Kiosco La Opinión de A Coruña

La Opinión de A Coruña

Víctor del Árbol Escritor, presenta en A Coruña ‘Nadie en esta tierra’

“No me gustan los estereotipos, me gustan los personajes que se equivocan”

“El pasado es ese territorio que mitificamos porque es lo único sólido que tenemos”

El escritor Víctor del Árbol LOC

El escritor Víctor del Árbol presenta hoy su obra Nadie en esta tierra, su nueva novela negra que sigue los pasos del inspector Julián Leal, quien, atormentado por su presente y con la incertidumbre del futuro, acude a su pasado para buscar sosiego. El escritor conversará con Javier Pintor y la periodista Lara Vivero en la Fundación Seoane (19.30 horas).

Parece que en una de sus líneas temporales, Nadie en esta tierra nos trae a Galicia.

Sí. Aparentemente, es la historia de un policía, de un hombre que ha sido apartado del servicio por malos tratos policiales, que está pendiente de juicio, y que al mismo tiempo se le detecta un cáncer de riñón. Cuando su presente explosiona de esta manera, se siente total mente desorientado, perdido, y vuelve a su pueblo natal, en Ferrol, para reconectarse con sus raíces y volver a resituarse. Esa aldea, de donde él se marchó siendo un niño hace 30 años, a finales de los 70, cuando llega buceando encontrarse con los amigos de la infancia, con ese paisaje que ha mitificado, ese paisaje ha cambiado completamente, ya no existe. Hay dos Galicias, la real y la imaginaria, que chocan una con la otra.

Por algo dicen que uno no debe volver a donde una vez fue feliz.

Sí, el pasado es ese territorio que con el paso del tiempo, como dice Julián Leal, vamos mitificando porque es lo único sólido que tenemos, cuando el presente nos hace dudar y el futuro está tan negro como lo ve él. Volver a las raíces puede ayudar a reconectar, pero como dice el padre del protagonista, “ten cuidado, porque buscando las raíces, puedes encontrar la tierra”, en el sentido de la tumba.

¿Se presta últimamente demasiado la aldea gallega a estos escenarios de misterio, telúricos, siniestros?

En Nadie en esta tierra, Galicia es uno de los vórtices de un triángulo que marcan Ferrol, Barcelona y México. Sí que es cierto que es un territorio muy muy dado al misterio, de alguna manera. En mi caso hay dos razones, una es personal, porque tuve una relación de 15 años con Galicia, y la otra es histórica, tiene que ver con el tema de la novela. No es casual que yo hable de la Galicia de finales de los 70 y principios de los 80, porque es cuando se da la llegada de la droga que viene de América, el dinero fácil, la transformación en narcotraficantes de los que eran traficantes de tabaco, y su impacto en una generación que salía de la oscuridad de la dictadura, que buscaba libertad, quería experimentar. Eso se acaba convirtiendo en una tragedia que marca la fisionomía de Galicia y de toda España. Julián Leal, la cuadrilla del cruceiro, estos cinco amigos que se juramentaron esa amistad de la infancia, de que siempre se protegerían, de que nunca cambiarían, son hijos de aquella transformación, de aquella Galicia, y también de aquel heroísmo sin nombre de la gente que se enfrentaba a eso: las madres, los padres, los hermanos.

Ese heroísmo del que habla es uno de los ejes narrativos de la obra. ¿Qué es para usted ser un héroe?

Para mí un héroe no deja de ser una persona. Lo más heroico que puede existir es ser humano en todo el sentido de la palabra: vivir las contradicciones, las pasiones y los emociones como te vienen, y, llegado el momento, responder a ese sentido de la justicia que todos tenemos dentro, y hacer lo correcto. Para mí un héroe no tiene que ver con la ética ni con el triunfo, tiene que ver con ser consecuente con uno mismo y hacer lo correcto, a pesar de que eso va a conllevar una serie de consecuencias. En la sociedad en la que vivimos, les rendimos culto a los triunfadores, pero el heroísmo no tiene nada que ver con el triunfo, como le pasa a Julián Leal, para mí e s un héroe porque hace lo que tiene que hacer a pesar del precio que va a tener que pagar. Y no lo hace por él, lo hace porque alguien tiene que hacerlo; alguien tiene que preservar un poco de justicia, de luz entre tanta oscuridad. Yo he querido llenar esta novela de personajes que deciden, de alguna manera, hacer lo correcto, pese a las consecuencias. Tenemos un sistema de poder que está por encima del bien y del mal, de la ética, de la moral, que parece inabordable, invencible: estoy hablando del crimen organizado, de la corrupción policial, que parece que uno no puede hacer nada. Sin embargo, hay un puñado de personajes que deciden hacer lo que hay que hacer.

Escribe que quizá no sean los héroes que querríamos tener, pero son los que necesitamos. Recuerda a aquella de Batman, “no es el héroe que Gotham merece, pero sí el que necesita”. ¿Huye de dicotomías entre el bien y el mal, que a veces resta profundidad a los personajes?

Sí. A mí no me gustan los estereotipos, me gustan los personajes que se equivocan. Lo heroico del ser humano es que es derrotado por la realidad, y que aun así se levanta el sigue, con sus propios errores, su fragilidad, sus miedos. Julián Leal es un hombre que tiene miedo, de morir, de ir a la cárcel, de quedarse solo frente a ese poder. Y, aun así, lo hace, por las razones desde mi punto de vista que son las que importan, las que van más allá de uno mismo. No es un héroe triunfador, exonerante, luminoso, con unos valores con los que uno se puede identificar. Me ha gustado el símil con Batman, ese héroe oscuro, que se levanta de sus propias cenizas y que hace lo correcto.

Cuando alguien se toma la justicia por su mano, normalmente hay un punto de vista que se está omitiendo. En la novela, hay un capítulo narrado por el asesino. ¿Se llega a empatizar con sus motivaciones?

Yo no diría empatizar. Esa primera voz que está cuestionando lo que hacen los personajes es una voz fría que está por encima de las emociones. Ese personaje que nos tienta porque todo lo que dice, a fin de cuentas, es verdad. Él habla de que el mundo es como es, pero es muy peligroso dejarse seducir por esa serpiente que te dice que da igual lo que hagas porque a fin de cuentas el bien y el mal son relativos. Me molesta el relativismo moral, todos tenemos un sentimiento innato de lo que está bien y de lo que está mal, otra cosa es que lo hagamos o no y de que no justifiquemos.

Compartir el artículo

stats