La Opinión de A Coruña

Clubs literarios en A Coruña: Donde la lectura se comparte

Filosofía, teatro, cómic, LGBT, generalistas... A Coruña cuenta con una variada selección de clubes de lectura, particulares y públicos, para convertir el placer de leer en un acto colectivo

Marta Otero Mayán | Casteleiro /Roller Agencia

En un libro, en toda la amplitud del concepto, caben muchos procesos y personas. Está quien lo escribe, quien lo edita, quien lo vende y quien lo lee, pero tras esa lectura puede quedar mucho camino. La parte final del proceso, para muchos, la pieza fundamental del puzzle de lo que es un libro, es la de compartir lo que se ha concluido, reflexionado o experimentado entre sus páginas. Los clubes de lectura sirven como catalizador a esa necesidad. A Coruña, ciudad lectora, está bien servida de una buena nómina de ellos. De filosofía, con temática LGBT, de naturaleza. Para grandes y mayores. En castellano y en gallego. Públicos y propios de las librerías. Para quien busque, hay opciones en todas partes. “La lectura, generalmente, es un acto íntimo y solitario. La puesta en común, con opiniones divergentes, que puedan dar incluso lugar a cierta polémica, y tener un espacio para reunirse, que no hay muchos, es enriquecedor. Es un encuentro humano. La gente busca ese rato de encuentro para escuchar lo que un libro les sugiere a otras personas”, explica Esther Gómez, responsable de la librería Moito Conto. 

“La lectura es un acto íntimo, el club de lectura es un encuentro humano”

La librería que Gómez regenta en la calle San Andrés llegó a tener en funcionamiento, desde 2016, hasta cinco de estos encuentros con diferente periodicidad. La pandemia cercenó la actividad, pero, en medio de las reorganizaciones, han resistido dos de forma estable: De outras bocas, centrado en la poesía y coordinado por la poeta Dores Tembrás, y otro que gira en torno a la naturaleza y el medio ambiente, Letras Salvaxes, que capitanea el ornitólogo y divulgador Antonio Sandoval, con gran éxito de participación en cada una de sus reuniones. “Llevamos ya seis cursos, somos casi veteranos. Nos reunimos una vez al mes en Moito Conto y yo, como coordinador, propongo un libro para que leamos. La reunión va derivando en muchas conversaciones diferentes sobre temas relacionados con la biodiversidad y el medio ambiente. Algunos vienen del mundo de las ciencias y otros no, hay de todo. Son personas que son buenos lectores”, cuenta el coordinador de la iniciativa. 

En lugar seguro, de Wallace Stegner, Leviatán o ballena, de Philip Hoare, Lagarta, de Gabi Martínez o En salvaje compañía, de Manuel Rivas son algunos de las obras que han pasado por el ojo crítico de los asiduos a Letras Salvaxes. Las reuniones, además de para compartir opinión y perspectivas, sirven para medir el pulso al mercado literario y a sus novedades. En el ámbito de la literatura y ensayo sobre naturaleza, por ejemplo, hay mucho por hacer. “Hace diez años había muy poco publicado, ahora hay cada vez más. Trabajamos mucho ensayo, pero también nos internamos por los caminos de la ficción”, invita Sandoval.

Los clubs de lectura son una de esas actividades que no sucumben ante los nuevos entretenimientos virtuales. Su secreto es la sencillez de su planteamiento: algo tan humano y natural como sentarse a conversar, en comunidad, alrededor de temas afines. Las reuniones de este tipo no dejan de proliferar en A Coruña; lo hacen a la par que la demanda de usuarios. Para las librerías, supone la oportunidad de dotar de valor añadido a sus negocios, a veces amenazados por los gigantes de la compra online, y regresar a la esencia de la relación librero-lector: el compartir, recomendar, intercambiar. 

Xosé Duncan, Rosa González, Fernanda, Ana de las Heras y Luisa Ortigosa, en el club de la librería Bululú.  //Casteleiro/Roller Agencia

Xosé Duncan, Rosa González, Fernanda, Ana de las Heras y Luisa Ortigosa, en el club de la librería Bululú. //Casteleiro/Roller Agencia

La planta superior de la librería Bululú, en la calle Real, se transforma en otra cosa desde septiembre del año pasado, cuando empezaron a organizar estas reuniones en torno a la lectura. En su caso, aportan una pieza clave en la relación entre libro y lector: el acceso a los autores de las obras escogidas, que muchas veces se han unido a las reuniones del club para arrojar algunas certezas sobre sus propias páginas. Por la librería ya han pasado escritores como Julia Navarro, Carlos Bardem, Javier Peña, Arantza Portabales, Clara Fuertes o Cristina Oñoro, que han aportado algo de sal a las controversias, debates o conversaciones que puedan suscitar sus letras. “Cuando surgió la oportunidad de que viniese Julia Navarro, la experiencia gustó mucho y decidimos seguir. Luego seguimos encadenando uno con otro. El acceso al autor y el buen ambiente son elementos fundamentales para que un club de lectura funcione y la gente siga viniendo”, valora Luisa Ortigosa, que gestiona estas reuniones en la librería Bululú, en las que hay de todo: de nuevas participantes, como Rosa González, que encara su primer día en una de estas reuniones, “a las que siempre había tenido ganas de unirme”, a Ana de las Heras, una de las usuarias que más tiempo lleva acudiendo a la planta superior de la Bululú. “Te enriquece mucho, porque al final es una alternativa a la lectura que tú estás haciendo. Te aporta información antes y después de leer. Además, te ofrece una lectura a la que quizás no accederías por tu cuenta”, plantea Ana de las Heras. 

