La Opinión de A Coruña

Picasso, un círculo que empieza y acaba en A Coruña

El Museo de Belas Artes inaugura la exposición Picasso. Branco no recordo azul. Debuxando o futuro por el 50 aniversario de la muerte del pintor. Puede visitarse hasta el 25 de junio.

Picasso. Branco no recordo azul. Debuxando o futuro cuenta la historia de Picasso a través de su obra y del tiempo que pasó en A Coruña, desde 1891 a 1895, entre los nueve y los trece años, cuando vivió muchas de sus primeras veces. Su primera exposición, su primer retrato, la muerte de su hermana, su primer desnudo en la playa de Riazor, las canciones que después le cantaría a su hija Maya.... “Es circular, siempre va delante, pero va mirando atrás”, resume Malén Gual, que es comisaria de la exposición junto a Antón Castro y Rubén Ventureira, porque para conformarla eligieron las obras en las que resuena A Coruña, independientemente de la etapa en la que fueron creadas.

La exposición —organizada por la Xunta con la colaboración de la Comisión Nacional para la Conmemoración del 50 aniversario de a muerte de Pablo Picaso— podrá visitarse en el Museo de Belas Artes hasta el 25 de junio. Para su inauguración, los tres comisarios realizaron una visita guiada en la que desvelaron algunos de los entresijos de la muestra, en la que se exhiben más de un centenar de obras , de las cuales 68 son de Picasso, desde sus primeras tablillas a su etapa cubista.

Una de las obras de Picasso que forma parte de la exposición.

Una de las obras de Picasso que forma parte de la exposición.

Quien visite la exposición debe fijarse en varias cosas, una de ellas, muy importante, es en las fotografías impresas a gran tamaño al lado de algunas de las obras que Picasso pintó en A Coruña porque en ellas pueden verse esas mismas piezas a lo largo de su vida, porque siempre conservaba todo lo que hacía, así que, en las instantáneas que inmortalizan sus estudios o su casa, se pueden ver piezas como Retrato de hombre, de 1895, o una de sus tablillas con una vista del parque de Santa Margarita.

Y es que Picasso volvía siempre a sus primeras obras, a las que hizo en A Coruña, cuando empezó pulirse como artista. A partir de sus cuadros y de sus dibujos de esa época de preadolescencia se pueden adivinar también algunas de las lecturas que hacía, como la de la revista Blanco y Negro, fundada en 1891, de la que tomaba prestados recursos artísticos, como pintar los ojos de personajes con números —debido a un reportaje publicado en la revista que explicaba cómo hacerlo—, o personajes de sus piezas sobre ciudades veraniegas.

Un hombre observa 'Maya à la poupée' y, detrás, uno de los retratos de mujeres en butaca en el que se ve la dualidad en el color del pelo.

Un hombre observa 'Maya à la poupée' y, detrás, uno de los retratos de mujeres en butaca en el que se ve la dualidad en el color del pelo.

Con esta inspiración, Picasso creó sus publicaciones Azul y blanco, los colores de la ciudad aplicados a una revista en la que le contaba a su familia malagueña cómo eran los veranos en la ciudad, o La Coruña, donde no solo dibujaba sino que también escribía. “Nos llamó la atención que en uno de los textos no había ni una sola falta de ortografía, estuvimos investigando, y vimos que lo había copiado de la programación de las fiestas”, explica Rubén Ventureira. 

“Lo que empieza en A Coruña, se cierra a lo largo de su vida, porque cuando acaba su vida, Picasso vuelve a sus mismos temas y a la misma forma de ver las cosas que tenía aquí. Es un pintor que siempre tiene presentes sus recuerdos infantiles y juveniles. Es una persona con muchísima memoria y siempre vuelve atrás, a los sitios de España en los que ha estado, entre ellos, a A Coruña. Cuando hace sus poemas recuerda a Pérez Costales, por ejemplo, y es en ese recuerdo constante en el que centramos la exposición”, explica Malén Gual.

