Entrevista | Nazario Luque Dibujante, escritor y fotógrafo, presenta hoy su autobiografía en A Coruña

Nazario Luque: “Nunca he intentado escandalizar, y cuando lo he hecho, no me ha salido”

“En internet te puedes encontrar hasta pederastia, pero si pones una pintura del pubis de una mujer, te cierran la cuenta de Facebook”

El dibujante Nazario Luque.   | // QUIQUE GARCÍA

El dibujante Nazario Luque. | // QUIQUE GARCÍA

Nazario Luque ha vivido tantas vidas que resulta sorprendente que haya sido capaz de recoger todas sus vivencias en una autobiografía. Es así que ha dividido el relato de su pasado en dos tomos: La vida cotidiana del dibujante underground y Sevilla y la casita de las pirañas, que siguen, en orden inversa a la cronológica, el recorrido vital del considerado como padre del cómic underground. De ello hablará hoy, en la Fundación Paideia (20.00 horas) en un acto organizado por el Ateneo Republicano de Galicia. Le acompañarán Manel Cráneo y José Manuel Sande.

La forma en la que presenta su biografía es inusual. Dos tomos, La vida cotidiana del dibujante underground y Sevilla y la casita de las pirañas, que van hacia atrás en el tiempo: primero sus años en Barcelona y, después, la etapa anterior en Sevilla. ¿A qué se debe?

Es cuestión editorial. Yo hice un libro de mil y pico páginas. En un par de editoriales me dijeron que era una monstruosidad, y que lo desglosara en varios libros de doscientas páginas. Cuando lo vieron en Anagrama me dijeron que sería ideal empezar con el volumen III, en el que hablo de los 70 a los 80, de la Barcelona de aquella época, mis amistades con gente famosa, como Mariscal o Barceló, y así lo hicimos. El hombre este tenía vista, porque sabía que así sería más vendible. Después sacaron la otra parte de la biografía, la vida de Sevilla, la salida del armario, mis trabajos como maestro en Morón de la frontera, donde estuve en contacto con los dinosaurios del flamenco. Les llamo así porque eran gente de 70 o 60 años, y a esa altura no había gente con ese arte que lo siguiera. Con el de la infancia cayó la pandemia, y lo dejaron un poco apartado. Esa es la razón por la que publiqué los libros en orden inversa.

Cuando uno se enfrenta a su propia vida, como Benjamin Button, viviendo hacia atrás y con distancia temporal, ¿a qué conclusiones llega?

Yo escribo mis diarios desde los 14 años. Me apoyé mucho en ellos. Cuando la gente me dice que tengo una memoria fantástica, les digo que no, que es recreación de los diarios. Yo cuento anécdotas que me sirvieron de sostén para mis relatos. Es una cantidad de páginas que tenía escritas, lo único que hice fue ordenarlas y recurrir a correspondencia con mis amigos, con mis padres. Esa cosa amalgamada es lo que constituye esta súper autobiografía. ¡Y todavía queda!

Veo que tiene tendencia al orden. Solo hay que ver su página en Internet. Más que una web, es una biografía virtual. Está toda su vida volcada. Tiene un apartado hasta para sus escándalos.

Cuando dejé de pintar, en 2008, me dediqué a recopilar todo el material que tenía en los archivos de entrevistas, de prensa, de televisión, busqué a un informático y estuvimos dos años ordenándolo todo y colgándolo en la web, y salió esa página exhaustiva de toda mi obra desde los cómics hasta las fotografías, los libros, la pintura. En el apartado Escándalos hago hincapié en todas las cosas problemáticas que ha habido en mi vida, por culpa de la gente que se ha escandalizado. Yo nunca he intentado escandalizar. Hubo un tema importante en mi pueblo, que tiene 500 habitantes. Habían puesto una casa de cultura con mi nombre. El alcalde quería hacer un macrovertedero, con el apoyo de la Junta, en las inmediaciones del pueblo. Yo me posicioné en contra, utilizando los dibujos de 47 amigos en contra de este vertedero. Al final, el vertedero no se puso, quitaron mi nombre de la casa de cultura y pusieron el del alcalde. Había regalado cuatro cuadros de los que jamás se supo. Eso es bastante escandaloso.

Dice que nunca ha pretendido escandalizar con su obra. ¿Se acaba acostumbrando uno a generar esa sensación?

