Markus Stenz | Director, que estará ante la Sinfónica este viernes en el Palacio de la Ópera

“Los músicos de la Sinfónica saben tocar y son artistas, es una bonita combinación”

“La música clásica es ficción sobre el papel y se vuelve realidad al tocarla”

Markus Stenz, en la parte de atrás del escenario del Palacio de la Ópera.   | // CARLOS PARDELLAS

Markus Stenz, en la parte de atrás del escenario del Palacio de la Ópera. | // CARLOS PARDELLAS / gemma Malvido

El maestro Markus Stenz se pondrá al frente de la Orquesta Sinfónica de Galicia este viernes, a partir de las 20.00 horas, en el Palacio de la Ópera, para interpretar, junto a la clarinetista Sharon Kam, dos de sus piezas preferidas, el Concierto para clarinete en la mayor, de Mozart, y la Sinfonía número 7 en mi mayor, de Bruckner. Descubrió su vocación gracias a unas charlas que la televisión alemana emitió de Bernstein explicándoles a los estudiantes de Harvard qué era la música. En 1988 se conocieron en un encuentro para jóvenes directores. “Tenía tiempo para las estudiantes y hablamos de Brahms y fue muy bonito”, recuerda de aquel encuentro más de treinta años después.

Es su primera vez con la Orquesta Sinfónica de Galicia...

Y mi primera vez en Galicia. Llegué aquí y había luna llena y el cielo estaba espectacular. Brillaba el sol y tenía un horizonte azul ante mí. Realmente abrió mi corazón. Fue maravilloso. Llegué justo un día antes de los ensayos y esas pocas horas libres las sentí como unas vacaciones completas, cargaron mis baterías, porque empecé a respirar aire fresco de una manera en la que me sentí muy libre.

Siendo director de orquesta no solo tiene que moverse de país sino también adaptarse a las formaciones que visita y al repertorio que va a interpretar. ¿Cómo ha encontrado a la Sinfónica?

La semana pasada estuve en Finlandia, la próxima semana estaré cerca de Chicago y luego, más adelante en la temporada, estaré en Roma, Detroit, Indianápolis, Venecia y en Berlín. Esta orquesta tiene una sensación maravillosa porque todos sus miembros saben tocar y todos ellos son artistas. Es una hermosa combinación. A veces tienes una orquesta en la que todos saben tocar, pero es más técnica; otras veces, te encuentras con una orquesta que tiene una pasión y dedicación total, pero la habilidad no está del todo allí. Con la combinación que se da aquí podemos hablar y explorar ideas musicales. Esa es la parte más importante de recrear una pieza de música clásica.

Cuando habla de las actuaciones suele utilizar el verbo recrear, como si volviese a nacer la música. ¿Lo vive así?

Es mi credo, es en lo que yo creo. La partitura es solo una anotación de una idea. Estas piezas son bastante antiguas, pero las ideas suceden frente a nuestros oídos en el momento de la interpretación, por lo que cobran vida nuevamente. Depende de nosotros, de los artistas con todo nuestro corazón y comprensión, dar a luz la idea original de la pieza e incluso más porque a donde quiera que vayas siempre es diferente.

¿Será diferente, por ejemplo, la dirección que hará con la Sinfónica que la que podría hacer con cualquier otra formación?

Absolutamente, aunque sean las mismas piezas, por eso digo que todos los músicos de esta orquesta son unos artistas. Necesitas que lo sean para conseguir sacar todo el esplendor de la música, para hacerles justicia a esas ideas. La constelación de seres humanos es diferente en Detroit, Berlín, Amsterdam o Seúl. Y esta sinfonía la he hecho varias veces, y cada vez resulta diferente.

¿Cambia la interpretación del director con el paso de los años?

Sí, porque yo también estoy cambiando. Grabé una sinfonía hace tres años en Noruega, y yo he cambiado en esos tres años. Hay ciertas cosas que haría de manera diferente si las grabase ahora, también haría algo diferente hace diez años, y lo haré de manera diferente con la próxima orquesta. La música clásica es ficción sobre el papel y se vuelve realidad al tocarla.

En estos tres años cambiamos todos por la pandemia...

Estoy hablando de un aspecto diferente. Cada artista pasa por un viaje, y esta orquesta también. Con cada experiencia nos hacemos más ricos. Por eso la dirección es un arte bonito, porque tienes un tesoro de experiencias, de experiencias previas, y así vas construyendo y te enriqueces cada vez más de posibilidades. Cuando leo la partitura ahora, escucho más colores de los que leía hace veinte años. He escuchado a varios músicos tocar este solo de flauta, por ejemplo. Y luego está Claudia aquí [Claudia Walker, la flautista principal de la Sinfónica], la forma en la que toca.... su estilo. Puedo jugar mucho, puedo pensar y puedo tratar de encontrar una buena versión que funcione.

¿Se aprende dónde mirar en las partituras con la experiencia?

Sí. Es como estar en una montaña hermosa. Si tienes una guía, él o ella puede llevarte a la montaña, ha vivido con ella, por lo que puede enseñarte las flores en el camino, o los pájaros. Es muy teórico. Puedes decir, está bien, subiré esta montaña y este será mi camino. Esa es la partitura. Y luego, cuando la interpretas, tienes todo tipo de posibilidades por descubrir.

Mozart y Bruckner son dos viejos conocidos para usted, ¿eligió estas piezas para tocar con la Sinfónica o fue la orquesta quien se las propuso?

Yo tengo mis piezas preferidas y la séptima de Bruckner es un tesoro para mí. Es una de esas piezas que te desarman totalmente porque es maravillosa. Y por eso me encanta interpretarla. Cuando llego a una nueva orquesta, trato de venir con un repertorio que me guste porque me siento como en casa. Y ese fue el punto de partida. El Concierto para clarinete en la mayor y Sharon, por supuesto, es el compañero perfecto para la sinfonía de Bruckner.

¿Supo desde pequeño que quería ser director de orquesta?

Empecé a tocar el piano muy pequeño, tocaba en casa y era muy curioso, siempre improvisaba con el piano, me encantaba el jazz. En mi familia gustaba mucho la música, pero a nivel amateur, yo escuchaba mucho la radio, porque crecí en los setenta y ochenta del siglo pasado y era el bum de Karajan y Bernstein, eran dos figuras diferentes y en la televisión alemana siempre hacían emisiones de Karajan y conciertos en Viena de Bernstein y creo que yo hice esta elección por Bernstein. En algún momento, la televisión alemana tuvo la buena idea de emitir clases de Bernstein, que es lo mejor que puedes escuchar si te gusta la música. Explica a estudiantes de Harvard qué es la música y es fascinante. Escuché las seis clases a los trece años, más o menos, y desde entonces, tuve claro que había tanto que descubrir en la música y que había plantado una semilla en mí, no sabía que quería ser director, pero fue la mayor influencia que tuve desde el exterior en mi vida. Cuando acabé los estudios y cumplí 18 años, pensé: “Esta cosa de dirigir es algo que realmente quiero hacer”. Afortunadamente fui aceptado en la Escuela de Música de Colonia y nunca miré atrás porque había encontrado mi lugar en el mundo.

Eso es algo que no todo el mundo puede decir, incluso con treinta o cuarenta años más.

Lo sé y me siento privilegiado y afortunado por ello, porque llevo cuarenta años explorando la música y cada vez es mejor, porque tengo más experiencia y energía. Nunca me escucharán quejarme de mi profesión porque es preciosa.

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