La muestra está dividida en diez salas y cuenta con otros dos espacios; el primero, en el que los visitantes pueden consultar los periódicos y revistas del día en el que falleció Picasso y de los días posteriores —ya que esta exposición se realiza para conmemorar los cincuenta años de su fallecimiento— y el otro, el de la cronología de su vida, con medio centenar de hechos relevantes sobre sus 91 años de historia.

  • Academia e clasicismo: Xénese do fauno e o home do cordeiro. Este espacio cuenta con cuatro yesos de la Escuela Provincial de Bellas Artes en la que estudió Picasso y que influyeron en su formación, así que, se contraponen dibujos de faunos creados en la ciudad con otro que realizó en los años cuarenta, con técnica geométrica. “Hay también un carboncillo que él hizo y que se conserva en el museo de Barcelona del hombre con el cordero y que después lleva tanto a la escultura como a la pintura y al dibujo”, explica Rubén Ventureira. Es una figura que, con el paso del tiempo, le valió como “símbolo de la paz”, relata Malén Gual.
  • Realismos, paisaxe e etnografía. “Donde realmente asume una conciencia clásica y de estudio real y donde nunca faltó a clase Picasso fue en A Coruña”, destaca Antón Castro, en esta sala se pueden ver los paisajes que pintó en A Coruña, en la ciudad se empapó de los colores de las playas, de la presencia de la Torre y los parques, de las calles y de sus vecinos. “Picasso lo conservaba todo y necesitaba llevar su pasado con él para revisitarlo”, relata Castro, ya que en esta sala se pueden ver sus paisajes del Orzán y del paque de Santa Margarita y una foto en la que se le ve ya en su etapa cubista, con una de estas tablillas colgadas en su taller. En esta sala se esboza ya “el compromiso de Picasso por los desamparados y afligidos”, con su cuadro de As Lavandeiras e inmortalizando ancianos. Hay también un dibujo de un picador con un toro y es que, según explica Castro, nutrió su afición taurina en la ciudad pintando “al natural” en las corridas. 
El cuadro 'El pintor y la modelo'

El cuadro 'El pintor y la modelo'

  • Caricatura e nacemento da conciencia crítica. “Picasso estuvo muy influenciado por sus primeras lecturas de revistas de la época y utiliza un instrumento que establece una relación entre el arte y la vida. Ese instrumento es la caricatura. Es un niño, pero se convierte en un auténtico maestro”, relata Castro. En esta sala está el retrato de un hombre que pide limosna y que formó parte de la segunda exposición que hizo Picasso en A Coruña, en 1895. “Un escorzo se logra cuando uno tiene una experiecia extraordinaria, se necesitan muchos años, pero él era un niño y ya hace este mendigo con el brazo escorzado. Esta obra nos habla de un genio”, resume Castro. 
  • Poéticas de autoafirmación: retrato e autorretrato. De esta sala destaca un retrato de 1895, de una mujer gallega. “En ese momento, siendo un niño tiene el atrevimiento de dejar el fondo sin pintar, esto, a finales del siglo XIX era algo de una modernidad enorme, porque, generalmente, no se hacía y yo creo que Picasso lo hizo con toda la intención”, comenta Gual, que hace hincapié en “el juego” de dos obras, en Lola, con una muñeca, pintada en A Coruña, en 1895, y Maya à la poupée, que es su hija, también con una muñeca, retratada con un estilo totalmente diferente, pero con el mismo sentimiento de “recogimiento”. Es en A Coruña cuando hace su primer retrato, el de su hermana Lola que, para entonces tenía unos nueve años, pero que parece mayor en el cuadro. “Creemos que es porque no sabía aún captar las proporciones del cuerpo. Es el primer retrato al óleo de su carrera y lo hace en diciembre de 1894”, comenta Gual. En esta sala están también obras creadas en los años 1938 y 1939 en los que se atisba “el conflicto interno” de Picasso, ya que estaba entre el amor que sentía con María Thérèse Walter (rubia) y DoraMaar (morena) y por eso pinta a sus mujeres con los pelos de dos colores, por supuesto, también está condicionado por el conflicto bélico. En esta sala hay otra curiosidad, un retrato de perro Clíper, al que dota de humanidad inmortalizando su mirada. “Se llamaba Clíper porque así se llamaban los barcos rápidos que veía en la bahía de A Coruña”, aporta Rubén Ventureira. Es a partir de la muerte de su hermana Conchita —fallecida en A Coruña— cuando Picasso vive una explosión creativa y es que, había prometido a Dios que, si la hermana se salvaba, él dejaría de pintar para siempre.
  • Picasso escribe. En esta sala se pueden ver sus inicios no solo como pintor sino también como escritor, otra de sus grandes pasiones, tanto, que incluso dejó la pintura durante un tiempo para dedicarse a escribir. Empieza también otro de los rasgos de su obra, “el apropiacionismo”, algo que le llevó a decir sobre sí mismo cosas como que había copiado a todo el mundo, menos a sí mismo. Nacen en A Coruña sis publicaciones Azul y Blanco y La Coruña, para crearlos, según recordó ayer Ventureira, se basaba en la revista Blanco y Negro, que le servía de inspiración. “Hay una Torre de Hércules, que parece que está en un plato y es porque está copiada de un anuncio de una fábrica de chocolates. Él decía que era alcohólico de las imágenes, en el sentido de que le valía cualquier cosa, con tal de que fuese una imagen. Está bebiendo siempre de imágenes que ve en guías, en el programa de las fiestas de 1894 o de las revistas”, revela Ventureira.
Xabier Díaz canta el 'Alalá do Cebreiro' en la presentación de la exposición.

