Waner Cordero | Peluquero dominicano de El Arte Barber Shop, en Sagrada Familia
La población extranjera que trabaja en la ciudad se duplica en trece años y roza las 8.000 personas
El ‘boom’ ha llegado después de la pandemia, cuando se ha superado la barrera de los 5.000 trabajadores de origen extranjero u Muchos deciden emprender con negocios especializados en productos de sus países

Waner Cordero corta el pelo a un cliente en El Arte Barber Shop. / Carlos Pardellas
Ana Carro / Daniel abelenda
El número de extranjeros residentes en A Coruña ha crecido a pasos agigantados en la última década y suponen ya el 7,6% de la población total. Pero ese no es el único récord que han batido, sino que nunca hubo tantas personas foráneas trabajando en la ciudad. Según los últimos datos del Instituto Galego de Estadística (IGE), correspondientes a mayo de 2024, hay 7.956 extranjeros afiliados a la Seguridade Social en alta laboral en A Coruña. Es casi el doble que en el verano de 2011 —fecha desde la que hay registros—, cuando la cifra era de 4.062 personas.
Los hay que apuestan por el emprendimiento, con restaurantes y comercios propios, incluso algunos dedicados a productos de sus países de origen, pero también hay asalariados por cuenta ajena, sobre todo en el sector servicios. “Suele haber demanda en la construcción, en el sector de la hostelería, en atención al cliente, en supermercados, en logística y en limpieza”, explica Rosa Mosquera, responsable de intermediación laboral en Ecos do Sur.
El boom del incremento de esta población extranjera con trabajo en se produjo en 2021. Si se analizan los datos del IGE, entre 2011 y 2020, la cifra se movía entre 3.226 y 4.486 foráneos con empleo en A Coruña. La barrera de los 5.000 se superó por primera vez en 2021, justo después de la pandemia, y desde entonces no ha hecho más que crecer. De los 5.825 de 2022 a los 6.977 del año pasado y los 7.956 registrados en mayo, a las puertas de las 8.000 personas.
Mosquera reconoce que “con la pandemia, hubo un boom importante de movimientos migratorios” tanto a nivel nacional como en A Coruña, y asegura que ahora la situación está “más estabilizada”.
En Ecos do Sur desarrollan “más de 80 programas”, muchos de ellos dedicados a la “inserción laboral” de personas migrantes. “Un equipo multidisciplinar formado por orientadores, abogados y trabajadores sociales les hacen una valoración y luego les acompañan en el itinerario laboral”, expone, y añade que desde la ONG hacen “mucho hincapié en la formación prelaboral y ocupacional”.
Rosa Mosquera celebra que “la visión empresarial hacia este colectivo es cada vez más positiva”, aunque cree que “todavía queda mucho por hacer y por trabajar” pues en A Coruña viven más de 18.000 personas nacidas en un país extranjero y solo 8.000 tienen trabajo. La trabajadora de Ecos do Sur detalla que “todavía hay un porcentaje importante de gente” que tiene que recurrir a la “economía sumergida”. “Los trámites burocráticos de permiso de residencia, de trabajo y de homologación de estudios son muy lentos y hay muchas personas que se ven abocadas a hacerlo”, indica.
Mosquera defiende que “la formación es muy importante” porque, en muchas ocasiones, las personas extranjeras tienen “que reorientarse mientras no homologan sus estudios”.
El Arte Barber Shop, barbería dominicana en Sagrada Familia
“Yo ya era barbero en Santo Domingo y quise venir para ejercer aquí mi profesión”, cuenta el gerente de la El Arte Barber Shop, Waner Cordero. El estilista llegó hace tres años a la ciudad, “en abril de 2021” procedente de la capital de la República Dominicana. En este período de tiempo ha creado un rincón familiar para toda la comunidad latina a través de los peinados, barbas y las trenzas que realiza en su negocio. “Si haces bien tu trabajo puedes encontrar empleo rápidamente, a los quince días de llegar aquí ya estaba trabajando”, explica Cordero.

