Una discusión que tiene premio

La alumna de tercero de Secundaria del Puga Ramón Antía Rey Felpeto, elegida mejor oradora del torneo de debate de la Barrié

Antía Rey Felpeto, ayer, en el Puga Ramón.

Antía Rey Felpeto, ayer, en el Puga Ramón. / CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Antía Rey Felpeto no pensaba que fuese a ser la elegida como mejor oradora en la categoría de primero a tercero de la ESO de la quinta edición del Torneo de Debate Académico de Galicia que organizó la Fundación Barrié el pasado fin de semana. Su equipo, el de tercero de Secundaria del Instituto Puga Ramón, había caído en cuartos de final y ella solo había participado en uno de los debates de la tanda clasificatoria, así que se quedó a ver la final, ganada por el colegio Compañía de María, por apoyar a sus compañeros y sin ninguna esperanza de subir al escenario a recibir este premio, pero el jurado la había visto competir y decidió que ella había sido la mejor de todos los participantes de su grupo.

Cuenta, acabadas las clases de la tarde, que detrás de esos “cinco minutos” de intervención hay “mucho esfuerzo y mucho trabajo”, tanto, que durante tres meses, el equipo se quedó a comer los lunes en el instituto, también le robaba tiempo al recreo para practicar y, en casa, ensayaba el tono en el que iba a decir sus argumentos durante “dos y tres horas seguidas”. Del otro lado de la pantalla, estaban sus profesoras, viendo sus vídeos y mandando correcciones para que todo saliese bien, para que, tanto si les tocaba a favor de que el rural era la mejor opción para vivir la adolescencia, como si les tocaba defender que lo era la ciudad, pudiese persuadir al público y al jurado.

“Es una mezcla de sensaciones, porque nos eliminaron en cuartos y nosotros contábamos con estar en la final. Son muchas horas, tanto de trabajo individual como de equipo, porque es importante llevarse bien, practicar...”, explica Rey Felpeto, que es la primera vez que se presenta a este concurso de debate, que, en categoría de cuarto de la ESO y Bachillerato, ganó el colegio Montespiño, con oradores de Vigo y Lugo como vencedores individuales.

“Creo que las primeras pruebas las empezamos a hacer en octubre, para ver qué se le daba mejor a cada uno. Las profesoras nos lo explican como si fuese un menú, hay personas a las que se les da mejor presentar el tema, como si fuese un entrante, a mí se me da mejor discutir, por eso soy argumentadora, que es como el plato principal, y hay otra gente a la que se le da mejor ser el postre, la conclusión”, explica y reconoce que, aunque siempre le ha gustado “discutir” y exponer su punto de vista, ella es de ciencias, así que, se plantea su futuro lejos de los focos y de los escenarios porque le gustaría estudiar Medicina.

Recuerda que, cuando les dijeron que su participación en el torneo se acababa en cuartos de final, los miembros del equipo no pudieron contener las lágrimas, así que, a las profesoras les tocó consolarlos y a ellos repensar qué habían dicho y qué podrían haber hecho para seguir un poquito más en el concurso.

“Solo sabían que iba a ganar mi profesora y una amiga, así que, salieron para llamar a mi padre para que avisase a mi madre y pudiesen venir a la final y a la entrega de premios. Yo estaba llorando, con los ojos hinchados...”, cuenta Rey, a quien sus compañeros, cuando ensayaba en clase, le decían que, a veces, hablaba “como una azafata” y la ayudaban a corregir detalles como la vocalización o, sobre todo, la velocidad a la hora de exponer sus argumentos.

Discutir siempre me gustó mucho, soy la típica que, si hay una discusión, aunque sea ajena a mí, tiene que ir a meterse y dar su opinión aunque nadie se la pida. Yo tengo que ir allí y decir que opino esto y que no tengo nada más que añadir. Por ejemplo, con mi padre, si tenemos opiniones diferentes o si quiere tocarme las narices, me dice que igual algo no es como yo pienso y me da argumentos, así que, lo de debatir, creo que lo tengo desde pequeña, lo de hablar en público no es que lo lleve mal, pero, a mí lo que me gusta es discutir”, reconoce esta alumna de tercero C, a la que no le gustan los análisis sintácticos, y que defiende que saber debatir y argumentar, poder hablar en público y defender las opiniones propias son herramientas “que abren muchas puertas”.

Si tuviese que definir su estilo de debate, dice que no es de las que se lo toma con tranquilidad. “No es que esté enfadada, pero es que me meto mucho y se me nota, no soy como otras argumentadoras, que hablan con toda la tranquilidad y te persuaden desde la calma; no soy capaz y me parece muy difícil eso. No soy tanto de ver debates en la tele como de crearlos”, reconoce y asegura que, aunque el premio se lo dieron a ella, no lo hubiese conseguido sin su equipo y sin la profesora de Lengua, Rebeca Santamariña, que se involucró en el proyecto para que esta discusión tuviese su recompensa.