Xabier Díaz canta el 'Alalá do Cebreiro' en la presentación de la exposición.

  • A arte nunca é casta/erotismo. En A Coruña Picasso vio su primer desnudo y, en sus cuadernos, en los que esbozaba sus obras, incluía también algunas imágenes eróticas y sarcásticas. En la sala se puede ver una obra de 1903, que pintó en Barcelona, en plena época azul. “Sus amigos tenían una mercería y, mientras ellos despachaban, él cogía las tarjetas de visita y hacía dibujitos, unos eran relacionados con la época azul y otros, eróticos o satíricos. Uno de ellos, el del pintor Santiago Rusiñol, del que se decía que, por conseguir la gloria hacía cualquier cosa”, comenta Gual. En esta sala se pueden ver también obras de su última etapa, cuando tenía ya noventa años y seguía pintando a mujeres desnudas con unos trazos llenos de brío y vigor.
  • Cubismos. En esta sala se puede ver cómo, ya de niño, Picasso se fijaba en las formas geométricas y las líneas cuando dibujaba paisajes con viviendas y cómo su paso por Galicia le influyó en esta etapa, prueba de ello es el uso de “la gaita para crear naturalezas muertas”, según comenta Castro. “Es una obra de 1913, Naturaleza muerta con instrumentos musicales, y reúne lo mejor del cubismo sintético”, define Castro. Es en este punto también en el que se puede escuchar al cantante Xabier Díaz interpretar el Alalá do Cebreiro y Lévame, porque su hija Maya —de la que también se puede escuchar su voz— recordaba que Picasso se las cantaba siendo niña. Se lo desveló en una conversación telefónica a Ventureira y a la investigadora Elena Pardo aunque con la particularidad de que, a pesar de que les hablaba de las canciones gallegas, ella las interpretaba en castellano. 
  • Grandes mestres. En la parte final de la exposición están los maestros de Picasso, uno de ellos, Velázquez. Durante años, los investigadores se preguntaban por qué había metido en uno de sus dibujos de infancia un retrato de este maestro, la respuesta estaba, una vez más, en su paso por la escuela de Bellas Artes en A Coruña, donde había un ejemplar de un libro de grabados, encargado por Madrazo, y en el que se podían ver copias de las grandes obras del Museo Real de Pinturas —ahora llamado Museo del Prado—, entre ellas, las de Velázquez. En esta sala está su representación de Las Meninas de Velázquez, son dos cuadros que pertenecen a una serie que empezó a hacer en 1957 y que, si bien inició en blanco y negro, porque fue así como conoció la pintura, las piezas que están en A Coruña son ya del final, llenas de color y de luz. “Hace varios cambios, incorpora a su perro, que es un perro salchicha, abre las ventanas porque él vive en una casa en la que entra mucha luz, en el Mediterráneo y, con esa luz, hace que todos los objetos tomen una forma diferente”, describe Gual.
Malén Gual explica a Inés Rey, Alfonso Rueda y Miquel Iceta el primer retrato al óleo de Picasso.

