Entrevista | Lina González-Granados Directora de orquesta, este viernes con la Sinfónica de Galicia

“Los premios no indican cuál va a ser la relación que vas a tener esta semana con una orquesta”

“Nuestra intención es que las salas vuelvan a tener vitalidad y se vuelvan a llenar”

Lina González-Granados, al piano, ayer.   | // IAGO LÓPEZ

Lina González-Granados, al piano, ayer. | // IAGO LÓPEZ / Ana Carro

La colombiana-estadounidense Lina González-Granados, que dirige la Ópera de Los Ángeles y acompaña al Maestro Muti en la Orquesta Sinfónica de Chicago, será la directora invitada de la Sinfónica de Galicia este viernes (Palacio de la Ópera, 20.00 horas). Confiesa ser fan de Alejandro Sanz y de The Beatles, pero su objetivo, asegura, es hacer que la música clásica sea más accesible. Esta temporada también regresará a la Sinfónica de Seattle.

¿Cómo está siendo su primer contacto con la Orquesta Sinfónica de Galicia? ¿Cómo se siente?

Estoy muy contenta y muy emocionada de poder tocar con estos músicos, todos de una excelente calidad, muy receptivos y buenas personas. Ha sido una semana bastante fácil

¿Tenía referencias sobre la agrupación y sus miembros?

Sí. Es una orquesta que tiene la reputación de ser muy buena a nivel español y también a nivel europeo. Estaba esperando con ansias venir aquí. Todos los músicos son muy cálidos, siempre están con una excelente actitud, muy felices. Están fluyendo muy bien los ensayos.

¿Qué puede contar del programa que interpretarán?

Tenemos un programa en el que la pieza central es el Concierto para violín de Camille Saint-Saëns, una pieza de repertorio francés, bastante conservadora y melódica, pero con mucha alma. De ahí, salen las otras dos obras: con la que abrimos, Mi madre la oca de Ravel, y Mi patria, de Bedich Smetana. Creo que el público va a tener donde escoger.

En este caso son obras europeas, pero usted también suele mostrar piezas nuevas o desconocidas de autores latinoamericanos.

Sí, curiosamente en España siempre he hecho repertorio tradicional. Fue en la Orquesta de Valladolid que hice una obra americana, porque yo también soy americana y vivo en Estados Unidos desde hace muchos años. No he tenido todavía la oportunidad de traer música latinoamericana acá. Pero sí, esa es parte de mi misión. Estas obras tienen un excelente poder de comunicación y tienen mucho que decir. Yo sé que la Sinfónica tiene ahora a Pacho Flores en residencia e hicieron una obra de Gabriela Ortiz hace poco, que es una gran amiga y gran compositora mexicana. Esta Orquesta no está completamente aparte de esos territorios.

¿En qué momento decidió que esta iba a ser su profesión? ¿Cómo empezó esa pasión por la música?

Empecé amando la música desde muy pequeña. Tocaba en una tuna en Bogotá, donde yo vivía. Estudiaba en un colegio de monjas españolas y me uní a la tuna. Tocaba castañuelas, guitarra... Tenía 5 años. Bailaba mal, pero tocaba muy bien y cantaba. Empecé ahí a desarrollarme. A mí me gusta mucho trabajar en comunidad y tener muchos amigos. Creo que esto es porque soy hija única. Después me metí en coros. Hubo una vez que estaba cantando Carmina Burana en un coro gigante, de 290 personas, con la orquesta y cuando vi al director dando el primer downbeat dije “esto es lo que tengo que hacer en mi vida”. Seguí tocando piano, pero no me dedique a ello.

Así ha llegado a dirigir la Ópera de Los Ángeles, convirtiéndose en la primera latina en hacerlo.

En cuestión de ser mujer y latina, todas tenemos una primera vez. Estamos siempre rompiendo barreras y tratando de seguir adelante para que haya más gente y que esto no pase cada diez o 15 años. Yo me formé en Estados Unidos y allí me quedé, así que es donde tengo mi nicho. Estamos avanzando. También he sido la primera latina en dirigir las orquestas de Chicago, Filadelfia o Seattle. Todavía estoy empezando. Hay muchas directoras latinas que han hecho cosas muy buenas, como Alondra de la Parra, que también abrió muchos campos.

¿Cada vez se encuentra a más mujeres como directoras?

Sí, muchas. Si hablas con la comunidad de mujeres directoras, una es la primera australiana que ha hecho tal cosa, otra es la primera argentina que ha hecho otra... Todas están haciendo algo para abrir ese campo. No es que solo haya una haciéndolo todo. Menos mal que hay personas que ya han hecho esto por nosotras para que podamos hacerlo relativamente más fácil.

Ha dirigido tanto agrupaciones grandes como pequeñas. ¿Qué diferencias encuentra?

Depende, es muy relativo. Por ejemplo, hay orquestas que son más pequeñas pero llevan mucho tiempo, entonces no puedes compararlas con orquestas nuevas. No creo que las grandes sean mejores que las pequeñas, todas tienen algo para dar. En orquestas como Chicago o Filadelfia, el nivel es muy alto porque hay una tradición muy grande. Ahí es más fácil hacer música, hay menos que trabajar en detalles y ensayamos muy poco. Esa es la magia. Pero si las personas tienen la actitud para hacer música con el director, todas las orquestas tienen algo para dar.

En cualquiera de ellas, ¿su objetivo es que la música clásica sea más accesible?

Sí. Todos tenemos esa intención, que nuestras salas vuelvan a tener vitalidad y se vuelvan a llenar. Después de la pandemia, es una realidad que las salas apenas están revitalizando. Una de las formas es traer a artistas de todo tipo, haciendo repertorio de todo tipo y que haya algo para cada gusto, sin perder el resultado musical. De eso se trata la diversidad, que haya más voces y podamos escoger más. Así es algo más completo y directo. Podemos atraer a público de todas las nacionalidades y edades. Una de las grandes formas de diversificar las experiencias es el repertorio, también los horarios o el tipo de espectáculo, que pueden ser para niños, para colegios, para adultos... Hay para todos.

¿Cómo es el público de España?

Es un público extremadamente educado y muy culto. Veo que hay un compromiso desde la infancia para que los niños vengan. Se crece con una cultura en la que las orquestas son parte del ecosistema. Luego tú escoges si te gusta o no. Y al que le gusta, está muy informado de lo que está pasando. Es un público muy cálido.

Durante su carrera ha recibido varios premios, como la Medalla a la Excelencia Sphinx 2021 o el Premio de Ayuda a la Carrera de la Fundación Solti de Estados Unidos en 2020 y 2021. ¿Qué significan para usted estos galardones?

Los premios son relativos porque algunos llegan sin que uno se entere. Siempre estoy muy agradecida. He trabajado mucho. Cuando gané el Solti, para ser asistente del Maestro Muti en la Orquesta Sinfónica de Chicago, hubo un trabajo de fondo muy fuerte. La motivación fue muy grande y ganarlo fue una afirmación de que ese trabajo vale la pena, no hay atajos. Siempre acepto los premios con mucha humildad y sigo adelante. El problema de los premios es que no indican cuál va a ser la relación que vas a tener esta semana con una orquesta. Es un check en la lista, pero es en el día a día en el que uno se prueba y saca adelante los proyectos. Ese es el verdadero trabajo.

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