CRÍTICA MUSICAL

Víctor Pablo pone la directa a la OSG

Víctor Pablo Pérez, en el Palacio de la Ópera.   | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Víctor Pablo Pérez, en el Palacio de la Ópera. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / Gemma Malvido

Marcos Seoane Vilariño

Marcos Seoane Vilariño

  • Crónica musical del concierto de la Sinfónica de Galicia el viernes 20 de enero de 2023 en el Palacio de la Ópera
  • Concierto para violín de Chaikovski y 5ª sinfonía de Shostakovich
  • Bomsori, violín, y Víctor Pablo Pérez, director

Parece fácil ponerse a los mandos de la Orquesta Sinfónica de Galicia y conseguir sacar todo lo mejor de ella, más todavía si eres el diseñador de esta maquina de sonido, como en el caso del maestro Víctor Pablo con la OSG, pero tienen que darse muchos condicionantes para ese éxito, y esta noche se dieron. Un programa como un traje a medida para director y orquesta, ambicioso, con gran potencial, óptimo para lograr enchufar a los músicos a dar lo mejor de sí mismos y que puedan desplegar por qué fueron elegidos en su momento para llevar a esta orquesta a ser conocida como una de las más destacadas del país.

El concierto de violín fue un buen test de que la noche auguraba éxito, una Bomsori exquisita, vibrante, puso al límite las orejas de los músicos para seguirla. Una batuta seria y sin resquicios la de Víctor Pablo, que hizo lo que quiso, acostumbrado a lidiar con los mejores solistas del mundo, logrando una versión que todo oyente desea oír de este concierto, sin desajustes en los acompañamientos. Mucha culpa la tienen de eso los contrabajos, no arrugándose en ningún momento y a la vez oyendo los planos sonoros tal cual se oyen en un disco. El virtuosismo de Bomsori fue patente en todo momento, con una suerte de talento que le permite atacar el sonido sin que suene brusco en ningún momento, y con la posibilidad de poder expresarse libremente sabedora de que lo que tenía detrás iba a seguirla.

La segunda parte, sublime. Desde el inicio, los violines primeros se pusieron la capa del "superpoder" que no abandonaron y fuera en el registro que fuera sublimes, afinación, ritmo, color, todo hoy sonaba a gloria. Los bajos, qué decir, un espectáculo, que el sonido pueda colocarse en ellos de esa manera es una maravilla. Las violas impecables y los segundos violines aún cuando intento recordar la música que lograron en el tercer movimiento se me ponen los pelos de punta. Al éxito se sumaron unas maderas y metales increíbles, lideradas por los principales de cada sección magistralmente, pero en la que hay que destacar a Walker a la flauta, a Rodríguez al oboe que a cada programa no deja de crecer, y a unos inconmensurables Gómez a la trompa y Ferrer al clarinete, que desplegaron lo mejor de sus artes para hacernos disfrutar de lo lindo de una sinfonía, la quinta de Shostakovich, que para un servidor más que música es palabra, porque en esta versión “contada” por el compositor, uno puede trasladarse al momento de su creación y de lo que en la Unión Soviética se vivía.

La percusión no se quedó atrás, un espectáculo visual y sonoro, en el que destacó la timbalera Rodríguez. La guinda al pastel, la concertino gallega Raquel Areal, que nos dará muchas alegrías futuras, y que si hace un año se lucía como solista con este concierto de Chaikovski, esta noche resolvía sin grandes problemas ni alardes los comprometidos solos de los que dispuso. Parece que Víctor Pablo engrasó la maquina a su gusto, y en una música que domina, logró encandilar, de nuevo, a un público que lo adora.