Fútbol femenino, referentes coleccionables

Las jugadoras del Silva, de entre 7 y 12 años, completan el primer álbum de cromos de Panini centrado en la Liga femenina de fútbol

Las jugadoras del Silva, con su entrenadora, Sara Gallego, y el álbum de cromos que coleccionan juntas.   | // VÍCTOR ECHAVE

Las jugadoras del Silva, con su entrenadora, Sara Gallego, y el álbum de cromos que coleccionan juntas. | // VÍCTOR ECHAVE / Marta Otero Mayán

En el año 1970 llegaba el tercer título mundial para Brasil, que se impuso a Italia por 4-1 en la final del Mundial de México. La gesta mundialista protagonizaba el primer álbum de cromos que Panini publicó, comenzando así una tradición que convertiría en postalillas a los ídolos futbolísticos de todas las generaciones desde entonces. La primera colección centrada en la Liga masculina publicada por Panini España data de la temporada 79/80. Han tenido que pasar 43 años para poder encontrar en los quioscos un coleccionable de la Liga femenina de fútbol. “La primera reacción del mercado es esperanzadora, muy positiva. Creo que ayudaremos a hacer el fútbol femenino más popular, y esto también hará que crezca”, señala el director general de Panini, Lluís Torrent.

Al otro lado de las páginas, esa percepción se refrenda. “Lo que no se ve, no existe”. Habla Sara Gallego, periodista y una de las entrenadoras del equipo femenino del Silva. Las niñas, de entre 7 y 12 años, pueden ver cumplido el que habría sido uno de los sueños de la infancia de su entrenadora: coleccionar los cromos de los rostros más potentes del fútbol femenino. Y cómo no, su entrenadora tiene parte de la culpa. “Fui al quiosco a comprarlo para mí —confiesa— y, al verlo, se me ocurrió llevarles uno y comentarles qué les parecería coleccionarlo todas juntas. Al final, causó sensación. Hubo peleas por ver quién pegaba el primer cromo”, cuenta.

Desde entonces, casi como un ritual en los entrenamientos, se reservan los minutos finales para ir completando el álbum cuando hay cromos. Los primeros los llevó su entrenadora, pero el resto los han ido llevando las propias jugadoras. La actividad no solo proporciona un medio para estrechar las relaciones del equipo, sino también una fuente de conocimiento para que las pequeñas coleccionistas se acerquen más a unos nombres y unas plantillas que no siempre reciben el tiempo en pantalla que merecen sus logros.

“No conocían a muchas jugadoras, pero ahora ya van viendo qué equipos hay, mirando cuántos títulos tiene cada equipo. Se quedan con algunos equipos que no les sonaban, como el Levante Las Planas. Conocen ya algunos nombres, el de Alexia Putellas o las más mediáticas, pero también los de las que pasaron por el Dépor: Atenea, Peke, Tere...”, enumera Gallego, que no oculta que se esfuerza en hacer su parte para que las jóvenes futbolistas conozcan y se interesen por el fútbol femenino. Sus esfuerzos, al final, dejan poso. “Todos los días se quedan un rato pegando cromos las que pueden, y las que no, preguntan cuándo les toca a ellas”, señala. Al final de la temporada, el álbum, una vez completo y firmado por todas las participantes, se sorteará entre las jugadoras.

Nunca es tarde si la dicha es buena. Y aunque, coinciden desde todos los ámbitos del fútbol femenino, todavía quedan pasos por dar, las postalillas marcan un avance difícil de imaginar hace pocos años. “Estas iniciativas son muy importantes. Para los niños y las niñas es una manera de normalizar que esto existe, de hacerlo real. Les da un estímulo para poder ver e interesarse. A mí me habría gustado haber podido coleccionar un álbum como este cuando era pequeña, o ver fútbol femenino en la tele y tener un equipo cerca como el Dépor. Vamos en la buena dirección”, reconoce.

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