Cerámica, terapia con las manos

Los talleres de la ciudad tienen lista de espera para sus clases, que enganchan por ser una actividad para desconectar, y aparecen nuevos negocios, como el de pintar piezas

Alumnas del taller Lamaelume.

Alumnas del taller Lamaelume. / Iago López

Empezó siendo una actividad para unos pocos curiosos y ahora es todo un boom en la ciudad. La cerámica ha conquistado A Coruña y los dueños y dueñas de los talleres tienen claro a qué se debe: desconexión. Trabajar con las manos, crear piezas únicas, pintarlas, hornearlas y llevarse a casa el resultado final. Una experiencia que ayuda a escapar de la rutina, tanto que muchos de estos talleres tienen lista de espera. “Estamos acostumbrados a lo rápido y la cerámica marca sus ritmos. No te queda otra. La pieza tiene que secar, ir dos días al horno y luego llega la sorpresa final. No sabes cómo va a quedar exactamente y esa es una de las cosas que engancha”, manifiesta Alejandro Roig, de Arobe Cerámica.

En estos espacios ocurren muchas cosas, no solo la creación de una pieza. Hay compañerismo, proyectos compartidos, sonrisas y, por supuesto, pasión. Es eso lo que transmiten profesionales como Camila Sánchez y su madre Patricia Maggiora desde Lamaelume. Llevan esta disciplina artística dentro y en cada sesión se encargan de sacarla para contagiar a más gente. “El trabajo con las manos engancha mucho”, manifiesta Sánchez, que cree que en su taller es fácil “dejar la mente en blanco” y concentrarse solo en el momento.

Hay opciones para todos los gustos, desde coger una bola de arcilla para convertirla en un jarrón o una taza hasta colocarse delante del torno de Risco Estudio. Pablo Rodríguez, que estudió Diseño Industrial, es de Buño, así que lleva la cerámica dentro. Ahora la comparte con sus pupilos desde el local que tiene en la avenida Barrié de la Maza. “El torno gusta mucho”, reconoce, orgulloso de los progresos de sus alumnos y alumnas, que no fallan a su cita con la creatividad.

Esta actividad lleva años pegando fuerte en la ciudad, y todavía siguen abriendo locales nuevos. Los hay que ofrecen nuevas actividades, como Pinta tu cerámica, que abrió hace solo unos días en la avenida de Fisterra. Tienen piezas ya hechas, como boles, jarrones,o platos, que el cliente elige para pintar. Un sinfín de colores para dejar volar la imaginación con. Para la impulsora de esta iniciativa, Marta Sobral, el atractivo de su negocio es que el resultado “es más inmediato” que pasar varias sesiones moldeando una pieza hasta ver el resultado final. Además, asegura que es una “buena actividad para hacer en familia”. “Hasta abrimos los domingos. Es buen plan para hacer con amigos o familiares. Hasta para una despedida de soltera”, concluye.

Marta Sobral.

Marta Sobral. / Iago López

“Ver a la gente cómo disfruta pintando es muy guay”

A Marta Sobral y a su hermano Pedro les viene la pasión por la cerámica de familia. Juntos han creado Pinta tu cerámica, un local en el que eliges una pieza para decorarla. “Luego la esmaltamos, va al horno y listo”, cuenta la dueña, que asegura que es una “actividad diferente” a moldear tu propia pieza. “Eso requiere más paciencia, pero esto es más inmediato”, añade.

Primero montaron Pinta tu cerámica en Vigo y ahora han llegado a A Coruña, en la avenida de Fisterra. “Es la primera tienda de este tipo en la ciudad”, asegura Sobral, que cree que esta es_“un alternativa creativa para poder liberar las ganas de pintar”. “Ver a la gente cómo disfruta pintando es algo muy guay”, insiste.

