La Opinión de A Coruña

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Profesora de la Universidade da Coruña, coordinadora del grupo Persoa-Ambiente y del grado de Paisaje

Cristina García Fontán: “Cuando se habla de cambio climático, hay que tener una visión global, no localista”

“Hay un consumo desmedido. Tenemos que empezar a ser conscientes de que esto tiene un coste climático”

La profesora Cristina García Fontán. Casteleiro/Roller Agencia

El cambio climático incide en la salud y en la vida de las personas. De eso ha hablado la profesora de la Universidade da Coruña, Cristina García Fontán, en un encuentro internacional celebrado en la Escola Técnica Superior de Arquitectura junto al docente Ricardo García Mira. La coordinadora del grupo de investigación Persoa-Ambiente y del grado de Paisaje analiza las consecuencias del calentamiento global.

¿Cómo nos afecta el cambio climático?

Nos influye en muchísimos aspectos, desde cómo se produce nuestra comida hasta los cambios en las lluvias o las sequías. Quizá nosotros no lo vivimos de una forma tan dramática como en otras partes del mundo. No nos llegan esos eventos naturales tan fuertes. Pero sí ha cambiado la forma en la que tenemos las precipitaciones o los niveles de radiación. Obviamente nos afecta el calentamiento global. Lo notamos, por ejemplo, en la producción de nuestros alimentos, pues algunas cosechas no son tan productivas. También hay eventos climáticos como la subida de temperaturas. Incluso en ciudades próximas, como Ourense, donde se han dado temperaturas que son las más altas de España, por encima de los 40 grados. Las ciudades, que cada vez son más densas, tienen que reaccionar y cambiar las formas de diseño urbano para poder incorporar medidas de mitigación. Otro aspecto importante es el incremento de alergias y asmas. Si vemos los registros médicos, hay una subida importante de estas enfermedades que tienen una relación climática con el cambio climático.

Hace unos días se informaba de que el embalse de Cecebre se encontraba en prealerta por sequía. ¿Estos episodios van a ser cada vez más habituales?

Claro. Eran eventos excepcionales y nos decían “hace 20 años pasó esto…”, pero la periodicidad de esos eventos va a ser cada vez más próxima. Se van a dar muchas veces al año. Por ejemplo, periodos de veranos de sequías pueden afectar a muchas superficies arboladas, los ejemplares más viejos pueden morir o sufrir enfermedades. Los eventos aislados no serian tanto problema como si se empiezan a repetir anualmente. Y estamos viendo que ocurre.

Hay cambios en las temperaturas. ¿Es peligroso que la sociedad se alegre por un verano más cálido o por un otoño sin lluvias?

Claro. Tener un verano como el que hemos tenido es una cosa fantástica, nos beneficia puntualmente, pero es pan para hoy y hambre para mañana. Si nosotros tenemos esta mejora climática, en otros sitios donde ya había veranos muy cálidos nos podemos imaginar cómo están. Cuando se habla de cambio climático, hay que tener una visión global, no localista. Quizá a nosotros nos viene bien el incremento de 2 o 3 grados de temperatura en verano, pero nuestro comportamiento está generando que se aumente la temperatura de todo el planeta. Tenemos que poner el ojo donde esos tres grados suponen el límite entre tener un ambiente confortable a tener un ambiente irrespirable. Hay sitios en los que se ha incrementado 10 grados. Tenemos que perder la visión localista. No podemos pensar “a nosotros no nos afecta” porque no es así. Somos una zona costera y no es por alarmar, pero el hecho de que aumente la temperatura hace que incremente la energía que absorbe el mar. El mar genera eventos como maremotos por un aumento de la energía que tiene que liberar. Es todo un sistema muy frágil. No hay que ser inconscientes.

¿Cuáles son las medidas que se deberían incorporar?

Creo que las medidas están claras a nivel mundial, que es intentar reducir la fuente que genera este sobrecalentamiento global, es decir, reducir el consumo de los combustibles fósiles y la utilización de una energía más limpia. Hay que empezar a ver nuestro consumo e introducir la circularidad en nuestra vida. Se trata de vivir más como lo hacían nuestros abuelos en relación al consumo. Hay un consumo desmedido en algo que te traes de China en un contenedor y que se recorre medio mundo es más barato que si se produce aquí. Tenemos que empezar a ser conscientes de que estas cosas tienen un coste climático, no económico, pero tiene un coste. Además, todas estas cuestiones climáticas tienen un coste social muy importante. Necesitan un apoyo por parte de profesionales, como sociólogos y psicólogos, que ayuden a comunicar lo que hay que hacer. Creo que no se puede culpabilizar al ciudadano de lo que ocurre. Eso de “tenemos esto por nuestro consumo”. Nos han llevado aquí, no lo hemos elegido nosotros, y ahora hay que revertir el proceso. Y hay que hacerlo desde un aspecto comunitario, no solo desde lo individual. Hay que tener una actitud colaborativa.

Dice que esta situación no ha sido elegida, pero ¿es momento de elegir cambiarla?

Sí, pero depende también de la economía de cada uno. Estas transformaciones no son gratuitas y tienen un coste importante. Hay que ver cómo se maneja. Ahora se habla de la pobreza energética. Estas políticas de penalización del uso de combustibles fósiles hacen que se encarezcan los precios y esto tiene una penalización social. Siempre pagan los mismos, los más débiles. Hay que hacer diferentes acciones. Hay gente que lo puede abordar desde su responsabilidad individual, pero hay otra gente que no puede abordar ese cambio y hay que ayudarla a hacerlo. Hay países que no son los que generan el problema, pero sí son los que reciben las consecuencias. Hay muchos damnificados por el cambio climático. La subida del nivel del mar o las sequías hacen que poblaciones enteras se tengan que desplazar.

Para ello, ¿tienen que intervenir los Gobiernos y las multinacionales?

Claro. Tiene que haber un compromiso y estamos viendo que a nivel internacional ni siquiera lo hay. Es desilusionante ver cómo se celebran las cumbres del clima una y otra vez, y es imposible que lleguen a acuerdos. Si no se ponen de acuerdo ellos es difícil que se pueda pasar la pelota a la sociedad. La educación tiene que venir de arriba. No como una imposición, como construir algo colectivo. Pero se está trabajando de una forma política e interesada. Desde la Universidad es importante generar foros para hablar y debatir sobre las distintas situaciones en diferentes partes del mundo.

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