Los restaurantes ganan terreno a los bares en A Coruña: más oferta para el cliente, más beneficio para el hostelero
Superada la pandemia, la ciudad estrena locales de comidas y cenas mientras otros reorientan el negocio a la gastronomía para sobrevivir u Las reservas que no se presentan sin cancelar siguen siendo la asignatura pendiente
Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que en la última década A Coruña mantuvo el número de restaurantes (417) pero perdió bares, pasando de 1.476 a 1.222. Y no son solo números, hosteleros de la ciudad confirman la tendencia: el cliente reclama más oferta y el autónomo busca una mayor ganancia. Esto es lo que ha hecho que Diego Lis, de La Teresa, en la calle Troncoso, haya renovado su idea de negocio. Este fin de semana fue el reestreno. “Cuando abrimos hace ocho años, el local tenía un formato mixto, se podían tomar cañas y vinos, pero también comer o cenar. Nuestra línea de negocio ha evolucionado hacia lo gastronómico, así que hemos dejado la barra”, informa el hostelero, que reconoce que el suyo es “un local pequeño, con pocas mesas, y hay que facturar”.
La vida detrás de la barra no es fácil. Lis lo sabe bien. “En un bar sin comidas, si tienes que pagar alquiler y al personal, con tiques de 5 o 10 euros lo tienes muy complicado, aparte de la exigencia de horario”, reconoce. En La Teresa han notado en los últimos meses que “la gente está dispuesta a salir a comer y a cenar”, de ahí su apuesta, aunque sabe que es “sacrificado”.
En este mundo acaban de entrar los dueños de Os Brothers, que abrió hace solo unos días en Novo Mesoiro. También han querido ir más allá de las bebidas, por lo que ofrecen “desayunos, comidas y cenas”. “Llevábamos tiempo trabajando en hostelería y nos lanzamos a la aventura porque nos salió la oportunidad”, apunta Víctor José Nunes, que emprendió este proyecto con su madre y su tío para crear un restaurante familiar. “Desde el principio tuvimos claro que queríamos tener cocina para ofrecer a la gente una oferta variada, con un guiño a la cocina latina, pero también con comida tradicional”, detalla.
Para Nunes, en estos inicios es clave “el boca a boca” y que “la gente se vaya contenta del local”. De momento, asegura, lo están consiguiendo. “Estamos muy contentos. La apertura fue genial, no esperábamos ese abrazo de la gente”, confiesa, a la vez que señala que es “importante” moverse por internet para ganar clientes. “Tenemos cuenta de Instagram y de Facebook y también estamos en Google. Próximamente tendremos página web”, añade.
De Novo Mesoiro a la Marina uno se puede encontrar muchos restaurantes. Lo curioso es que, sobre todo en fin de semana, apenas hay sitios libres. Desde La Mansión 1783, Alberto Boquete asegura que “desde que se acabaron las restricciones de la pandemia, no hay queja, casi todos los días hay gente”. Reconoce que la Marina, donde se encuentra su establecimiento, “es una zona que trabaja muy bien, en la que la oferta es muy variada”. “Cada vez notamos menos la dependencia al clima, aunque sí es cierto que en verano, por el buen tiempo, el turismo y los cruceros, hay más gente”, señala.
Boquete achaca la caída del número de bares a “la falta de relevo generacional”. “Ha bajado la cifra de locales con licencia de cafetería y bar, y vemos que los locales nuevos que abren son con servicio de comida o de picoteo. Creo que es difícil que el típico bar continúe porque suelen ser locales pequeños o que requieren una gran inversión para actualizarse y no siempre compensa a corto o medio plazo. No encuentran una salida tan fácil”, analiza el hostelero, que recuerda que en los últimos meses se han establecido nuevos hábitos “como el tardeo o el afterwork” que también dan mucha vida a los locales de la zona.
Aunque la recuperación está siendo muy buena, los restaurantes todavía tienen un asunto pendiente por resolver: las reservas que no se cancelan. “Es un mal endémico de la hostelería. Esto antes pasaba menos y no sé cuál es la explicación. Pero la gente tiene que verlo como ir al dentista. Si no puedes ir a la cita, llamas para avisar. A mí no se me ocurriría no aparecer”, reflexiona Diego Lis.
Al dueño de La Teresa le “encantaría que un fin de semana todas las reservas se presentasen tal cual”. Nunca pasa. “En una mesa de siete de repente aparecen solo cuatro o simplemente no aparecen. No pasa nada por llamar y cancelar. Que no llames, no te presentes o no contestes al teléfono es una falta de respeto”, critica.
Esta situación ha hecho que algunos locales, a la hora de coger una reserva, soliciten una tarjeta de crédito o un cobro por adelantado. También los hay que, en el momento de la comida, si no aparecen todos los comensales, cobran una cantidad por cada silla libre. “Es la forma de recuperar el coste de lo que ha tenido que pagar por las personas que no se han presentado”, concluye Lis.
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