Cuando he intentado escandalizar, no me ha salido. Hice una exposición en Córdoba que fue un escándalo: se encerraron en la sala y quería que la quitaran. Decían que tenía demasiado sexo. Se escribieron varios artículos en la prensa defendiendo mi obra, y todo esto. Hace unos años me volvieron a invitar a Córdoba, e hice una exposición en ese mismo tono 20 años después y no resultó. La abrieron y la clausuraron varias veces durante el verano, y no hubo escándalo porque no se enteró nadie.

Usted vivió la llegada de libertades de la Transición en su máximo esplendor. La semana pasada, Miguel Bosé comentaba que en ese período había más libertades que ahora. ¿Coincide?

Hay de todo. En la época aquella luchábamos por las libertades, íbamos poco a poco, porque tenías que escarbar en contra de la censura, y hoy meto esto y no me lo permiten, mañana lo intento y sí. En el destape, poco a poco, fuimos consiguiendo cosas. En los 70 tuve que sacar clandestinamente La piraña divina, pero en el 80 saco Anarcoma con sexo explícito y nadie me dijo nada, y fue un superéxito. Hoy en día las redes sociales es lo que más te censura. No puedes poner un pezón femenino porque te cierran la página. A mí me han cerrado el Facebook 7 u 8 veces por tonterías. Terminas autocensurándote tu mismo. Estamos en una situación, a ese nivel de las redes sociales como estábamos en los 70.

Es una censura un poco más perversa. Usted, que ha hecho de la irreverencia y el sexo explícito la bandera de su creación, ahora se autocensura a sí mismo.

Sí. Si te la cierran seis o siete veces, dices: o paso de las redes sociales o me autocensuro y procuro no poner cosas que puedan hacer que me la cierren.

¿Qué nos dice esto de la sociedad en la que vivimos? Usted escandalizó por mostrar por primera vez sexo homosexual en un cómic. Hoy las relaciones entre parejas del mismo sexo están más que normalizadas, pero la impresión es que hay una nueva ola de puritanismo.

Que vivimos en una hipocresía. En las redes sociales no, pero abres internet y vas directo a una página de sexo, dices que eres mayor de edad y tienes sexo con hombres, con heteros, con mujeres maduras y hasta pederastia, que está mas perseguida pero el que la busque imagino que la encontrará. Luego sin embargo pones una pintura en la que salga el pubis de una mujer y te cierran la cuenta de Facebook.

Uno de sus personajes más populares, Anarcoma, el detective travesti, iba a protagonizar una película.

Iba a ser una serie en la que todo girase alrededor del sexo, siempre procurando soslayar lo que ellos piensan de que no lo van a permitir en la televisión. Ahora sacan esta serie de Nacho Vidal, que es comida para un público al que le gustan este tipo de temas. Nacho Vidal tiene una polla de no recuerdo cuántos centímetros, una hija transexual... está totalmente de moda. Las películas de relaciones homosexuales están a la orden del día. No hay sexo explícito, pero se intuye. Hoy en día este tema está a la orden del día.

En su biografía reflexiona sobre el término underground, y lo que hace a una obra underground o no. ¿Tiene sentido, tal y como funciona el mundo hoy en día, seguir hablando de la existencia de una cultura underground?

El término underground es un poco ambiguo. Se llamó así porque así se llamaban los dibujantes americanos en los que nos inspirábamos en aquella época. Empezaron sus cómics en los 60 y los 70, y nosotros en el 72. La prensa empezó a hablar de nosotros como los dibujantes underground a la española: underground, clandestino, marginal; son palabras que se usan indistintamente. Ninguna de esas palabras es realmente correcta. Nosotros éramos marginales y underground porque no había ninguna revista que quisiese publicar las historias que nosotros hacíamos. En cuanto alguien apostó por nosotros y nos daba la posibilidad de editar nuestros dibujos en una revista de los kioskos, no lo dudábamos. Siempre con unos límites, pero también los teníamos cuando dibujábamos, porque había una cosa que se llamaba censura previa. Te tenías que autocensurar, porque llevabas la revista a la censura previa y te tachaban esta frase o esta imagen, y ya podías publicarla sabiendo que no se iban a meter contigo. En cambio, si no la presentabas a censura previa, ya sabías que te censuraban la revista. Ya había una especie de acatamiento a las normas, como la hay hoy con el tema de las redes sociales.

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