In memoriam // Luis García Rodríguez (12 de mayo de 1937-22 de marzo de 2023)

Luis, caminante no hay camino...

Juan Reboredo Rodríguez - Rafael Vázquez Cobas | Compañeros de Luis García Rodríguez en la Fundación Ronsel

La primera etapa comenzó el 25 de agosto de 1998 en la Academia Juan Flórez y Módulo Centro de Formación. Luis dirigía ambos centros de formación especializados en enseñanzas de gestión administrativa, secretariado y clases de apoyo universitarias en el ámbito de los estudios empresariales y contabilidad. Siempre antes de las ocho de la mañana comenzaba su jornada de trabajo, después de su lectura de periódicos generalistas y deportivos. Desayuno en el Galia.

La Academia Juan Flórez tenía un equipo de fútbol sala en División de Honor por aquel entonces. Jugamos juntos en Salesianos en esta categoría, después en Primera División y más tarde en la liga de los veteranos. Siempre arrimando el hombro, siempre arrimando la rodilla, compitiendo hasta el final. Y recibiendo la insignia del mérito deportivo en la discoteca Chaston.

Deportista y deportivista. Luis nos invitó a Riazor en la época dorada del Súper Dépor, disfrutando del mejor fútbol imaginable en la historia del Club. Después vinieron tiempos en los que sobresalían sus intervenciones en la Junta de Accionistas. Siempre azul y blanco, quizás algo más blanco en el pasado. Mejoramos con el tiempo.

La segunda etapa data del 18 de julio de 2000. Promueve el proyecto de inserción sociolaboral Fundación Ronsel. Ronsel es una palabra gallega que significa estela, la marca en el mar que deja una embarcación y que dura un tiempo finito. Luis deja una huella de 85 años de trabajo, incansable, persistente, exigente, crítico y coruñés. Referente del trabajador autónomo, creador de economía y empleo, inspiración a través de su ejemplo de disciplina, sacrificio y cumplimiento de compromisos.

Es difícil encontrar una persona que represente mejor los valores de humanidad más admirados por todos. Luis era un verdadero amigo de sus amigos, con una fuerza y una confianza personal propia de un líder, pero a la vez familiar y enormemente generoso.

Su casa siempre estuvo abierta a todo el mundo. Todavía recordamos con emoción aquellas tardes de la infancia, las comidas con la pandilla, los baños en la piscina o los bocadillos de foigras y las coca colas en botella de vidrio bebidas a morro furtivamente, también aquellos paseos en coche apretados en el asiento de atrás, las excursiones en Semana Santa y tantos y tantos momentos memorables.

Ahora que en estos tiempos la palabra “amistad” está tan manoseada, la vida nos da una oportunidad de agradecer la infinita suerte que hemos tenido de haberte conocido.

La tercera etapa es hoy. Manuela Deber Méndez, su esposa. Admiración, respeto, amor. Nuestros últimos momentos con él fueron estos Carnavales en el Hospital Modelo. Cuando miraba a Manolita y hablaba con ella, sin palabras. Gracias.

Buen Camino, Luis.