Un tercio de los coruñeses vive en hogares unipersonales, una tendencia al alza

La socióloga Raquel Martínez Buján señala que cada vez más población vive sola por el “envejecimiento de la población y las separaciones conyugales” | La cifra se ha incrementado en los últimos ocho años hasta el 32%

Berta Rivera y Bruno Casal.   | // L. O.

Berta Rivera y Bruno Casal. | // L. O. / Ana CarroA. Carro / S. Penelas

A. Carro / S. Penelas

Un tercio de los hogares coruñeses son unipersonales, es decir, en ellos reside solo una persona. Se trata de una tendencia al alza. La cifra ha aumentado en los últimos ocho años pasando del 29 al 32,1%, según datos del Instituto Nacional de Estadística. La socióloga Raquel Martínez Buján señala dos motivos detrás de esta cifra: “el envejecimiento de la población y las separaciones de uniones conyugales”.

La experta expone que “vivir solo en un hogar propio parece positivo en muchos aspectos, sobre todo en determinadas etapas, pero no siempre es así”. “Cuando somos jóvenes, parece que no encontramos esa emancipación por los problemas de acceso a la vivienda, por lo que puede ser positivo lograrlo y vivir solo. Pero en otras etapas de la vida, sobre todo en población envejecida, esto puede suponer aislamiento o depresión”, comenta.

Pone el foco sobre las personas mayores, que se pueden llegar a encontrar en una situación de “menos contacto social”, es decir, un “proceso de soledad no deseada”. Una realidad que está muy presente y que ha provocado que administraciones públicas o entidades sociales hayan dado un paso adelante para crear programas de acompañamiento. En muchas ocasiones, además, el estado del inmueble agrava la situación: “hay pisos sin ascensor que dificultan a la persona salir de casa”, explica Martínez.

Ese envejecimiento de la población también está reflejado en los datos de lNE, que recoge que un 25% de la población de A Coruña es mayor de 65 años, dos puntos más que en 2015. A esto hay que sumar que hay menos jóvenes, del 12% de hace ocho años al 11% de 2022 es el cambio en la población de 0 a 14 años. La edad media de los coruñeses es de 48,21 años. Ante esta situación, la socióloga opina que debería haber una “respuesta pública y comunitaria” para dar “solución” a aquellas personas que desean huir de la soledad no deseada.

De todos modos, la experta Raquel Martínez Buján indica que probablemente la tendencia continúe, y no solo por el envejecimiento de la población. Hay separaciones en matrimonios que contribuyen al aumento de hogares unipersonales, pero también existen “nuevos modelos familiares” en los que “hay personas que prefieren vivir de manera independiente sin tener una pareja o un compañero”.

Es el caso de Fernando Rodríguez que, a sus 49 años, ha elegido vivir solo porque para él “la soledad es equivalente a independencia”. “Me gusta la tranquilidad, con mis horarios, mis hobbies...”, comenta.

Dio este paso hace tres años, unos meses después del confinamiento obligatorio por el COVID-19. “Se juntó la pandemia con que parte de mi trabajo lo hacía desde casa, así que pensé que había llegado el momento de estar por mi cuenta y dejé la casa familiar a la que me mudé cuando volví de Inglaterra, donde estuve casi ocho años”, desvela este coruñés, que en el extranjero se acostumbró “a tener esa vida independiente” aunque compartía piso con otras personas. Rodríguez apunta que esta fórmula funciona porque vive en una ciudad como A Coruña, en la que tiene a familia y amigos “a 15 minutos andando de casa” por lo que siempre que necesita compañía, no tiene más que avisar y recorrer unas calles para compartir tiempo con su madre, hermanas y sobrinos. “Puedo quedar cuando quiera, pero en mi casa hago todo a mi gusto: ver una película, escuchar música o leer. Solo tengo que respetar a mis vecinos”, concluye.

Dos investigadores de la Universidade ayudan a cuantificar el coste de la soledad en España

Bruno Casal y Berta Rivera cifran en 14.000 millones de euros el impacto económico de esta “epidemia silenciosa” en un estudio pionero a nivel nacional | Los jóvenes son los que más solos se sienten

La soledad no deseada afecta de manera negativa a la salud física y mental y a la calidad de vida de las personas, pero, además, tiene efectos económicos muy importantes. Sobre ello han realizado un estudio, a petición de la Fundación ONCE, los investigadores de la Universidade da Coruña, Berta Rivera y Bruno Casal, y su compañera de la Universidade de Vigo, Eva Rodríguez, quienes cifran en 14.000 millones de euros el impacto económico de la soledad, lo que equivale al 1,17% del PIB.

Es la primera vez en España que se lleva a cabo un estudio de estas características en el que no solo se mide el impacto monetario sino también la pérdida de calidad de vida derivada de esta situación. “La soledad no deseada es un sentimiento subjetivo. No es el aislamiento social, es falta de contactos”, destaca Casal, quien explica que con este número entidades como la Fundación ONCE “pueden llamar a las puertas de los partidos políticos” para que lo tengan en cuenta y tomen “medidas” al respecto.

Para llegar a esa cifra de 14.000 millones, los investigadores evaluaron “los costes tangibles y los intangibles”. “Los tangibles son los costes sanitarios, tanto en relación con la frecuentación de los servicios sanitarios como en cuanto a uso de medicamentos. También se miden los costes económicos en cuanto a pérdidas de productividad relacionadas con la reducción del tiempo de trabajo que la soledad no deseada produce en nuestro país”, apunta. Por otro lado están los costes intangibles que, explica el profesor de la UDC, “es la pérdida de bienestar, el sufrimiento y dolor”. De hecho, la soledad no deseada tiene un fuerte impacto en la salud mental. “Hemos constatado que la depresión y la ansiedad son las patologías de mayor impacto”, comenta Eva Rodríguez, quien avisa que “no es lo mismo abordar la soledad de los jóvenes que la de las personas mayores”.

El estudio revela que el 13,4% de la población española sufre la soledad involuntaria y las mujeres lo padecen más que los hombres —un 14,8% frente a un 12,1%—. Además, los jóvenes, entre 16 y 26 años, son los que más solos se sienten (21,9%). Esta percepción desciende con los años y vuelve a aumentar entre los 65 y los 74 años hasta un 12,2%.

El investigador Bruno Casal destaca también que el informe determina “una pérdida de más de un millón de años de vida disfrutando en plena salud”. Los autores, en la presentación del estudio, advirtieron que la soledad no deseada es una de las “epidemias silenciosas” del siglo XXI. “Este tipo de estudios son de enorme interés par empezar a abordar este tema, dado que permiten cuantificar la dimensión del problema. Por una parte, permite identificar las principales causas y, por otra, analiza aquellas dimensiones que se ven más afectadas”, concluye la investigadora Eva Rodríguez.