Dima Slobodeniouk | Exdirector de la OSG, a la que dirigirá hoy y mañana como invitado

“Esta es mi familia, con ninguna otra orquesta tendré la relación que tuve con la Sinfónica”

“Volver es como un nuevo comienzo, estoy emocionado y con sensaciones muy buenas”

Dima Slobodeniouk, al frente de la Orquesta Sinfónica de Galicia.

Dima Slobodeniouk, al frente de la Orquesta Sinfónica de Galicia. / LOC

El Palacio de la Ópera está de estreno este fin de semana. Y también de reencuentro. La novedad viene de la mano del pianista norteamericano de origen ruso Kirill Gerstein, que estrena en España el Concierto para piano del compositor británico Thomas Adès, que la crítica internacional ha saludado con grandes elogios en su estreno mundial. El reencuentro lo protagoniza el director Dima Slobodeniouk con la Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG), cuya batuta dejó después de diez temporadas como maestro titular y ahora la vuelve a coger por primera vez como director invitado. El regreso tendrá dos pases, hoy y mañana a las ocho de la tarde.

¿Qué sensaciones ha tenido al reencontrarse con la Sinfónica en los ensayos?

Muy positivas, muy buenas. Es como un nuevo comienzo. Estoy bastante emocionado porque volver así es distinto a cuando volvía pero llevaba años trabajando con la Sinfónica de manera intensa, temporada tras temporada. El trabajo es el mismo, pero desde fuera se ve de otra manera. He pensado mucho en A Coruña en los últimos siete meses.

¿Qué ha echado más de menos de la ciudad y de la orquesta?

Muchas cosas en varios aspectos: a nivel musical, a nivel profesional y a nivel humano. Aquí hice amigos que lo siguen siendo, aquí tengo una familia musical con la que crecimos juntos. Este es mi familia también, y no voy a tener otra relación con otra orquesta como la que tuve con la OSG. La orquesta es joven y el viaje que hicimos juntos durante diez años significa mucho para mí.

¿Estos conciertos serán algo más que especiales?

Claro, serán muy importantes. Llevaba meses esperando por un fin de semana como este.

¿Qué ha estado haciendo desde junio del año pasado, cuando dio su último concierto con la OSG?

Vivo con mi familia en Helsinki. Como freelance, que es lo que quería ser al dejar la Sinfónica, trabajo mucho, viajando y tocando, pero hay alguna temporada que me permite estar tranquilamente en casa con los niños. He dado conciertos como invitado en Alemania, en Estados Unidos, en Finlandia, donde hay orquestas muy buenas... ¿Suficiente? ¿Demasiado? Casi no [risas].

Un músico nunca se cansa de la música, ¿no?

No es mi caso.

Al marcharse de A Coruña dijo que no quería perder la relación con la OSG.

Así es, hablamos sobre varias cosas entonces y estoy en contacto con los músicos con los que trabajé todos estos años, pero yo ya no tengo responsabilidades en la orquesta. Siempre quedó claro que querríamos y podríamos juntarnos alguna vez, como ahora.

Su sucesor es Roberto González-Monjas, que ya se ha estrenado. ¿Qué destaca de él?

Lo espero con mucho interés. Es un músico realmente fantástico, de gran talento y de mucha energía. Creo que va a tener una buena sintonía con la Sinfónica por su forma de ser.

Concierto para piano es la obra que dirigirá en su reencuentro con la OSG. Las críticas son abrumadoras: “El mayor logro de Adès”; “el concierto más atractivo en lo que va de siglo”; Adès y Gerstein, “un encuentro entre gigantes”, resaltan también los expertos. ¿Está de acuerdo?

Este concierto es una de las grandes obras que se han compuesto en el siglo XXI, una de las más grandes que habré dirigido, ahora por primera vez. Tiene una carga superpositiva, es música de mucha energía, muy rítmica, con la sensación de ser música de jazz. También tiene una forma muy clara y fácil de escuchar para el público. Es música para sentir. A mí me encanta esta obra.

Kirill Gerstein es un grande que habrá tocado este concierto unas 50 veces.

¿Cómo transmite el director esa energía positiva que tiene la obra?

La música tiene su carga emocional programada y en este caso, en esta obra, hay mucha carga emocional. Algunas veces los compositores contemporáneos hacen cosas con mucha inteligencia, que es algo importantísimo en la música, pero les falta un poco de corazón. Concierto para piano tiene mucho corazón, es una obra con mucha vitamina, y la emoción es fundamental en todo, es como la comida que necesitamos.