Malén Gual explica a Inés Rey, Alfonso Rueda y Miquel Iceta el primer retrato al óleo de Picasso.

  • O pintor e o seu modelo. En esta sala destaca un retrato que hizo de su padre, en 1895, probablemente, según explicó ayer Ventureira, mientras estaba pintando en una de sus clases. Fue la investigadora Elena Pardo, cuyos padres también son pintores, quien dedujo que esa mirada y esa postura solo podían pertenecer a un hombre concentrado en su pintura. Destaca también el Retrato de hombre que se puede ver en el estudio de Picasso, muchos años después, y que Ventureira defiende que es un retrato de su mejor amigo, Antonio Pardo Reguera, realizado en 1895. “En la foto tenemos el cuadro El pintor y la modelo, un maniquí que compró en el mercado de las pulgas del París al que le añadió un brazo, con las obras de A Coruña. No es casual que recurriese a ellas, porque fue aquí donde esta temática le empezó a obsesionar”, zanja Ventureira.
  • Mosqueteiros. Con su representación de los mosqueteros se vuelve a cerrar el círculo. Picasso conoció a estos personajes gracias a sus maestros Brocos y Amorós, y siendo ya un pintor reconocido, en 1966 vuelve a estos personajes, ahora, ya llenos de color y despojados de las líneas precisas y del realismo. “Era un preludio de lo que se llamó Bad painting en la posmodernidad”, relataCastro.  

Seis obras que no te puedes perder en la muestra de Picasso en A Coruña

Los artistas se conocen, explican y comprenden a través de sus obras. Los lienzos de un pintor son el texto que sitúa sus creaciones en un momento y un lugar concretos, que muchas veces definen la trascendencia de ese trabajo. La exposición que se expone en el Museo de Belas Artes de A Coruña y conmemora los 50 años del fallecimiento de Pablo Picasso permite ahondar en el peso que la formación artística del pintor en la ciudad durante parte de su infancia tuvo en toda su obra posterior. Picasso branco no recordo azul, comisariada por Malén Gual, Rubén Ventureira y Antón Castro, reúne 120 piezas relacionadas con el artista malagueño, 68 de ellas obras propias. Todo es interesante en la muestra, aunque resulta imprescindible detenerse en unas cuantas obras especiales para comprender la magnitud de su talento y el alcance de su huella.

Hombre con boina (A Coruña, 1895). Es una de las obras más importantes del periodo coruñés, de estilo realista. Se expuso en escaparates de tiendas de la calle Real y la prensa local se hizo eco de este y otros lienzos, lo que “reforzó la autoestima del joven Picasso y le animó a profundizar en sus investigaciones artísticas”, apunta Malén Gual. Es el retrato sobrio de un hombre con expresión seria e imponente barba, con una parte del rostro en sombra. Es una de las primeras telas en las que el pintor utiliza el óleo en un formato algo superior (50,5 x 36 centímetros) al que era habitual en él. Forma parte de la colección permanente del Museo de Barcelona.