Waner Cordero, a la derecha, con clientes y usuarios de su peluquería / Carlos Pardellas
Aunque comenzó como empleado en otro negocio, a inicios de este año dio un paso adelante y decidió montar su propio salón cuando alcanzó una clientela fiel, que le ha seguido “como una familia”. Se instaló en un local de la ronda de Outeiro, junto al cruce con la calle San Jaime, en Sagrada Familia. Le dedicó el establecimiento a su hermano Walter, que falleció. Cordero apunta que “allá la barbería es un poco más libre, tuve que adaptarme a las leyes de aquí”.
A pesar del cambio de lugar, no quiere dejar de lado sus orígenes. “Tenemos un ambiente un poquito más latino, como en casa”, destaca Cordero. Para conservar la esencia, no duda en poner música “desde bien temprano” con la que despertar la alegría.
Pío Pío Bar, micros abiertos y trivial con acento inglés en Monte Alto
“En Galicia no encontraba trabajo de lo mío, hacía mapas topográficos para canalizaciones de servicios públicos, así que monté un bar con mi mujer, que es gallega”, comenta el copropietario de Pío Pío Bar, Paul Jeffrey. El establecimiento ubicado en la calle San José, en pleno Monte Alto, se ha hecho un nombre en los últimos años gracias a sus noches de micro abierto y de trivial que han atraído hasta a jugadores del Básquet Coruña, con los que entablaron amistad y a los que apoyan, ahora, como una peña más del club coruñés.

Paul Jeffrey, en Pío Pío Bar. / Germán Barreiros/Roller Agencia
Jeffrey nació en la localidad inglesa de Rugby (condado de Warwickshire). Esta ciudad cuenta con el honor de dar nombre al deporte homónimo, que nació allí. “Llegué a A Coruña hace cinco años, en 2019, con mi mujer, que es gallega”, explica el gerente del bar, que antes se dedicaba a elaborar mapas topográficos para las canalizaciones de servicios públicos como agua, gas o luz. Ejerció esta profesión durante una temporada en Australia, pero decidió regresar a Europa con su mujer. “En España no había muchos puestos de lo mío, al menos no en Galicia”, comenta Jeffrey, que reconoce que el idioma fue una barrera para él: “no hablaba nada de castellano”.
Al instalarse en la ciudad se centró durante unos meses en reformar su piso. Una vez terminó, decidió abrir el bar Pío Pío a comienzos de 2020. “Queríamos tener un negocio abierto a la gente de aquí, pero también al público internacional”, recuerda. Con esta visión, comenzaron a organizar encuentros sociales como micrófonos abiertos a los que acuden artistas locales y noches de trivial que unen preguntas en inglés y en castellano que reúnen a muchos alumnos de Erasmus.
Entre los asiduos a estas veladas se encontraban a lo largo de esta temporada algunos jugadores del Básquet Coruña. “Como muchos de ellos hablan en inglés, venían aquí muchas veces y nos hicimos amigos de ellos. En ese momento, pensamos que sería buena idea montar una peña y apoyar al equipo”, relata el gerente inglés, que avanza que emitirán los partidos de baloncesto de los Juegos Olímpicos en sus pantallas.
Aunque resalta lo mucho que le gusta A Coruña, reconoce que le llevó un poco de tiempo adaptarse. “La comida y los horarios son diferentes, acostumbrarme fue difícil, pero después de un año y de aprender el idioma, me adapté al modo de vida”, detalla Paul Jeffrey.
Costura venezonala en Os Mallos
Los hilos tienen acento venezolano en la avenida de Os Mallos desde hace unos años. “Mi mujer y yo montamos una tienda de costura y ya llevamos cuatro años”, comenta el gerente de Costura Exprés, Ramón Zapata. Junto con su mujer, Lorena, se han convertido en un comercio más de confianza para los vecinos de la zona, que acuden con frecuencia para resolver los remiendos, arreglos y reparaciones que necesitan en sus prendas de vestir.

