Entrevista | Pacho Flores Trompetista que completó una residencia artística en la Sinfónica de Galicia

“Creo que un artista tiene la obligación de devolver lo que le han dado”

“Que los músicos salgan del ensayo con una sonrisa no hay nada que lo pague”

Pacho Flores, en su camerino, en el Palacio de la Ópera.

Pacho Flores, en su camerino, en el Palacio de la Ópera. / Iago López

El venezolano Pacho Flores está considerado uno de los mejores trompetistas del mundo y ha completado su residencia artística con la Orquesta Sinfónica de Galicia. En A Coruña estrenó Altar de bronce, la pieza que la compositora Gabriela Ortiz escribió para él —por encargo de la Sinfónica de Galicia, la Royal Liverpool Philharmonic; la Orquesta Sinfónica de Minería, de México; la New World Symphony, de Florida y la San Diego Symphony—.

¿Cómo es eso de que Gabriela Ortiz le escriba una obra específicamente para usted?

Me siento muy honrado porque, además, llega en un momento muy bonito, tanto en la carrera de Gabriela, como en la mía, en la que podemos coincidir. Desde hace un tiempo he estado encargando conciertos a compositores y en cinco años tenemos ya 17 obras nuevas de trompeta escritas por grandes maestros, como Paquito D’Rivera, el gran Arturo Márquez... Tengo un catálogo muy bonito y hay otros compositores que se están sumando también a este proyecto. Llegar en este punto a una maestra que está en su mejor momento intelectual, de vitalidad y de su carrera, es muy importante. Solo la Filarmónica de Los Ángeles ya le encargó nueve obras, y está siendo muy solicitada por las mejores orquestas americanas como compositora residente. Dudamel y la Filarmónica de Berlín le van a tocar una obra en el mes de mayo en Berlín. Estamos hablando de una titán. Yo cuando veo la obra me relamo de placer escuchando esos sonidos, porque la vi nacer y porque estuve desde el principio colaborando con ella, eligiendo los instrumentos para la música que ella escribió. Esa música habla de una forma y, para darle una respuesta a todos los colores que ella tiene en su cabeza, yo tengo los pinceles que quizá un violinista o un pianista no tiene.

Pacho Flores, en su camerino, en el Palacio de la Ópera.   | // IAGO LÓPEZ

Pacho Flores, en su camerino, en el Palacio de la Ópera. | // IAGO LÓPEZ / Gemma Malvido

La obra, al menos al principio, tiene un aire como de banda sonora de película.

La génesis de la obra es una pequeña fanfarria, que empieza la trompeta y, a partir de ese material temático se empieza a armar la composición. Hay un juego muy rítmico con esa pequeña fanfarria con toda la orquesta y, poco a poco, se va adentrando en un mundo bastante intelectual y, al mismo tiempo, de muchas emociones, y, poco a poco, se va tornando en un mambo y una cumbia maravillosos. Termina en lo que yo quería, que son sus raíces. Yo no tenía en mi catálogo de obras una pieza que tuviese arraigado el mambo. Eso ha sido muy bonito, porque es un mambo de creación propia, no es música latina que se vulgariza, es una música que tiene un arraigo y ya todo es de todos. Nosotros somos una mezcla de todo, como la música, todo se va retroalimentado, que es lo bonito del arte, la fusión.

Compartir idioma hablado y musical, ¿les ayudó a crear la pieza que ambos querían?

Totalmente, yo tenía muy presente que Gabriela es una persona a la que le encantan la melodía, la armonía y el ritmo y la buena música. Ella sabe bailar y yo también y quería reflejar en una sala de conciertos esos elementos. Tengo también momentos muy bonitos en los que puedo improvisar. Eso es muy emocionante.

Así que, Altar de bronce nunca sonará igual.

Claro, la idea es que, al menos esas partes de libre creación e interpretación, siempre suenen distintas.

¿Por qué se decidió a hacer una residencia artística con la Sinfónica de Galicia, que no suele poner en marcha este tipo de programas, cuando, seguramente, tenga ofertas de todas las partes del mundo?

Hace muchos años que la Sinfónica y yo teníamos ganas de colaborar y esta residencia llegó en un momento muy bonito, porque la orquesta hace una apuesta por una compositora como Gabriela y por un solista también latinoamericano. Esto se une a que yo estoy haciendo una residencia en la Sinfónica de Liverpool este año, pero en Liverpool son tres proyectos en tres semanas distintas y en Galicia son las tres semanas seguidas. Me encanta esta, porque así puedo estar tres semanas en un sitio viviendo las bellezas de una ciudad tan elegante como A Coruña y con tanta clase, viviendo la música, la gastronomía, los afectos de la ciudad. Es, además, una residencia artística donde puedo enseñar y dar clases de trompeta a una ensemble de vientos, donde puedo tocar con una orquesta sinfónica joven, donde puedo ofrecer mi talento también como compositor, donde puedo hacer un estreno mundial de Gabriela Ortiz, donde puedo tocar un concierto que me dedicó Paquito D’Rivera, donde puedo mezclar dos estéticas distintas y hacer un proyecto que es uno de mis pequeños bebés, Entropía, con Pingüino González, que nos acompañó con el cuatro, en el concierto de Paquito D’Rivera y en el recital del teatro Rosalía. Es muy bonito.

¿Se siente como en casa después de tanto tiempo yendo de un lado a otro tocando cada día en un escenario distinto?

Por supuesto. Lo primero que hice fue alquilarme un piso para estas tres semanas, para tener esa sensación de calor, de que no estoy en una habitación tres semanas trabajando.

¿Y qué tal suenan sus trompetas con la Sinfónica?

No es un secreto para nadie que es una de las mejores orquestas de España si no la mejor. El trabajo ha sido magistral, por cómo los profesores han podido preparar estas obras nuevas. Ha sido muy bonito, muy fluido y muy orgánico, tanto por parte de los músicos como de la orquesta. Que los músicos salgan de los ensayos con una sonrisa no hay nada que lo pague.

Habiéndose criado usted musicalmente en orquestas jóvenes, ¿cómo fue la experiencia de tocar con la joven de Galicia?

Para mí son proyectos obligatorios, porque creo que un artista tiene la obligación de devolver lo que le han dado. La enseñanza artística tiene la parte pedagógica y también la educativa pero, además, los jóvenes son los que soportan nuestras carreras, son los que compran los discos, los que están pendientes de lo que hacemos en redes sociales. Siempre están expectantes por ver qué es lo último y eso a mí me inspira. Además, yo he tenido profesores que han hecho lo mismo conmigo y yo quiero aportarles mis experiencias.

Suscríbete para seguir leyendo