Hay opciones para todos los gustos y bolsillos. “Tú eliges la pieza y eso incluye dos horas y media de sesión, los materiales y el horneado. Hay piezas por nueve euros y hasta los 30”, informa. En sus estanterías se pueden encontrar imanes, jarrones, platitos y cuencos. “La gente se lanza primero a hacer la taza porque es lo que más se usa”, revela. Además, comenta, es una actividad “para toda la familia”.

Taller en Arobe Cerámica.

Alejandro Roig. / Iago López

“Tengo alumnos que están conmigo desde que abrí en 2017”

Después de estudiar en la Escuela Pablo Picasso, Alejandro Roig mantuvo la cerámica como un hobby hasta que en 2012 decidió comprarse un horno y todo cambió. “Lo instalé en casa y fui colocando piezas entre amigos y conocidos”, recuerda. Cinco años más tarde se lanzó “a la aventura” y montó su propio local: Arobe Cerámica.

Se dio cuenta de que “había demanda” y no lo dudó. “Cogí el principio de esta moda de la cerámica”, recuerda. Siete años después, tiene lista de espera para participar en sus clases. “Tengo unos cuantos alumnos que están conmigo desde que abrí”, comenta orgulloso desde su local ubicado en la Ciudad Vieja, en el que también tiene un pequeño espacio en el que vende sus creaciones. “Es fantástico. El local tiene un gran ventanal por el que entra mucha luz. Además, es una zona muy transitada. El turismo también es una parte importante”, explica. Alejandro Roig Bergantiños, que unió las primeras letras de su nombre y de sus apellidos para dar nombre a su taller, cree que la cerámica engancha porque “es un mundo diferente” en el que es este arte el que “marca sus propios ritmos”. 

Pablo Rodríguez.

Pablo Rodríguez. / Iago López

“No torno, o proceso é máis importante que a peza final”

Pablo Rodríguez é de Buño, así que leva a cerámica no sangue. “Sempre estiven rodeado de cerámica. O meu tío é o meu mestre”, confesa o propietario de Risco Estudio.

Estudou Deseño Industrial e despois de vivir en Australia decidiu instalarse na Coruña. Era decembro de 2022 cando abriu o seu obradoiro no número 32 da avenida Pedro Barrié de la Maza. “Este espazo enganchoume. Podo escaparme a ver o mar”, di, pois xusto diante ten a praia de Riazor.

Rodríguez recoñece que ten a “sorte” de ter as “clases completas” con xente_“moi interesada na artesanía e no deseño”. Comparte cos seus pupilos a súa paixón polo torno no que, conta, “o proceso é máis importante que a peza final”. “Noutras artes non é así, pero no torno si. Vexo que, ademais, a xente vén a desconectar”, engade.

Desde Risco tamén fai pezas propias e encargos. Tamén lle gusta moito a conexión co alumnado porque de aí, ás veces, “nacen novos proxectos”.

Camila Sánchez.

Camila Sánchez. / Iago López

“Ayuda a desconectar de la ruta y a conectar con uno mismo”

Patricia Maggiora y Camila Sánchez son madre e hija. La primera es arquitecta y ceramista y la segunda diseñadora industrial. “Somos como el yin y el yang. Por eso el taller se llama Lama e Lume. Una es el barrio, moldeable y blanco, que se adapta. La otra es el fuego, más intensa y potente”, define Camila, que insiste en que su madre es “el alma creativa y libre” mientras que ella siempre está “con los pies en la tierra”.

El tándem perfecto que dio paso a este proyecto. Tienen un taller en Miño y otro en el paseo de la Dársena. “Yo vengo del diseño digital y decidí hacer un parón. Empezamos a hacer producto y luego nos dimos cuenta de que había demanda de clases”, detalla, y asegura que tienen “lista de espera”. “La gente está a tope con la cerámica”, manifiesta. Para Camila Sánchez, lo mejor de este trabajo es que permite “desconectar de la rutina en general y conectar con uno mismo”. “Es un ejercicio de trabajar con las manos”, resume

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