Entrevista | Care Santos Escritora, presenta su libro ‘El loco de los pájaros’ este lunes en Moito Conto

Care Santos: “En el siglo XIX había mucha fe en la tecnología y la gente vivía optimista, no como ahora”

“Somos tan absolutamente racionales que no queremos admitir que el azar tiene un papel importante en nuestras vidas”

La escritora Care Santos.   | //  ELISENDA PONS

La escritora Care Santos. | // ELISENDA PONS / Ana Carro

Care Santos recupera en su nuevo libro, El loco de los pájaros, la figura del filántropo Eugene Schieffelin, que quiso introducir en América las especies de aves que Shakespeare menciona en sus obras. La autora lo presenta este lunes (19.00 horas) en la librería Moito Conto.

Tiene acostumbrados a sus lectores a viajar al pasado, al siglo XIX, pero esta vez cambia la ubicación y sitúa la historia en Nueva York. ¿Por qué?

La ubicación es un atrevimiento, mi propio locura. Nueva York me encanta, la conozco bastante bien, hace muchos años que voy cada año. La historia la descubrí allí, en una librería en la que me tropecé con un libro que se titula Cómo Shakespeare lo cambió todo. Encontré la historia de Eugene Schieffelin. Lo primero que pensé fue que no podía novelar eso, pero luego llegó la pandemia y dispuse del tiempo con lo que no podía ni soñar y me lancé. La historia era tan bonito que no pude resistir la tentación de ponerme a buscar, de empezar a documentarme y en cuanto vi que encontraba algo, lanzarme a novelar.

De otra forma, ¿esa labor de documentación e investigación hubiese sido imposible?

Lo lógico hubiera sido era ir a Nueva York y comenzar a buscar, pero fue imposible porque ya estábamos en pandemia. Esta es una novela que sin la pandemia nunca hubiera existido. Para mi sorpresa, descubrí que esta documentación se podía hacer casi mejor desde casa. Los archivos y las bibliotecas están muy bien digitalizados. Pude dedicarme a leer todo. Fue estupendo. El resto lo hizo la nostalgia. Es una novela tan viajera, tan de gente que va arriba y abajo, que refleja un poco las ganas que teníamos todos de salir.

Es curioso que nadie hubiese escrito sobre esta historia.

Desde luego. Mi primer movimiento fue buscar novelas sobre este hombre. Me parecía imposible que no existieran. Como no las encontré, ni escrita por autores americanos ni ingleses, como soy novelista, lo siguiente fue pensar ¿y si lo hago yo?.

¿Qué encontró en esa investigación?

Encontré poco. Hay poquito de este hombre. Esta fue mi primera sorpresa. En su familia, todo el mundo era importante y de ellos hay mucha información y retratos oficiales. Su abuelo fue uno de los que diseñó la cuadrícula de Manhattan. Pero él no figura, parece que se sentía más cómodo en las segundas filas. Fue un hombre esquivo, lo que ha dificultado mucho la documentación. A la vez, ha invitado a la novela. Si no encuentras información es como si te estuviesen dando licencia para novelar. Puedes novelar más porque has encontrado menos.

¿Cómo ha sido adaptar a la ficción un personaje real?

Es algo que hago habitualmente. A mí me encanta. Busqué mucho algún escrito que él hubiera hecho porque era habitual en la época que la gente como él dejara unas memorias o alguna correspondencia. No encontré nada. Si hubiera encontrado ese material, por fuerza hubiera tenido que basarme en él para novelar. Como no le encontré, pude imaginar. En ese sentido es más atractivo. Puedes crear un personaje de ficción, que en realidad no lo es porque sí que existió, pero del que se sabe tan poco que la ficción cumple el papel de rellenar esa laguna.

Una vez más, Nueva York aparece como la ciudad en la que todo es posible.

Sí, lo era bastante en ese momento. El siglo XIX era un siglo en el que todo era posible. Había mucha fe en el progreso y en la tecnología. La gente vivía optimista, no como ahora. Es curioso porque ahora tenemos una relación muy distinta con la tecnología. Tenemos la sensación de que va a acabar con todos nosotros. Somos más pesimistas y temerosos. En aquel momento, vivían pensando que la tecnología les mejoraría la vida y mejoraría el mundo. Y en Nueva York muchísimo más. Todo empezó allí: la primera bombilla eléctrica, el primer tendido eléctrico doméstico, el primer teléfono, el primer electrodoméstico, la primera calefacción, el primer tren...

Aparecen también esos sucesos inesperados que cambian la vida de los personajes. ¿Es casualidad o el destino?

El azar escribe nuestra vida. Somos tan absolutamente racionales que no queremos admitir que el azar tiene un papel importante en nuestras vidas. Cuántas cosas nos han ocurrido por pura casualidad que son fundamentales. Me gusta mucho escribir esto.

Otra cosa que demuestra la historia es el poder del amor.

Sí, y no solo el amor romántico sino otros tipos de amor como el que siente hacia su hermana, que condiciona tanto su conducta. Al empezar la novela, Schieffelin es un hombre en una crisis existencial. Acaba de ver morir a su hermana y necesita motivos para vivir. Y los encuentra rememorando a la hermana, a lo que ella escribió y cumpliendo su sueño. La novela habla de esos sueños, pero también del sentido de la vida.

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