello bien aderezado de un cálido vibrato, entonación precisa, pero versión más camerística o quizás pensada para un auditorio donde el sonido viaje fácilmente, no para nuestro querido y vetusto Palacio de la Ópera. Su bis del capricho 14 de Paganini fue un magnífico resumen de su planteamiento violinístico: íntimo virtuosismo controlado.

Nada tuvo que ver la segunda parte con la primera, y en ello tuvo mucho que ver la falta de trombones en Mendelssohn, desmedidos y excesivos en Berlioz, y aunque más amena que la primera parte Burghgraef no logró superar su "planoplanismo" de la misma, haciéndose más legible la audición por los músicos que por él mismo, donde la OSG parecía tocar con autoridad y motor propio una tercera de Mendelssohn que no pasará a la historia. Cuando sí hizo cantar a la orquesta fue en la propina, tema escocés introducido por la flauta y en la que la orquesta cantó a capella. Quizás de lo mejor de esta noche junto a Landelle al arpa, en lo poco que se pudo escuchar, y Salgado al corno inglés.