Primer año de las ‘stolpersteine’,: que la historia no se repita

Colocación, hace un año, de la primera ‘stolpersteine’ en A Coruña, delante del número 10 de la calle Puerta de Aires, en recuerdo de Julio Martínez Arias.

Colocación, hace un año, de la primera ‘stolpersteine’ en A Coruña, delante del número 10 de la calle Puerta de Aires, en recuerdo de Julio Martínez Arias. / VÍCTOR ECHAVE

David Lozano | Investigador y colaborador de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica

El alma de las ciudades son sus habitantes, son ellos, los pasados y los presentes los que le dan el carácter a una ciudad, y forjan una manera de ser característica, lo que aquí llamamos coruñesismo; Esta idea de los habitantes como centro y alma de las ciudades, no es novedosa, de hecho, en parte, los nuevos modelos de ciudad que se proponen en la actualidad, beben de esta idea, y no solo eso, las distintas estrategias internacionales, inciden en la idea de fomentar la cultura y el conocimiento de la historia de la ciudad (y la de sus habitantes) para fomentar el sentido de pertenencia a ella como un ejercicio necesario para crear unas ciudades más habitables.

Hace exactamente un año, pusimos las seis primeras stolpersteine, para homenajear a 17 vecinos de nuestra ciudad que fueron deportados a campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

El camino hasta esta colocación no fue fácil, no en vano, el objetivo final de estos campos era la total eliminación de los que allí entraban, “Perded toda esperanza, solo saldréis de aquí por la chimenea del crematorio”, cuentan otros españoles que sobrevivieron que les decían cuando llegaban a Mauthausen, por cierto, con el silencio cómplice del Estado Español, que no hizo nada para impedirlo, además en muchas ocasiones, aun teniendo contacto con los familiares de un deportado, nos encontrábamos con que desconocían muchos detalles de la historia de su pariente “porque en su casa no se hablaba de eso” por miedo, estigma, tristeza…

Fueron muchas horas, semanas y meses de concienzuda investigación, tratando de reunir las pocas pistas que pudiera haber en archivos cómo el memorial Arolsen, el centro documental de la memoria histórica, los archivos municipales o incluso la hemeroteca de los periódicos sobre José Albedro Villaverde, Fernando Batalla Canle, Adolfo Bregua Mouriño, Víctor Manuel Conde Núñez, Clemente Juan de la Cruz García, Adrián del Castillo Soutelo, Manuel Fernández Tárrago, Martín Ferreiro Álvarez, Arturo García Lagares, Juan González del Valle, Leopoldo López Criado, Julio Martínez Arias, José Martínez Cacheiro, Luis Rafales Lamarca, Matías Rodriguez Baraja, Emilio Rodríguez Pérez, José Rubio Delgado, Eduardo Sánchez García, Víctor San Miguel Prado o Enrique y Francisco Tallón Charlón.Buscábamos principalmente información sobre cuándo nacieron, dónde vivieron en la ciudad para colocar allí su placa, cómo huyeron de aquí, dónde estuvieron durante la ocupación francesa, a qué campos fueron enviados, y sobre todo, en los casos donde no teníamos contacto, encontrar algún familiar vivo al que poder hacer partícipe de esta investigación y reparar el dolor.

Porque además de la divulgación de la historia de los deportados, la parte primordial de este hercúleo trabajo es la reparación del dolor que ha permanecido hasta la actualidad en el seno de las familias de los deportados.

Desde la colocación de las placas, y con la investigación realizada, estamos ayudando a drenar las lagunas de muchos familiares que ahora, al conocer esa parte de su historia familiar, consiguen entender frases, comportamientos o actitudes que veían en sus padres, abuelos, tíos…que no alcanzaban a comprender, pero que por alguna razón se les quedaron marcadas a fuego en la memoria, con la emoción que ese click con el recuerdo de sus seres queridos conlleva. Se está creando una bonita comunidad de familiares (muchos de ellos se han convertido en amigos), que no solo se acompañan unos a otros, compartiendo sus vivencias y haciendo una terapia grupal que contribuyen a sanar ese dolor, sino que transmiten la experiencia de sus familiares y familias a todos aquellos que quieran escucharles en centros educativos, emotivos actos públicos, reportajes en la prensa… para intentar evitar que la historia se repita.

Son muchas las acciones que en este año hemos llevado a cabo para la divulgación de las historias de los deportados, realizamos las citadas charlas, escribimos libros, creamos una página web, elaboramos una guía didáctica para centros educativos, presentamos las denuncias de estos deportados coruñeses para la querella argentina y estamos preparando una ruta por los stolpersteine y los edificios de la Coruña republicana que aún se mantienen en pie.

Poco a poco, con esfuerzo, vamos consiguiendo que la sociedad conozca la historia de la deportación española, de ello dan fe la multitud de fotos de stolpersteine que recibimos de personas que van de vacaciones a ciudades extranjeras y tropiezan con una de estas losas, pero sobre todo, estamos consiguiendo que poco a poco se sepa que un pedacito del alma de esta ciudad, está en Mauthausen, Gusen, Dachau, Hartheim, Natzweiler o Mittelbau-Dora, ligada a la suerte de coruñeses que un día tuvieron marchar para luchar por la la libertad.

Seguiremos trabajando por su memoria.

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