Remanso y Metrosidero: Los espacios libres para la juventud de A Coruña

Remanso y Naves de Metrosidero cumplen sus primeros meses consolidando usuarios como recintos de ocio alternativo o para estudiar, socializar, trabajar o simplemente estar

Un futbolín en el Remanso, donde jóvenes preparan un trabajo de fin de curso y estudian.  | // CARLOS PARDELLAS

Un futbolín en el Remanso, donde jóvenes preparan un trabajo de fin de curso y estudian. | // CARLOS PARDELLAS / R. D. Rodríguez

El Remanso tiene catorce meses de vida, las Naves de Metrosidero poco más de dos. Al centro juvenil de Cuatro Caminos acuden entre 30 y 50 chicos y chicas a diario, más los fines de semana, y por las instalaciones de A Maestranza pasaron algo más de mil jóvenes en abril y casi 700 hasta mediados de mayo. En ambos lugares, coruñeses de entre 12 y 30 años han encontrado un sitio para socializar, jugar, practicar deportes urbanos, leer, estudiar, trabajar, teletrabajar o simplemente estar. “Son lugares de convivencia buena, de respeto y de autonomía y libertad”. Así los define la técnica de Juventud del Concello Patricia Lesta, coordinadora del Remanso y de las Naves de Metrosidero, dos espacios municipales concebidos en mandatos anteriores que vieron la luz en los últimos meses para proporcionar a los jóvenes de la ciudad una oferta de ocio y de socialización distinta.

Tres escaladoras prueban el rocódromo en Metrosidero.   | // C. PARDELLAS

Tres escaladoras prueban el rocódromo en Metrosidero. | // C. PARDELLAS / R. D. Rodríguez

El boca a boca y las redes sociales han dado a conocer estos recintos a la juventud, que ha encontrado en ellos un lugar “tranquilo”, “cómodo” y “protegido” diferente a la calle o a la biblioteca convencional. Lisbeth, Luisa y Dunia escalan en el rocódromo de la nave 2 de Metrosidero. Es la segunda vez que vienen. “Está chulo, haces deporte gratis y te distraes de otra manera”, cuenta una de las amigas. En el otro extremo, a continuación de los obstáculos de parkour de momento sin probar, José Casas, al que conocen como Casiñas en los ámbitos deportivos del surf, el snowboard y el skateboard, hace trucos sobre su tabla en las rampas de skate. “Esto está bien hecho, podría haber más dificultades en el circuito, pero sirve para entrenar y mejorar, hacer trucos”, dice en su primera vez en las naves junto a otros tres chicos, uno de ellos menor de edad. Es jueves por la tarde, sobre las 17.30, y una hora después han quedado un grupo de chicos con sus tablas para practicar.

‘Skaters’ en las nave 2 de Metrosidero.   | // CARLOS PARDELLAS

‘Skaters’ en las nave 2 de Metrosidero. | // CARLOS PARDELLAS / R. D. Rodríguez

“Hay días y momentos, hacia el fin de semana y las siete de la tarde, en que se junta mucha gente”, explica Elizabeth, una de las tres jóvenes que dinamizan las Naves de Metrosidero. Ella y su compañero Ángel esperan usuarios para la nave 1, donde dos futbolines “que son un éxito”, juegos de mesa diversos (Spoiler, Virus, Tabú, Uno, Jenga…) y varias mesas donde sentarse alrededor de las cartas y los tableros ofrecen a un público, este con más menores, horas de distracción. Suena música tranquila de fondo, solo cuando una partida de algún juego de agita y hay turnos para usar el futbolín los dinamizadores piden un poco de silencio. Hay otra nave, la 3, que es punto de información juvenil, y entre esta y la 2 un espacio al que llaman “el invernadero”, ideal para sentarse a leer, con enchufes y conexión wifi para evadirse alejados del ruido.

En el Remanso el espacio es más limitado, pero está bien aprovechado. También hay juegos de mesa y un punto de intercambio de libros, otro futbolín y mesas y sillas altas y bajas. A pie de calle, separada de la plaza José Toubes por una gran cristalera, la sala principal sirve a muchos jóvenes como lugar de estudio. El jueves a media tarde hay un chico solo que escucha música con auriculares mientras consulta su móvil, dos estudiantes que conversan sin estudiar con los libros de clase abiertos, otros dos que no levantan la vista de sus cuadernos de apuntes y un grupo de nueve chicas del Centro Integrado de Formación Profesional Ánxel Casal que preparan su trabajo de fin de curso sobre la accesibilidad a los museos, cada una con su ordenador portátil. “Vivo aquí cerca y vi como se hicieron las obras hasta reabrir este lugar que antes era cafetería. Se está muy bien para estudiar y trabajar”, cuenta una de ellas.

Abajo, en lo que llaman “el búnker”, no hay ventanas, ni un haz de luz natural. Estudian jóvenes, y no tan jóvenes, en las mesas: uno por primera vez, dos se han acostumbrado a venir en los últimos dos meses. “Estamos en época de exámenes, hay mucho estudiante. Lo habitual es que vengan más mayores que pequeños”, repasa Elizabeth, otra de las dinamizadoras.

Los dos espacios, el Remanso y las Naves de Metrosidero, funcionan de manera muy similar. La gestión, explica Lesta, es municipal con personal contratado con experiencia en experiencias socioculturales y actividades de tiempo libre, aunque se permite “que decidan los usuarios, los jóvenes”. “Convivir no es fácil, pero aquí se está conviviendo con facilidad y hay muy buen comportamiento”, resalta la coordinadora. Se acerca el verano y los recintos estarán abiertos una hora más, de cinco a once de la noche todos los días; de diez a dos de la tarde cuatro días a la semana las naves y de once a dos tres días el Remanso, punto de encuentro para el placer de estar o de compartir.

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