“El techo de los efectos visuales está altísimo, pero aún va a haber otra gran revolución”

Mundos Digitales, el congreso internacional que reúne en A Coruña estos días a profesionales de la animación y los efectos visuales, ha cumplido 21 años, los mismos que han pasado desde que el coruñés David Caeiro aceptó una oferta de una filial de la compañía de Dreamworks, cofundada por Steven Spielberg, para trabajar en el filme Shrek 2. Antes, Caeiro había sido parte de la firma coruñesa de animación Dygra, con la que creó la película El bosque animado, y años después de aquella experiencia en Estados Unidos, fue contratado por Weta FX, empresa de Peter Jackson, cineasta responsable de la saga de El Señor de los Anillos. Vive desde 2009 en Nueva Zelanda, ha trabajado en dos títulos de Spielberg (Las aventuras de Tintín y Mi amigo el gigante) y uno de sus trabajos más recientes es la supervisión de FX en Avatar: El sentido del agua, de James Cameron. Interviene mañana de 16.00 a 17.00 en Mundos Digitales para contar su experiencia en esta película.

¿En las últimas dos décadas el mundo digital ha avanzado extraordinariamente o tiene más techos que romper?

El techo está muy alto, se ha avanzado muchísimo. La calidad visual de muchas producciones es impresionante, pero diría que casi estamos en pañales.

Eso se podía pensar hace veinte años. ¿Ahora también?

Con la inteligencia artificial, por ejemplo, se intuyen más avances. Creo que todavía va a haber otra revolución grande a nivel cuantitativo en cuanto a capacidad de producción y de generar imágenes.

¿En qué campos?

Por un lado están las simulaciones, que hacemos cada vez más realistas. Pero el realismo lleva tiempo, y la promesa del futuro es que las simulaciones y los renders se van hacer con más rapidez. Esa promesa siempre estuvo ahí. Cuando yo empezaba se decía que se haría en tiempo real… pero a eso no hemos llegado. Y eso que hay cosas en tiempo real asombrosas. Algunas ya vemos, y derivan en algo falso, en imágenes fake que usan las fake news. Se hacen en un momento, cuando antes requería mucha planificación para crear textura forma o iluminación.

¿Lo que a la vista parece tan real tiene en realidad efectos digitales?

Vendieron una película diciendo que no tenía efectos especiales, que todo eran imágenes reales. Pues no, había como 3.000 planos de efectos visuales, de mejora en muchos casos, y de sustitución de elementos reales. La gran mayoría de películas tienen algún nivel de FX. Ves los títulos de crédito y ahí ves a la compañía dedicada a los efectos.

Empezó su carrera en Galicia, marchó a Estados Unidos, volvió a España y se ha instalado en Nueva Zelanda. ¿Es tan bueno el sector nacional como el internacional?

Es que se ha avanzado mucho. Y los profesionales se mueven, hay profesionales que van y vienen. En Avatar: El sentido del agua éramos varios supervisores de efectos a cargo de equipos grandes, uno era yo y otro era David Moratón, con quien coincidí en mi segunda etapa en Dygra. El nivel de los técnicos españoles es muy bueno, se mueven mucho. Unos se forman aquí y otros en Inglaterra o en otros países. Y las producciones que se hacen España están bien valoradas.

¿De qué se encargaba en la última de Avatar?

Hubo varios equipos y en todo el conjunto de efectos éramos 127 personas, nunca antes había estado en un equipo de efectos tan grande. En el mío éramos algo más de 50, no todos trabajando al mismo tiempo, y me encargaba de que las simulaciones de agua, fuego o plantas tuviesen la calidad adecuada. Se trata de lograr un equilibrio entre la parte tecnológica y la gestión del equipo.

Una película puede llevar mucho tiempo. ¿Cuando acaba una ya empieza a trabajar en otra?

Es lo normal. En la última de Avatar estuve cuatro años, casi lo que me llevó acabar la carrera de Física.

¿Es un terreno competitivo?

¿El de los FX? Más que competitivo, es un mundo de no parar. Se mejora mucho en las simulaciones, se crean novedades que unas veces vienen de fuera y otras las hacemos nosotros. Es un mundo muy dinámico en el que hay que estar aprendiendo y actualizándose constantemente.

¿Esas novedades le sorprenden todavía o, dado que usted es parte del sector, ya no le asombran?

Hubo una temporada, hace unos seis años, en la que parecía que nos habíamos estancado, pero con Avatar y con el trabajo de Joe Letteri, el jefe supervisor, uno de los grandes en el campo de los efectos visuales digitales, se va un paso más allá: se mejora en el sentido de entender la realidad para crear una realidad digital. De los cuatro años de trabajo, dos y medio estuvimos trabajando con el agua y las simulaciones.

¿Le gusta el cine sin FX?

[Risas] Las películas de efectos me entretienen, pero me gustan de todos los géneros. A veces cuando veo una con mi mujer que nos lo tiene, decimos: vaya qué refrescante es esta película.

¿Con la Inteligencia Artificial todo es posible en su sector?

(Se piensa mucho la respuesta) La usamos en muchos casos: adquisición de datos, machine learning, que es entrenar algoritmos a los que damos información para que aprenden a resolver el problema, para captura de imagen del plató, para generar texturas… todo con el fin de crear la mayor verosimilitud en el menor tiempo posible. Es un tema delicado y no me quiero pronunciar mucho, porque la IA, que tiene buenos usos con los que nosotros tratamos de optimizar recursos, a veces es un riesgo, en mi opinión, cuando se exagera la realidad y aparecen noticias o realidades falsas.

¿Qué trabajos le han dejado más satisfecho en su carrera?

Avatar, mucho. Llegué para la primera película con un contrato de cinco meses en el otro extremo del planeta y han pasado 14 años, empecé como artista y acabo como supervisor de efectos. El bosque animado también, que fue mi puerta de entrada. En Shrek 2 me lo pasé muy bien. Y en las de la serie de El planeta de los simios, que quedaron muy bien.

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