Escritora y periodista consolidada, Rosa Montero participa, este jueves, 2 de febrero, en un coloquio de escritores junto a Manuel Jabois, en un acto que se celebrará en Marineda City (18.30 horas) y en el que se presentará la Asociación Gal(l)ega de Escritoras/es, que pretende aglutinar en un frente común a todos los escritores de esta comunidad, sean autoeditados o publiquen en editorial, en castellano, gallego o cualquier género literario.
Acude a A Coruña para amadrinar la nueva asociación Gal(l)ega de Escritores/as. Que los escritores se organicen siempre es una buena noticia.
Efectivamente. Este es un oficio muy solitario, y todos los organismos que sirvan para defender los derechos o para poner las cosas en circulación, pues bien están.
Participa, junto a Manuel Jabois, en un coloquio de escritores. Ustedes tienen una trayectoria consolidada que avala su presencia allí, pero al acto acudirán escritores noveles o que quieren llegar a serlo algún día. ¿Que hay que hacer para ser escritor a día de hoy?
Lo primero, tener una resistencia de elefante, una piel de rinoceronte, porque es una lucha muy dura y muy larga. El camino de una obra es un camino muy largo, hay que tener una paciencia increíble y una tenacidad de estalactita. Tomárselo con calma, pero tomárselo con prioridad: que escribir sea una prioridad para ti, pero no hasta el punto de querer vivir de esa escritura creativa. Hay que vivir de otra cosa, pero poner siempre, y ordenar y organizar tu vida hacia la escritura. Eso es algo difícil cuando, por ejemplo, no has sido publicado, porque la gente no te toma en serio, dicen lo típico de “claro, tú escribes, cualquiera escribe”. El primero que te tienes que tomar en serio eres tú, tienes que tomarte en serio tu deseo, tu necesidad de escribir. Uno escribe porque necesita escribir. Hay que priorizarlo, aunque haya que hacer otras cosas para sacar dinero para vivir, pero tienes que buscar tu tiempo. Por eso digo que hay que tener una tenacidad increíble para ir aprendiendo a escribir. Esto es un oficio, y a escribir se aprende escribiendo. Hay que escribir mucho, leer mucho y reflexionar mucho, y sobre todo, no perder la esperanza.
¿Cree que cualquiera puede ser escritor?
Me refiero a que eso es lo que dice la gente. Si tú eres violinista, eso no lo puede hacer nadie que no haya estudiado violín o solfeo. Con escribir, parece que la gente dice: “¡Vaya chorrada!, eso lo hace cualquiera”. Toda esa gente no te toma en serio si no has publicado, y puede que tardes mucho en publicar, o si lo haces, que sea una cosa pequeñita. Eso no quita que seas escritor. Una escritor sin publicar también es un escritor, desde el momento en el que necesitas escribir para levantarte por las mañanas, cuando es algo esencial para ti, ya eres escritor.
La asociación que se presenta esta semana recoge uno de los debates del sistema literario: la presencia de los autoeditados. ¿Cree que el sistema los excluye o considera de menor entidad?
Ahora está empezando a pasar que la gente que se autoedita tiene un lugar, y pueden tener éxito a través de internet. Luego llegan editoriales comerciales y profesionales y los contratan. Esto está pasando, es un fenómeno novísimo. Autoeditarse ahora mismo con la posibilidad de promocionarse a través de las redes es una opción. Ahora, el consejo que yo doy es que si te autoeditas, hazlo de verdad; no te vayas jamás con estas supuestas empresas que dicen que te editan pero que tú les tienes que dar 3.000 euros, y a cambio te van a distribuir. La inmensa mayoría de esas empresas son un fraude. Si quieres autoeditarla, busca una imprenta, pero es mejor omitir intermediarios.
¿Siguen mirándoles por encima del hombro los escritores de editorial?
Lo que pasa es que se tiende a considerar que las editoriales son un filtro para publicar, de supuesta calidad, porque no existe una norma objetiva para la calidad. Eso forma parte de la inseguridad que tenemos todos, porque no hay una norma objetiva que diga los que cumplen estos requisitos son los buenos y los otros son malos. Las editoriales, por lo menos, aportan un filtro, que no es objetivo, sino subjetivo, pero hay un filtro que ya te está diciendo que al menos le ha gustado a alguien. Los autoeditados, al final, pueden ser cualquiera. Es lógico deducir que haya una duda más, no un desprecio, pero eso no quiere decir que la gente autoeditada no sea tan comercial y competitiva como la gente editada profesionalmente.
Hoy en día, entre eso y las redes sociales, las posibilidades de ver publicado lo que uno escribe, de una u otra manera, se han multiplicado. ¿Eso es bueno o malo?
Es bueno. Eso da a la gente la posibilidad de buscar su manera de encontrar la belleza. Creo que esa necesidad de belleza, ese deseo, lo tenemos todos. Unos tienen más facilidad para encontrarla a través de la música, otros del baile, otros de la palabra. Hay que desarrollar eso. Escribir es maravilloso, es una manera de pensar, que ayuda mucho a la gente, que da sentido a la vida. Cuanto más gente escriba, mejores escritores habrá. Nosotros hemos sido una potencia en el tenis, ¿por qué? Porque Santana fue buenísimo hace años, cuando aquí no había nada, y eso hizo que España, que era un país que no destacaba, tuviera una cantera de chavales que quisieron jugar al tenis y son estrellas ahora. Es un principio clarísimo.
En su último libro, El peligro de estar cuerda, habla de la relación entre la locura y la creatividad. ¿Hay que estar un poco loco para ser escritor?
No es eso. Todos los expertos dicen que lo que llamamos locura, que es una forma muy mala de expresarse, o cuando hablamos de trastornos psíquicos graves, eso no solo no te ayuda a crear, sino que te impide crear. Está llena la historia de casos semejantes. El estar loco, entendido como trastorno grave, no te hace creativo ni artista, pero toda la vida se ha especulado con una relación entre la creatividad y cierto desequilibrio mental. La gente que nos dedicamos a cosas creativas, y la gente que tiene trastornos mentales, tenemos una cabeza cableada de una manera semejante. Un premio Nobel de Medicina dice que todos los trastornos mentales se deben a un fallo en el cableado neurológico. Lo que yo creo es que las cabezas de la gente que nos dedicamos a cosas creativas tenemos un cableado distinto, no hemos terminado de pasar del todo a la maduración cerebral, eso nos hace parecidos a la gente que tiene trastornos mentales graves. Somos como primos. Mi teoría es que hay una diferencia cuantitativa y no cualitativa. Los cerebros tienen una estructura parecida, pero en unos esos fallos del cableado son clínicos, y en otros son mucho más ligeros.