Victoria Martín: “Mi madre prefería que fuese funcionaria, pero así es como ha salido todo”

“Hemos vivido muchas vidas en estos tres años, tienes que tener los pies en la tierra”

Carolina Iglesias y Victoria Martín, de Estirando el chicle.  // LOC

Carolina Iglesias y Victoria Martín, de Estirando el chicle. // LOC / LOC

Las cómicas y guionistas Carolina Iglesias y Victoria Martín, que conforman las dos patas del pódcast Estirando el Chicle, repetirán en esta edición del Encuentro Mundial del Humorismo. El año pasado, llenaron el Coliseum, pero para este cambian de formato y proponen una grabación especial de un pódcast desde el Castillo de San Antón bajo el título de Estirando el chicle en un castillo. 

Repiten en el Encuentro Mundial de Humorismo. El año pasado fueron uno de los espectáculos más exitosos. ¿Qué les engancha?

A la organización, Etiqueta Negra, que han sido productores de nuestra gira, les tenemos muchísimo cariño, por la labor que hacen por la comedia y por abrir puertas en Galicia a nuevas voces, y nos dieron la oportunidad de hacer Estirando el Chicle. Ahora vamos a hacer lo mismo, pero no vamos a hacer show, sino programa. Nos dieron la oportunidad de hacerlo en un castillo, y dijimos: para alante. Luego el programa se subirá como un programa normal. 

El año pasado, llevaron Estirando el Chicle al Coliseum. Fue uno de los espacios que más éxito tuvo. Ahora cambian a un formato íntimo.

Sí, porque ahora es un programa, no como Estirando el chicle Live que era un show de stand up normal. Es más por el emplazamiento que nos han ofrecido, nos hace mucha ilusión. Creo que está todo vendido. 

Sí, han vendido todo. ¿Se acostumbra una?

Al contrario. Yo soy muy insegura, siempre pienso: “Nada, seguro que la gente se ha equivocado y a la siguiente no vendemos nada”, lo que me ayuda a tener los pies en la tierra, pero siempre me siento como una mierda (ríe). Es una cosa que al final no acaba compensando tanto. Yo creo que es un error acostumbrarse porque en esta profesión todo sube y baja súper rápido. Es importante seguir currando, reinventando y haciendo cosas, porque es una profesión que te empuja. No puedes dormirte en los laureles. 

Habla de reinventarse. Tras cinco temporadas, han tocado techo dos veces con dos premios Ondas, han llenado el Wizink Center de Madrid. Ahora grabarán en un castillo. ¿Cómo consiguen seguir sonando frescas en un contexto de sobreabundancia de contenidos?

Sí, el siguiente programa lo vamos a hacer en Marte. La verdad es que nosotras siempre hacemos lo que nos haga gracia a nosotros, es algo que Carolina y yo tenemos clarísimo. A veces ha salido bien y otras no, porque es verdad que a veces solo nos hacía gracia a nosotras, pero intentamos hacer las cosas que nos hagan ilusión. Esta primera temporada del chicle a lo mejor la gente se esperaba que lleváramos a Shakira, pero hemos llevado a nuestras madres. Para nosotras es lo que tenía sentido. Cuando se nos ocurre algo, tendemos a estar de acuerdo siempre. Estamos muy agradecidas, es un trabajo precioso. 

Seguramente sus madres, hace un tiempo, no se imaginaban a sí mismas en un espacio como ese. ¿Ha empoderado Estirando el chicle a su entorno?

Son cinco temporadas pero en realidad son tres años. No es tanto tiempo. Hemos vivido muchas vidas en tres años. Siempre me han dado miedo los booms: de repente subes y no sabes por qué razón, y creo que tienes que tener los pies en la tierra y seguir siendo consciente de que la puedes cagar en cualquier momento. Nos ha ayudado mucho nuestro entorno: mis amigas de toda la vida, mi madre, que no me da una palmada en la espalda en la vida... al final, mi familia lo ha vivido con mucho miedo. Mi madre prefería que yo fuese funcionaria, pero es como ha salido todo.

El año pasado tuvieron un momento de rozar la cancelación por un desacuerdo con su público. Decidieron irse de las redes. Usted no ha vuelto a activar su perfil de Twitter, pero tiene un pódcast en solitario, que redobla su exposición. ¿Qué reflexión sacó de todo eso?

Al final, he intentado relativizar el trabajo que hago, que es hacer reír a la gente. Ese es mi trabajo. Habrá gente a la que le guste y a la que no. Tengo que tener muy claro qué es lo que me hace reír a mí, qué es lo que quiero. A mí me gusta escribir, me apasiona, desde que era una niña. Si tengo la oportunidad de seguir haciéndolo, ya sea en pódcast o en libros o en lo que sea, no voy a renunciar a ello. Siempre me ha gustado la comedia un poco más negra y un poco más bruta. Creo que tienes que ser fiel a lo que te gusta y ser honesta contigo misma. Si lo eres, tiras para adelante pase lo que pase.

Su pódcast en solitario, Mala Persona, está teniendo éxito quizás porque cambia un poco el discurso de la ejemplaridad del creador de contenido. ¿Era su intención delatar que estamos cayendo en el buenismo? 

Algo así. Yo quería hacer monólogos que me hicieran gracia, con la misma estrategia de Estirando el chicle, y también permitirnos que no tenemos que mostrarnos perfectos. El problema que hay ahora es que no es solo ser buena persona. Lo importante es que la gente se entere que lo eres. Me da tal asco eso, me parece tan terrible. Reconocer que haces cosas mal, que no eres perfecta y que tienes tus grises, a pesar de todo seguimos para adelante, es guay, y me apetecía reflexionar sobre eso en el pódcast, y luego decir gilipolleces, claro. Creo que no deberíamos dejarnos llevar por las redes sociales. Hemos llegado a un punto absolutamente absurdo y delirante. Yo al final estoy muy disociada: hago mi personaje, mi trabajo, y luego soy Victoria, que hago mi vida.

¿Se carga con esa responsabilidad a las figuras que tienen cierta relevancia?

No creo que sea responsabilidad. Cuando eres cómico, siempre tienes que arriesgarte. A mí me gusta arriesgarme, jugar un poco en esa línea, que es lo que me divierte y me hace feliz, procurando siempre ser consciente de lo que tengo en mi entorno, pero cuando haces humor te la juegas siempre. No creo que haya cambiado realmente nada: los cómicos se la siguen jugando porque es la profesión que tenemos, habrá gente a la que le guste lo que haces y otra que tendrá todas las razones para decirte que eres gilipollas y que no le gusta lo que haces. Estupendo, pero hasta ahí.

¿Se pasan límites en las redes sociales?

No lo sé. Yo relativizo. Creo que estamos pasando por una etapa como humanos y como sociedad realmente nada buena. Estamos todos fatal. Así que mira, empatizo. Dices: ¿qué cojones hay? No paramos de hablar de tonterías y hay un huevo de problemas sin resolver, y nos tienen entretenidos apostando en criptomonedas. Al final es que somos gilipollas. 

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