La Opinión de A Coruña

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El guerrero de la Domus de A Coruña que llegó en la época “prodigiosa”

Méndez Romeu, exedil de Cultura, recuerda cómo el Concello compró la obra de Botero

Méndez Romeu y ‘El Guerrero’ de Botero. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Murió Botero, perviven sus obras para siempre. El legado del artista colombiano, fallecido el pasado 15 de septiembre a los 91 años, salpica museos y calles de todo el mundo para inmortalizar uno de los rasgos más reconocibles de sus creaciones, la redondez y voluptuosidad de sus figuras. A Coruña tiene marca en el mapa del boterismo con la imponente presencia de su soldado romano, una obra conocida como El Guerrero, a los pies de la Domus, cuya llegada a la ciudad recuerda 28 años después el exconcejal y exdiputado socialista José Luis Méndez Romeu, entonces responsable del departamento de Cultura del Concello.

“Estábamos en la década prodigiosa de la ciudad, unos años con inauguraciones, instalaciones, proyectos e iniciativas culturales muy fuertes que nos convirtieron en referencia. El gasto en cultura que se hizo fue muy importante en aquella época”, recuerda Méndez Romeu junto al orondo y fornido guerrero de la Domus para justificar aquel desembolso de 60 millones de pesetas (360.000 euros del presente) por la obra de Botero, un sólido busto de una tonelada de peso y tres metros y ochenta centímetros de altura.

El escultor y pintor colombiano viajó a la ciudad a comienzos de mayo de 1995 para la inauguración de El Guerrero, una pieza original suya que tiene dos réplicas en el mundo. La que acabaría en A Coruña, desde donde mira las aguas de la ensenada del Orzán junto a la escalinata de la Domus, había sido expuesta semanas antes en las calles de Madrid con motivo de una muestra sobre Fernando Botero en distintas vías públicas, cuando ya se había cerrado la operación por la que el Concello adquiriría una de las estatuas.

“Queríamos acompañar la Domus con un elemento significativo en el exterior”, repasa Méndez Romeu. “Algo que aludiese a los orígenes de la ciudad, a su leyenda, por eso apostamos por el soldado romano; y una figura que resaltase en el entorno y fuese un reclamo visual en el paseo marítimo”. Las redondeces de Botero en contraste con las líneas vanguardistas del edificio diseñado por el arquitecto japonés Arata Isozaki.

La Casa del Hombre había sido inaugurada pocos días antes, el 15 de abril. El alcalde, Francisco Vázquez, había promovido la adquisición del guerrero, aprobada en una junta de gobierno ese mismo mes, y junto a su concejal de Cultura participaba en las negociaciones. “Tuvo un papel importante en la operación una persona relevante en el ámbito cultural, la galerista María Porto. Gracias a ella hicimos relación con una sucursal de la prestigiosa galería Malborough con la que cerramos la compra”, recuerda Méndez Romeu, que fue edil de Cultura entre 1987 y 2003.

Botero decía que él no pintaba ni esculpía hombres y mujeres gordas, sino que exhibía “la belleza del volumen de las personas, animales y objetos como concepto”. El Guerrero, desnudo con su casco, escudo y lanza ante la Domus, es ejemplo inimitable de esa máxima, de ese estilo. Otras ciudades españolas que, como A Coruña tienen obras de Botero en sus calles son Madrid (Mujer con espejo) y Barcelona (Gato). También las hay en Lisboa, Buenos Aires, Londres, Singapur y, por supuesto en distintas urbes de Colombia, epicentro del universo Botero.

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