No solo sirve para descubrir nuevos autores y autorías, sino también para mantener engrasado el hábito lector que, entre las prisas del día a día, a veces no es fácil conservar. “Si eres lectora, a veces ocurre que lo vas dejando poco a poco. Esto ayuda a seguir leyendo y, además, a compartirlo, te sigues animando a leer. Escuchar otras opiniones ayuda a completar la experiencia”, comenta Fernanda, otra de las participantes. Entre sus manos, esta semana, tienen el volumen Mira a esa chica, de Cristina Araújo, que narra la historia de una violación grupal en la que nada es lo que parece. “Te la juegas un poco, hay gente a la que le gusta lo que propones y otra a la que no, pero yo pienso que de un libro, aunque te horrorice, siempre sacas algo. En el club hay gente de distintas edades, lo cual es importante a la hora de generar debate”, propone Ortigosa

Moito Conto

Moito Conto

Las iniciativas de este estilo que se desarrollan en las muchas librerías que A Coruña tiene desperdigadas en sus barrios son incontables. De las que sí existe un registro es de las reuniones para compartir lecturas que se realizan en bibliotecas públicas y centros cívicos municipales. Solo de literatura generalista, hay puestos en marcha en la red pública coruñesa 15 clubs de lectura, que ofrecen más de 240 plazas. Las bibliotecas y centros municipales cuentan, asimismo, con 4 actividades de lectura dirigidas a literatura infantil y juvenil, dos enfocados a participantes con necesidades especiales y nueve reuniones centradas en temáticas especializadas: de los dos clubs de temática LGBT Queeruña, por el que desfilan títulos como Veintitantos problemas, de Álvaro Domínguez, o Memoria Diversa, de Eva Mejuto, a las reuniones de Lendo Devagar, centradas en la literatura en gallego. 

La red cuenta asimismo con actividades especializados en la lectura de clásicos, de cómic o de teatro leído, y tiene sitio para una disciplina tan singular como la filosofía con lo encuentros de O Pensatorio, un club para darle a la cabeza, y que toma Os Rosales como centro neurálgico. Y es que mientras que en las instalaciones de la plaza Elíptica los niños juegan y los vecinos pasean a sus mascotas, dentro del centro cívico se habla de la muerte, del retorno de la historia o del cambio climático. 

“La idea le ocurrió a la anterior directora de la biblioteca, Marimí Carro. Yo estaba estudiando Filosofía, y cuando me lo propuso, pensé que no iba a durar ni tres meses. Ya llevamos ocho años. Se apuntó tanta gente que tuvimos que hacer lista de espera. Luego decidimos crear tres grupos”, cuenta el coordinador de la iniciativa, Bruno Mayorga. O Pensatorio es, más que un club de lectura, un café literario. Y más que conversar, lo que hacen sus participantes es entrenar la Mayéutica, el método que Sócrates propuso para dar respuesta a las preguntas del ser humano. “Recuperamos la filosofía socrática, el arte del diálogo, a través del juego de preguntas y respuestas, que plantea que a través de las preguntas puedes llegar a conclusiones correctas”, explica Mayorga, encargado de proponer los temas sobre los que los participantes hablarán en la siguiente sesión. 

A eso, a fin de cuentas, es a lo que se va: a pensar y a compartir. “A mí me gusta hablar, empecé por eso. Una de las cosas que me gustan mucho de este club es que te hacen pensar sobre cosas sobre las que quizá no pensarías por ti mismo. Escuchas las opiniones de los demás y las pones contra el espejo de las tuyas”, cuenta una de sus participantes, Conchi Cascón, asidua a O Pensatorio desde hace siete años. Para Valentín Armesto, compañero de reunión, el enganche fue práctico. El gusanillo de la filosofía le picó cuando cayó en sus manos un libro del fondo bibliográfico asociado a la reunión. Al principio por probar, luego, por afición. “Me propusieron apuntarme al llevarme el libro. Al principio me daba algo de reparo, porque mi formación es técnica, no filosófica. Me apunté pensando en ejercitar la mente, también contra el deterioro cognitivo, y me quedé. Intento aportar un poquito de lo que yo pueda entender”, cuenta.

Y aunque la finalidad es hablar, hay quien acude también a escuchar. Es la opción que llevó a Belén Otero a traspasar las puertas de O Pensatorio. La mala racha personal que atravesaba entonces le llevó a buscar medios para ocupar la mente. Y los encontró en la biblioteca de Os Rosales. “Estoy un poco como de relleno, porque vengo sobre todo a escuchar a la gente. Cada semana nos dan un texto y de ahí salen las preguntas. Empiezas hablando de ratones y acabas hablando de dinosaurios. Mira que yo soy habladora, pero aquí me gusta venir a escuchar”. 

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