Maya con muñeca (París, 1938). Esta obra tiene relación con otro retrato de la hermana de Picasso, Lola, con una muñeca en 1895. “Retrata siempre a la gente que quiere”, explica Gual. En este caso es su hija Maya, “dibujada y pintada con ternura” en una etapa de su obra “mucho más agresiva”. No es un cuadro cubista, aunque presenta herencia del cubismo en la deformidad del rostro de la niña y en la combinación de lo frontal de sus ojos con el perfil de su boca y nariz, así como en los planos geométricos trazados en las piernas y en la falda. Maya fue fruto de la relación de Picasso con Marie-Thérèse Walther, su compañera entre 1927 y 1944.

'Maya con muñeca', obra de Picasso. Pablo Picasso. Maya à la poupèe, 1938. Óleo sobre lienzo 73,5 x 60 cm MP170 © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2023 Localisation: Paris, musée national Picasso – Paris Photo (c) RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Adrien Didierjean. Caricaturas XX3

'Maya con muñeca', obra de Picasso. Pablo Picasso. Maya à la poupèe, 1938. Óleo sobre lienzo 73,5 x 60 cm MP170 © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2023 Localisation: Paris, musée national Picasso – Paris Photo (c) RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Adrien Didierjean. Caricaturas XX3

Estudio para la cabeza de caballo (París, 1937). Es un dibujo preparatorio para el Guernica, el gran mural que se le encarga a Picasso a petición del Gobierno de la Segunda República Española para ser expuesto en el pabellón español durante la Exposición Internacional de 1937 en París. El pintor encuentra el motivo en el bombardeo de la localidad vasca de Guernica en abril de ese año, cuyas imágenes ve en la prensa francesa. Realiza muchos estudios previos para reflejar “el horror de la guerra”. Este estudio dirige al cielo la cabeza del caballo con la boca abierta y la lengua en pico, con una mirada y un gesto que transmite “dolor, angustia e impotencia”, sugiere Gual.

Naturaleza muerta con instrumentos musicales sobre una mesa (París, 1913). Son variadas y de diferentes estilos las naturalezas muertas de Picasso. Esta, de la etapa cubista, tiene un enlace temático con su etapa formativa en A Coruña a través de la gaita gallega mezclada en el bodegón con otros elementos en un frutero en el que hay más instrumentos de música vinculados a su infancia. En su estancia en la ciudad había dibujado un gaiteiro, gaitas y una romería.

'Naturaleza muerta con instrumentos musicales sobre una mesa'. Pablo Picasso. Nature morte aux instruments de musique sur une table, Paris, Automne 1913. Crayon graphite et aquarelle sur papier 31,5 x 23 cm. Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte, Madrid. En prêt temporaire au Museo Picasso Málaga © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2023 © FABA Photo: Hugard & Vanoverschelde

'Naturaleza muerta con instrumentos musicales sobre una mesa'. Pablo Picasso. Nature morte aux instruments de musique sur une table, Paris, Automne 1913. Crayon graphite et aquarelle sur papier 31,5 x 23 cm. Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte, Madrid. En prêt temporaire au Museo Picasso Málaga © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2023 © FABA Photo: Hugard & Vanoverschelde

Mujer sentada con sombrero (1939). En esta época son varios los retratos femeninos que hace Picasso. Según Gual, en el que se podrá ver en Belas Artes, el artista mezcla los rasgos de dos de sus mujeres, Walther y Dora Maar, con elementos del rostro “muy sacados de lugar pero todo muy compuesto”, en el que las rayas representan el horror de la guerra. Las dos mujeres son la inspiración de otros retratos del mismo año, género que forma parte de los capítulos temáticos de la muestra coruñesa y que Picasso asume sin seguir convencionalismos ni enfoques psicológicos, sino jugando con morfologías y rasgos.

El pintor y la modelo (1963). En las décadas de los años veinte y treinta es recurrente en Picasso retratar a pintores con sus modelos, que recupera en los últimos años de su vida. Esta obra de 1963 es una “autorrepresentación”, con Jacqueline Roque como modelo tumbada en un diván. Picasso decía que al pintar pintores se inspiraba en su padre, presente de algún modo en este lienzo con el rostro barbudo metamorfoseado y el jersey de rayas horizontales que identifica al propio pintor.

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