Buscar las claves del cambio del clima en un lago de hace 8.500 años

El científico de la UDC Armand Hernández concluye cómo mejorar los modelos climáticos tras estudiar el efecto del fin de la Era Glaciar

El investigador de la UDC Armand Hernández.   | // VÍCTOR ECHAVE

El investigador de la UDC Armand Hernández. | // VÍCTOR ECHAVE / Enrique Carballo

Los modelos que se utilizan actualmente para la predicción del clima, según explica el investigador de la Universidade da Coruña (UDC) Armand Hernández, “resuelven bien” lo que pasará a una escala de días o de estaciones, o lo que pasará en siglos. Sin embargo, tienen “más dificultades” para anticiparse a lo que ocurrirá en diez o veinte años, aunque esta escala, de décadas, es “muy importante en la toma de decisiones políticas” en un mundo afectado por el cambio climático. Para resolver el problema, Hernández ha participado en un estudio conjunto con otros ocho científicos, de seis centros diferentes, que busca la clave en lo que ocurrió en el lago Diss Mere, de Inglaterra, hace miles de años, al final de la última glaciación.

El resultado de la investigación acaba de publicarse en la revista Nature Geoscience con Hernández como segundo firmante, y comprende del estudio del lago durante más de ocho milenios, en un periodo que va, aproximadamente, desde hace 10.500 años al inicio de nuestra era. “Se sacaron los sedimentos que fueron quedando depositados, cada año una lámina, y se vio cómo esa laminación iba cambiando con el paso del tiempo”, señala Hernández, que explica que por el tipo de material que se deposita en verano se puede saber la temperatura de ese año, y que la de invierno está “más ligada al viento y la precipitación”. Su antigüedad se determinó por el método del carbono 14.

A través de estas observaciones, indica el científico, se puede ver la “ciclicidad” del clima; esto es, las variaciones que se repiten cada tantos años y a “escala de decenas de años”, precisamente la misma que tanto complica la vida a los modelos climáticos. “Cada diez, doce años el sol cambia, eso influye en la circulación oceánica y por lo tanto en el clima”, señala el investigador, miembro del Centro de Investigacións Científicas Avanzadas (CICA) de la universidad coruñesa.

Pero, en un periodo entre 8.500 y 6.000 años en el pasado, desaparece esta recurrencia. “Esto coincide con la fase de deshielo de la última glaciación”, y los participantes en el estudio creen que se debe a que la llegada de agua dulce a los océanos, procedentes del hilo fundido por el clima ahora más cálido, es la explicación de esta ruptura de los ciclos. Y, a partir de ahí, “hacemos una analogía” con lo que está ocurriendo ahora. Ahora, como al final de la Era Glacial, “cada vez hay menos hielo, y eso da problemas en los modelos de predicción, a nivel de décadas”.

Si esta propuesta es correcta, podría ayudar a ajustar los modelos actuales y hacerlos más efectivos, pues “puede ser que no estén teniendo en cuenta ese factor”. La situación no es actualmente la misma, pues el calentamiento actual, que la comunidad científica coincide en señalar que se debe a la acción humana, es más brusco que en el pasado, y también hay menos superficie cubierta por hielo que hace ocho milenios. Pero, según defiende Hernández, darle mayor peso en los modelos esa entrada de agua dulce ayudaría a mejorar las predicciones”.

Además de seguir trabajando en el lago que ya han estudiado, situado en la zona de Norfolk, los participantes en el estudio “queremos compararlo con otros registros, a otras latitudes”, realizar sus observaciones con “carácter más general” y ver qué otros factores pueden estar influyendo en el clima. “Es un trabajo sobre el clima del pasado, pero tiene valor para entender el presente y el futuro, defiende Hernández”.

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