Ramón Zapata, en su tienda de costura en Os Mallos. / Carlos Pardellas
La situación económica que vivían en Venezuela fue el factor determinante para que Ramón y Lorena tomasen la decisión de salir de su país hace ocho años. Primero se instalaron en Estados Unidos, luego en Colombia y, más tarde, en Ecuador. Finalmente, recalaron en España hace cinco años. “Decidimos venir porque en Venezuela estábamos pelando bolas”, reitera Zapata. “Al principio todo es duro, pero gracias a Dios todo ha ido bien”, añade.
Explica que consiguió un empleo en la recogida de arándanos durante medio año, antes de montar su propio taller de costura en la avenida dos Mallos. Primero la instaló frente al Eroski durante una temporada y, luego, se mudó unos metros más arriba, hasta el número 75, porque buscaba un local más amplio. Precisa que logró adquirir las máquinas de coser más baratas a través de Facebook, ya que en otros mercados les salían “muy caras”.
A pesar de que no había trabajado en este sector y que aprendió por práctica, destaca que rápidamente se ha hecho con una clientela estable entre los vecinos que necesitan arreglar alguna prenda. “En otros negocios pasan tres o cuatro días y no les entregan la ropa. Yo lo hago en el mismo día”, señala. Se remite a las buenas reseñas que tiene el negocio en internet para indicar que su clientela sale encantada con los encargos que le encomiendan. Coordina el negocio de costura con su mujer, Lorena, que aprendió más técnicas de arreglo a través de internet. Gracias a los tutoriales, ella se encarga ahora de pedidos como vestidos.
La pareja tiene la firme intención de quedarse y echar raíces en Os Mallos. Prueba de ello es que en el último mes se han hecho cargo del bar El Confort, en la esquina de la avenida principal con la calle Francisco Tattemancy. Aspiran a hacer de este establecimiento un nuevo hogar del sentimiento venezolano en el corazón del barrio.
Frutas de Brasil al corazón de Eirís
“La ilusión de buscar una mejor calidad de vida” para sus hijos pequeños fue el motivo que llevó a Sandro Waldez y a su mujer, Viviane Prado, a trasladarse desde Brasil a A Coruña, donde se han instalado desde el año 2007. “Vinimos de la ciudad de Goiania, nos hacía mucha ilusión instalarnos aquí a vivir”, comenta Waldez, el propietario de La Huerta de Sandro, una frutería y tienda de alimentación en la calle Jerónimo Vázquez Franco, en Eirís.

Sandro Waldez, junto a una clienta y su mujer, Viviane Prado, en su tienda de alimentación. / Iago López
Durante los más de 15 años que lleva en la ciudad, Waldez cuenta que ha trabajado en todo tipo de negocios y empleos: “ejercí en una panadería, repartí publicidad y también me dediqué a la jardinería”, ejemplifica. Añade que, cuando vivía en Brasil, se dedicaba a empleos como la compraventa de coches y motos.
Tras una década entre estos trabajos, en 2017 tomó la iniciativa de emprender su propio negocio junto a su mujer. “Siempre me ha gustado trabajar de cara al público, desde toda la vida”, justifica su elección de montar una tienda, en la que también despacha verdura, fiambre, pan y bollería.
La elección del producto a despachar, frutas, llegó al ver una oportunidad clara en el mercado. “Cuando me instalé en España me di cuenta de que gusta mucho la fruta. Pase lo que pase, la gente la consume muy a menudo. Me llamó mucho la atención y vi un negocio en ello”, señala Sandro Waldez que añade que “la gente nunca va a dejar de comer, es una prioridad”. Celebra que el negocio ya está muy instalado en el barrio y que cuentan con una dependienta, que les asiste en el negocio.
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