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Contra el turismo que banaliza el patrimonio

Una muestra en el COAG reflexiona e ironiza, con fotografías frívolas junto a monumentos, sobre la incidencia turística en los valores históricos de Galicia

Fernando Agrasar, junto a la foto de un ‘selfie’ frívolo ante una estatua.   | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Fernando Agrasar, junto a la foto de un ‘selfie’ frívolo ante una estatua. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / R. D. Rodríguez

A Coruña

Embadurnar con pintura el lienzo de un artista expuesto en un museo; darse un baño en una fuente monumental; sentarse a comer y a fumar en una escalinata histórica; hacer un grafiti en el muro de una iglesia; decorar de forma obscena un busto centenario o una escultura para hacer un selfie en grupo. Estas son algunas imágenes en gran tamaño, creadas con figurantes en el pazo de Mariñán y alguna tratada digitalmente, que se pueden ver desde ayer en la sede en A Coruña del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG) y que proponen una reflexión, con la ironía como herramienta, sobre la incidencia del turismo en el patrimonio gallego.

Este es el argumento de Heritagers, exposición creada y comisariada por el arquitecto y profesor Fernando Agrasar a partir de un proyecto realizado por estudiantes de máster en los Encontros Residencia Artística en el pazo de Mariñán, organizados este verano por la Real Academia de Belas Artes y la Diputación. La mirada reflexiva, no exenta de crítica, pone el foco en el patrimonio gallego y se puede aplicar a cualquier ciudad o lugar donde el comportamiento derivado del turismo pueda llegar a “distorsionar” o perjudicar los valores históricos, arquitectónicos y patrimoniales de ese lugar.

Piénsese en A Coruña, por ejemplo, ciudad en la que Agrasar advierte una “presión turística discreta, liviana” frente a otro núcleo cercano de mayor incidencia como Santiago, saturado de visitantes casi en cualquier época del año. No obstante, existen “riesgos” hacia los valores monumentales de la ciudad derivados de esa “notable fuente económica y fenómeno sociológico” que es el turismo. Lo explica el arquitecto: “En A Coruña, con un interesante patrimonio monumental, su gran atractivo es la propia ciudad, donde hay monumentos protegidos y ese caserío histórico que conforma la Ciudad Vieja y Pescadería. Pero en la Marina percibimos que los negocios de hostelería no solo están en los bajos, sino que trepan y transforman las galerías, incluso su iluminación nocturna. Se han hecho transformaciones en la dársena tanto para uso y disfrute del ciudadano como para atraer turistas; por no hablar del importante elemento distorsionador de la oferta inmobiliaria que supone el interés económico por los pisos turísticos”.

Agrasar se opone a la “instrumentalización” del interés patrimonial de la ciudad “para convertirlo en un elemento de disfrute banal”. “Cuando iluminas de verde una galería desvirtúas la visión nocturna de la ciudad: eso añade valor turístico, pero deforma un valor patrimonial”, pone como ejemplo. Su mensaje, como el que propone Heritagers, se dirige a los propios ciudadanos y a “responsables políticos”.

“Si vemos los monumentos como una oportunidad para atraer turistas y vender sangría y paella, tenemos un problema. Que vengan están muy bien, pero nuestro patrimonio que no esté muerto, musealizado ni congelado en el tiempo. Debe ser patrimonio vivo en el que integremos usos contemporáneos. Esto es lo que consigue que la ciudad sea atractiva para todo el mundo”, concluye Agrasar.

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