“Nos vemos en unos días en el mercado nuevo”

Los placeros de Monte Alto desmontan los puestos para trasladarse provisionalmente a la plaza Indalecio Prieto

Cuando Sonia Chousa empezó a trabajar en el mercado de Monte Alto, sus padres le dijeron que era solo por unos días, a lo sumo, un mes, pero su madre falleció de repente y ayer, desmontando su puesto —la panadería Conchi— confesaba que aquellos 31 días se habían convertido en 31 años. “Estamos todos muy contentos de recoger y marcharnos de aquí e ir para el chalé nuevo”, comentaba Javier Abeleira, de la carnicería que lleva su nombre y que reconocía que, a pesar de que siempre había sido él el que se había puesto detrás del mostrador, vienen ahora unos días en los que tendrá que ponerse del otro lado.

Interior del que será el mercado de Monte Alto provisionalmente, en la plaza Indalecio Prieto.   | // VÍCTOR ECHAVE

Javier Abeleira, ayer, en el mercado de Monte Alto. / Víctor Echave

“Los clientes se portaron genial, el sábado a última hora a mí me vinieron a preguntar si aún me quedaba carne, porque me llevaban un poco más y lo vendí todo, no llevé nada para mi casa”, relataba ayer Abeleira, que se reía al contar que ahora va a tener que ir él a comprar a otro puesto, hasta que pueda abrir el suyo.

Javier Abeleira, de la carnicería Javier.   | // VÍCTOR ECHAVE

Instalaciones del mercado provisional, en la plaza Indalecio Prieto. | // VÍCTOR ECHAVE / Gemma Malvido

Aunque no tienen una fecha asegurada, los comerciantes cuentan con que, sobre el 22 o el 23 de marzo puedan atender ya a sus clientes en el mercado provisional de Monte Alto, instalado en la plaza Indalecio Prieto y comprobar si cumplen su palabra quienes les dijeron que no cambiarían de hábitos de compra solo por tener que desplazarse unos metros más.

“El sábado vino mucha gente a despedirse, estamos contentos porque nos cambiamos para mejorar, por un proyecto nuevo y para poder volver en 24 meses al sitio en el que estuvo el mercado 36 años. Yo creo que es positivo para el barrio. Ahora somos doce puestos y el nuevo mercado va a contar con 24, así que, será bonito que vengan más comerciantes, porque el barrio se lo merece”, relataba ayer Sonia Chousa, entre contenedores grises para trasladar mercancía y con recuerdos que ya no completarán el viaje y acabarán en la basura. “Hubo clientes y clientas que nos trajeron a sus madres y a sus abuelas para que se despidieran de nosotros, nos hicimos fotos, hasta una señora vino en silla de ruedas”, recordaba ayer Chousa.

Lo que se les hace más complicado, confesaban los comerciantes, es afrontar estos días de cambio y mudanza, porque dos semanas con las persianas bajadas y sin mercancía que montar en los puestos, no serán fáciles de sobrellevar, aunque confían en que el recibimiento en la nueva ubicación sea bueno y que puedan cuadrar cuentas a final de mes.

Javier Abeleira lleva en el mercado doce años, aunque antes de formar parte de este ecosistema tenía ya tienda cerca del edificio, así que, por su puesto han pasado familias enteras a hacer la compra cada semana. “Ahora confiamos en contar con los clientes de aquí y con los de allí”, decía Abeleira, que tuvo que responder muchas veces a sus clientes que aún no sabía nada del traslado, antes de verse como ayer, metido ya en la faena de trasladarse a la plaza Indalecio Prieto.

Catherine, de aves Catherine, abrió su puesto hace tan solo ocho años. “Entonces, no contaba con esto ni por asomo”, confesaba ayer, mientras limpiaba y guardaba algunas de las cosas que tendrá en su nuevo puesto. Ella, como sus compañeros, confía en que la obra, después de tanto tiempo de espera, quede bien y que les dé un impulso a los placeros.

“Nos vamos a la aventura, porque no sabemos cómo va a responder la gente ni cuándo podremos abrir, nos dijeron que la semana del 20, pero no sabemos cuándo, esperamos que pronto porque quince días sin trabajar es mucho dinero de pérdidas”, relataba ayer Catherine, que se va “contenta” aunque no cree, como tantas clientas le dijeron ya, que no quiera volver cuando acabe la obra.

Ana lleva más de tres años con su puesto de quesos y huevos, A Fraga, en el mercado de Monte Alto, aunque no es de A Coruña, cuando llegó a la ciudad para estudiar y para trabajar, hacía ya la compra en el mercado viejo del barrio. “En mi casa nos criamos comprando en plaza, así que, yo cuando me vine para aquí, hice lo mismo. Le compraba a Maroño y conocía el puesto en el que ahora estoy yo. Cosas de la vida”, resumía ayer, mientras alguna clienta pasaba a despedirse de ella.

Sobre qué les dicen, pues, según Ana, “hay de todo”. Algunos están “encantados” porque les queda más cerca de su casa la nueva ubicación y otros, no tanto. Ella, ayer, aunque confía en que la obra sea para mejorar, se reconocía “triste” por los clientes de toda la vida, por los que no puedan llegar hasta el mercado provisional y también por si las cuentas, al final, con tantos días sin trabajar, no dan.

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