Crítica musical

Mahler en un paseo de 76 minutos

El director Giancarlo Guerrero, en el Palacio de la Ópera.   | // IAGO LÓPEZ

El director Giancarlo Guerrero, en el Palacio de la Ópera. | // IAGO LÓPEZ / Marta Otero Mayán

Marcos Seoane Vilariño

Marcos Seoane Vilariño

  • Crónica musical del concierto de la Orquesta Sinfónica de Galicia el viernes 12 de mayo de 2023 en el Palacio de la Ópera. 
  • Séptima sinfonía de Mahler.
  • Giancarlo Guerrero, director.

Uno sabe que cuando ésto se publique y lea la opinión de otros colegas parecerá que hemos asistido a conciertos diferentes. Es lo que tiene esta obra de Mahler, opiniones y enfoques para todos los gustos, aunque pensándolo bien, todos los conciertos tienen esas características. Después de leer mucho sobre ella y escuchar unas cuantas versiones previas, afronté el concierto con el ánimo de ir movimiento a movimiento, sin buscar explicación alguna o encontrar nexo entre ellos, cual colección de poemas sinfónicos, y creo que acerté en el planteamiento.

La obra es enorme, un paseo de 76 minutos en los que todo te suena a algo y a nada, pero en los que el disfrute fue “menino” cuando guiabas tus ojos y oídos hacia lo que el maestro Guerrero te sugería. Hubo un móvil imperceptible por el chorro de sonido orquestal, pero fue sustituido por esa molesta tarima del director que se oía entre movimientos y que pareció molestar al maestro.

No fue lo mejor el inicio, que sorprendió, más por el tipo de sonido inicial y en la potencia de metales y maderas sobre la cuerda. Vuelvo a incidir en que, en mi opinión, mucho tiene que ver la sala para ello, pero es el único reproche que le pondría al maestro Guerrero, no cuidar esa potencia que por momentos ocultaba a una poblada cuerda.

Cual partido de fútbol, cada parte o movimiento fue para alguien. El primer movimiento fue para Fernández a la trompeta y Vázquez al trombón bajo. ¡Qué manera de hacer música con ese bello sonido! El segundo, para un excelso, toda la noche, Gómez a la trompa en una plática con Bushnell en forma de eco que evidenció que la trompa se puede trabajar de diferentes maneras y hacerla llevar al cielo por ambos. Es un puesto tan importante el de primer trompa y la juventud y vida artística que le queda por delante al joven viveirense Gómez que me viene a la mente la necesidad de cuidar a nuestros jóvenes músicos, que aún nos deben muchas alegrías futuras.

El scherzo, aunque curiosamente pudo parecer el más “imperfecto”, fue de los que más me gustaron. Y ese fue para Guerrero, que encontró esa manera de pasar de 1 a 3 y vuelta al 1 para cuidar los desajustes y que la música y su esencia primaran por encima de todo. Fantásticos los solos de Spadano al violín, como también un espectáculo final la timbalera Rodríguez en conexión con el maestro a lo largo de toda la noche.

Todo pareció guiado para esa coda final por parte de un inspirado maestro que me encantó. No es espectacular ni dúctil, pero sabe lo que quiere y a donde llevarlo, y está lleno de recursos para hacerlo y sacar el jugo de la música. Un gran viaje en el que se encontró una gran aliada este viernes, la Sinfónica de Galicia, que si hoy tuviera que tocar un ladrillo haría de él un chaletazo de esos de Ciudad Jardín, con una percusión cuidada y espectacular, unas maderas brillantes, unos metales poderosos y una cuerda liderada por unos violines con muchos quilates en todas sus intervenciones.